“La conocí en un club del viejo Soho donde bebes champán y sabe a cherry-cola”, cantaron, allá por los setenta, The Kinks. Hoy cuesta imaginar ese Soho insaciable por el que deambularon las ojeras de mala noche de Freddie Mercury o Kate Moss a la salida del Embassy o el Groucho hace ya unas décadas. El número de discotecas y pubs en el icónico barrio londinense ha menguado. Su futuro depende ahora de una estrategia del Ayuntamiento de Westminster (Londres) que puede terminar de barrer del Soho todo resto de champán a deshoras.
Londres ya no es lo que era. Como sucede en el centro de otras capitales europeas, numerosas discotecas y pubs han cerrado a causa de la gentrificación, la subida de precios de la vivienda, las quejas por ruido, la inseguridad y la imposibilidad de renovar licencias. Hay quien señala también a una generación Z que apenas sale de fiesta debido al alto costo de la vida y a un genuino desinterés por el alcohol y las drogas. Según Night Time Industries Association (NTIA), el 37% de los clubes del Reino Unido ha cerrado desde marzo de 2020, una media de tres clubes por semana, lo cual, dicen, podría dejar a una de las capitales de la cultura de club huérfana de bailes hasta el amanecer en 2030.
A finales de 2023, G-A-Y, el icónico club LGTBIQ de la calle Old Compton, cerró sus puertas debido al aumento de las agresiones a clientes y empleados, como consecuencia, según su propietario, Jeremy Joseph, de ser “el único local abierto a los alrededores a altas horas de la noche. Soho ha perdido su vitalidad”. G-A-Y salió a la venta a principios de este año.
Ya en 2013, la clausura de otro mítico, el Madame Jojo’s, tras un incidente violento, fue descrita por la revista Time Out como una consecuencia “de la remodelación del Soho, que ha pasado de ser un sórdido punto de encuentro a una multimillonaria zona de ocio”. Hace poco, como un giro de guion a este efecto dominó, el club Trisha, frecuentado en otros tiempos por Amy Winehouse o Led Zeppelin, escapó de una muerte inminente. El comité que evaluó la acusación por ruido de los vecinos dijo que se trataba de un local histórico del barrio.
Ahora, el Ayuntamiento de Westminster ha anunciado “Westminster al anochecer”, una estrategia que busca solucionar las crecientes tensiones entre los residentes, que se quejan del ruido y la inseguridad de las calles, y los propietarios de bares y discotecas, que abanderan el crecimiento económico y el capital cultural de sus locales. La iniciativa propone crear “espacios silenciosos”, y concentrar el ocio nocturno en zonas concretas, “como las calles Oxford y Victoria y The Strand”. Según ese esquema, el Soho queda fuera.
A Michael Kill, CEO de NTIA, le preocupa este enfoque: “¿Por qué estamos hablando de construir otros entornos cuando ya tenemos un lugar histórico con una economía nocturna muy vibrante? Es una distracción crear un nuevo centro de ocio nocturno mientras no apoyamos los existentes. Es casi como desinfectar el Soho, eliminarlo”.
Josh Barrie, periodista gastronómico para el diario londinense The Standard, reconoce que la inseguridad en el Soho es palpable, pero, dice, a menudo las quejas provienen de quienes viven en casas multimillonarias: “Llegaron al Soho cuando este ya era un barrio de ocio, sabían dónde se metían. Acabar con él sería golpear el corazón de Londres”.
Los londinenses aún están a tiempo de decidir: ¿frenar el golpe a las noches históricas o barrios más tranquilos en el centro de la capital? Hasta el 22 de junio de este año, “Westminster al anochecer” está abierto a consulta pública.
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