“Si después de la ida estaba muy caliente, imagínese cómo estaba ayer después de la vuelta”, comentaba un miembro de la expedición del Barcelona en Milán, donde los azulgrana cayeron eliminados en las semifinales de la Champions. Hablaba sobre la furia de Lamine Yamal. Un chaval de 17 años que se autoimpuso llevar el peso del fútbol azulgrana. Paradójicamente, no le pesó. Al contrario.
La campaña pasada, después de su primera temporada completa como jugador del primer equipo, Robert Lewandowski advirtió al staff de Xavi Hernández sobre la difícil gestión del carácter de Lamine Yamal: “Vamos a crear un monstruo”. El fútbol del canterano azulgrana, en cualquier caso, siguió creciendo, de la misma manera que su influencia en el vestuario y en el club: lo saben en los despachos —quiere que su nuevo contrato, ese que se ejecutará cuando cumpla los 18 años, esté a la altura de un caché que no para de crecer—, también Hansi Flick, que ha tenido que lidiar en más de una oportunidad con el genio de una estrella más establecida que emergente.
En este escenario, en los despachos de la Ciudad Deportiva Joan Gamper, sobrevuela una incógnita: cómo gestionará Lamine Yamal la derrota, sobre todo después de que en la previa de la eliminatoria frente al Inter desafiara a las aficiones que ponían en el escaparate su posible soberbia. “A los que dicen que estoy crecido les digo que mientras gane no pueden decirme nada”, soltó.
Después de una eliminatoria histórica (3-3 y 4-3), el Inter echó al Barcelona. Baño de crueldad para el Barcelona, baño de humildad para Lamine. Será él ahora quien tendrá que aprender a lidiar con su genio. Tiene tiempo. Pero en la caída frente al Inter se gestó un nuevo liderazgo: Lamine no oculta ni disimula que se siente el patrón del equipo. “Cumpliré mi promesa y traeré la Champions a Barcelona”.
El lado ambicioso de Lamine Yamal, muchas veces imagen de un equipo que nunca se entrega a la derrota, contrasta con el de un carácter todavía por pulir. Tiene dos caras Lamine, también el Barcelona de Hansi Flick: talentoso, pero inocente; tan irreverente como inconsciente. Dueño de un magnetismo futbolístico que no conoce su techo. Y, de nuevo, un magnetismo que se extiende a sus compañeros. “En dos o tres años, con el bloque que tiene, el Barcelona será el equipo más fuerte del mundo”, destacó Giuseppe Marotta, director general del Inter.
“Esta generación ganará muchas Champions porque son unos chicos que tienen mucho talento”, declaró Ronald Araujo, en la zona mixta de San Siro. Aunque ande cabizbajo, Araujo forma también parte de una generación de jóvenes futbolistas que amenazan con tomar el poder en Europa. Junto al uruguayo destacan, además de —por supuesto— Lamine Yamal, Balde, Cubarsí, Gavi y Fermín. A este grupo se le suma un joven-viejo: Pedri. “Esto es muy cruel. Es verdad que el equipo lo ha dado todo y se merecía estar en la final, pero somos jóvenes y hay que aprender de esto. El año que viene daremos más guerra aún”, sostuvo el canario.
“Fue muy duro lo de Milán”, subrayaban desde el área deportiva azulgrana; “pero es un equipo joven, para lo bueno y para lo malo”. Lo bueno es su talento, lo malo la inexperiencia para dormir los partidos. A Jordi Cruyff, sin embargo, le encanta: “Si mi padre tuviera que elegir una manera de jugar, sería esta. Estaría muy orgulloso del equipo y de cómo se ha jugado. Si hay que caer, que sea así”. El Barcelona ha anotado 43 goles en la Champions, pero ha encajado 24 goles. Todo en 14 partidos. La sangría en la zaga condenó al equipo: ninguno con esa media de goles (1,71) ha alcanzado la final. Además, el 25% de los goles recibidos ha sido en los últimos 15 minutos de los partidos. A la falta de pillería grupal se le sumaron los errores individuales. Cubarsí arriesga en exceso en el penalti a Lautaro Martínez, Araujo vuelve a quedar señalado en una nueva eliminación en la Liga de Campeones. El curso pasado, con Xavi en el banquillo, el uruguayo fue expulsado en la vuelta de los cuartos de final en Montjuïc (1-4), que dejó en nada la victoria en el Parque de los Príncipes (2-3). En San Siro, Araujo se mostró pasivo en los últimos dos goles del Inter.
“¿Tú crees que me ha faltado contundencia?”, se mostró desafiante en la zona mixta. Acto seguido, reflexionó: “En la primera lo estoy marcando, es suerte del delantero que la mete justito ahí. Yo estoy por delante… Y en la otra, es evidente que en el uno contra uno tengo que estar mejor. Si haces coberturas puedes solucionar esa jugada en el uno contra uno y quizás debería haber estado más fuerte, pero esto es fútbol, si haces coberturas te pueden pasar estas cosas”. Sin lugar en el once inicial, el uruguayo es uno de los nombres marcados por la dirección deportiva para hacer caja. El otro es Fermín. La intención de Deco es reforzar una clase media potenciada por Raphinha, Dani Olmo y Frenkie de Jong.
“De Jong me ha sorprendido al nivel de Lamine, es una cosa sensacional”, destacó Simone Inzaghi, entrenador del Inter. El despertar del neerlandés ha sido una de las claves del equipo de Hansi Flick, junto a la (por fin) regularidad de Pedri y la explosión de Lamine Yamal. Tiene, sin embargo, cuentas pendientes Flick. Eso no es un problema para Íñigo Martínez: “Donde otros ven el final, nosotros vemos el inicio del regreso”.
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