Aunque era el mejor posicionado en las encuestas prelectorales, no se sabía si el joven presidente del Senado de Bolivia, Andrónico Rodríguez, concurriría o no en las elecciones de agosto. Su mentor, el expresidente Evo Morales, lo presionaba para que desistiera, porque él quiere volver a la silla presidencial, aunque está inhabilitado. Finalmente, Rodríguez se decidió y aceptó postular por cuenta propia, lo que remeció el escenario político boliviano.
El sábado, en un encuentro con cientos de seguidores en Oruro, en el altiplano sur de los Andes, el senador de 37 años respondió a los pedidos de diferentes sectores y regiones para que se presente a las elecciones: “Quiero decirles, queridos hermanos, acepto”. Sus palabras sorprendieron al país, que esperaba que la posición definitiva de Rodríguez se conociese recién en dos semanas. También generaron una respuesta nerviosa en las redes sociales. Con Rodríguez como candidato, resurgía el miedo o la esperanza, según la posición de cada quien, de que la izquierda continuase en el poder, pese a su división y a la crisis económica, que muchos atribuyen al modelo económico que esta corriente implantó durante los últimos 20 años.
Rodríguez fue considerado en el pasado el “heredero natural” de Evo Morales porque también es dirigente cocalero, tiene origen indígena quechua y vive en el Chapare, el bastión radical del que surgió el Movimiento al Socialismo (MAS) a fines de los años noventa. La diferencia entre ambos está en la edad y en que, como la mayor parte de los hijos de campesinos, Rodríguez cuenta con una licenciatura en Ciencias Políticas y ha tenido una vida con menos carencias que la del expresidente.
Aunque ya era conocido antes de 2019, fue en esa fecha, la del derrocamiento de Morales, cuando saltó a la primera línea de la política nacional porque se hizo cargo de la resistencia izquierdista contra el Gabinete interino de Jeanine Áñez. Para premiar su valentía y tranquilidad en esta prueba, los cuadros del MAS que seguían en Bolivia lo designaron candidato a la vicepresidencia, pero Morales se opuso desde el exilio, así que terminó como senador por Cochabamba y, poco después, como presidente de esta Cámara. Se mantuvo en este cargo durante toda la legislatura, lo que constituye un récord político nacional e indica su habilidad para negociar con sus colegas, incluso con los de oposición. Armado de un discurso moderado y de unidad, en la escisión del MAS se quedó con el evismo, pero sin chocar frontalmente contra el presidente Luis Arce y los suyos. Hasta hace poco se especulaba que podía ser el acompañante del presidente boliviano en la fórmula oficial del MAS, que por una decisión judicial ahora le responde a Arce. Era más probable lo que finalmente pasará: Rodríguez se “prestará” una sigla de las varias que cuentan con personería jurídica pero no tienen adherentes para inscribirse como candidato el 19 de mayo.
En las encuestas públicas que se conocieron antes de lanzamiento del proceso electoral el viernes santo, Rodríguez se situaba primero, con el 25%, seguido del empresario Samuel Doria Medina, que era el mejor posesionado dentro de la centroderecha. Estas encuestas no consideraban a Evo Morales, que, según otros sondeos previos, también gozaba de una intención de voto apreciable, aunque bastante más baja de la que tenía en el pasado. Los seguidores del expresidente consideraron la omisión de Morales y su sustitución por Rodríguez como una operación destinada a “dividir el bloque popular”. Al mismo tiempo, comenzaron a declarar que “Andrónico traicionó” la línea de Morales, que se llama EVO Pueblo, ya que esta considera al expresidente el único candidato posible. Pero Morales está inhabilitado por una sentencia del Tribunal Constitucional que limita el número y la forma de las reelecciones presidenciales. Además, se encuentra en el ojo del huracán y es buscado por la justicia por una acusación de estupro. En estos días, una juez ha anulado la orden de aprehensión en su contra, lo que ha generado tal reacción del Gobierno y de una parte de la sociedad que la juez ha tenido que pedir licencia y esconderse. Poco después, otro tribunal ha suspendido la decisión que ella tomó, con lo que la orden de detención contra Morales sigue vigente.
Rodríguez ha reconocido que la decisión de volverse candidato le ha costado mucho. Es probable que le cueste todavía más, porque se espera que la reacción del Chapare, que es incondicional de Morales, venga con expulsiones y otras medidas similares.
Si Rodríguez no daba este paso, la izquierda se hubiera quedado pendiente de lo que podría hacer Arce, que en las encuestas casi no aparece, lastrado por el peso de la crisis económica, y de la suerte de Morales para hacer valer sus argumentos en contra de su inhabilitación. Por eso, excepto estos dos líderes y sus seguidores más cercanos, los demás progresistas tienen claro que solo una figura nueva y con un discurso distinto al tradicional puede evitar que “el bloque popular” sea arrasado por el cambio, que aun así sigue siendo el resultado electoral más probable.
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