La salida negociada sigue siendo el gran anhelo de la Unión Europea a la guerra comercial iniciada por Estados Unidos. Pero en Bruselas ya se plantea seriamente el escenario para el fracaso de las conversaciones y en cualquier caso preparan contramedidas para la ardua negociación que mantendrá con Washington. La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa un paquete de respuesta a los aranceles masivos que el presidente Donald Trump presentó el pasado 2 de abril. Bruselas amenaza, si finalmente se desplegaran, con un golpe comercial que afectaría a importaciones de bienes estadounidenses por un valor de 95.000 millones. El anuncio se completa con la imposición de restricciones a ciertas exportaciones europeas a Estados Unidos y la puesta en marcha del proceso que acaba en denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) si no llega a una salida negociada.
Bruselas ha aumentado la presión en las conversaciones abiertas con Washington para solucionar la batalla comercial abierta por Trump. Este jueves ha lanzado una consulta pública para imponer aranceles adicionales a productos estadounidenses por unos 95.000 millones de euros (la cifra se calcula empleando los datos de comercio exterior de 2024). Este paso se suma al incremento de derechos aduaneros para bienes por otros 20.600 millones que ya aprobó la UE, pero suspendió por 90 días en abril para dar una oportunidad a las negociaciones.
Esos aranceles potenciales por 115.600 millones todavía están lejos de los más de 360.000 millones de euros que ha impuesto Estados Unidos, pero suponen un endurecimiento en la política de apaciguamiento mantenida hasta el momento por Bruselas. Porque, en realidad, la Unión Europea todavía no ha aplicado réplica alguna a las decisiones de Donald Trump, que sí están en vigor: los aranceles del 25% sobre el acero, aluminio, coches y componentes de automóviles, que castigan a productos por unos 95.000 millones, y el 10% de los mal llamados “aranceles recíprocos”. Estos últimos se anunciaron más altos, pero Estados Unidos los dejó en el 10% general para negociar.
“Los aranceles ya están teniendo un impacto negativo en la economía global. La UE está plenamente comprometida con encontrar una salida negociada. Creemos que hay se pueden alcanzar buenos acuerdos que beneficien a los consumidores y las empresas de los dos lados del Atlántico. Al mismo tiempo, continuamos preparándonos para todos los escenarios, y la consulta lanzada hoy ayudará a guiarnos en este trabajo”, ha explicado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
En esa consulta, que concluirá el próximo 10 de junio, no se incluye la propuesta de incremento de aranceles. Es decir, no hay un porcentaje de incremento concretado. Lo que sí incluye es un amplio listado de bienes industriales y agrícolas a sancionar. En él, hay 12.900 millones en productos químicos y plásticos, 10.500 millones en aviones y componentes aeronáuticos (lo que en la práctica afecta a Boeing), 12.300 millones en automóviles y componentes o 6.400 millones en productos agroalimentarios.
A pesar de que con este anuncio Bruselas muestra a Washington que está dispuesta a golpear, su planteamiento no llega a la retorsión exacta. En el diseño de la último lista anunciada no se incluye el principio de “euro por euro, dólar por dólar”, que sí estuvo presente a comienzos de marzo, cuando se lanzó la respuesta contra la subida arancelaria al acero y el aluminio. Después la Comisión optó por mantener la calma hasta que llegara el anuncio de los aranceles masivos que se concretó el 2 de abril.
La explicación que da la propia Comisión es que con esta medida no se pretende una escalada, como ha sucedido en la contienda entre Estados Unidos. Se trata de “reequilibrar” la situación, apuntan las mismas fuentes.
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