Álex Márquez Alentà (Cervera, Lleida; 29 años) vive su momento más dulce en la cúspide del motociclismo con la Ducati satélite del equipo Gresini. El líder del Mundial viene de ganar en Jerez su primera carrera en la categoría reina, después de seis temporadas trabajando a destajo y 94 grandes premios disputados. Campeón del mundo de Moto3 en 2014 y Moto2 en 2019, el pequeño de la familia de campeones ha tenido que lidiar siempre con el hecho de ser hermano de Marc Márquez. Este fin de semana volverán a batallar por la victoria y el liderato en el GP de Francia, en Le Mans.

Pregunta. ¿Qué significa para usted haber ganado en Jerez?

Respuesta. Para mí es una recompensa tras muchos años de trabajo. La vida me ha enseñado que las cosas cuestan. Yo ni tengo la facilidad ni la explosividad que tienen otros para conseguir estos resultados, pero sí tengo una gran confianza en mí. Trabajando, con mi método, las cosas llegan.

P. ¿Qué sintió al cruzar la línea de meta?

R. Fue una mezcla de emociones, difícil de explicar con palabras. Cuando ves la bandera a cuadros no sientes nada, es como un vacío. Te quedas ahí solo y te preguntas, ¿y ahora qué? Después vas conectando con la afición. Ganar mi primera carrera en Jerez fue algo muy especial. En el garaje me querían matar porque saludé con la mano en las curvas Nieto-Peluqui durante la última vuelta. Era una imagen que tenía clavada desde niño. Creo que se lo vi hacer a Jorge Lorenzo cuando todavía no corría y me salió natural. Pasé de ese vacío a celebrar desbocado y luego derrumbarme y llorar desconsoladamente. Fue una montaña rusa de emociones. En una hora debí llorar tres veces, reír cinco y gritar siete, una mezcla explosiva.

Álex Márquez celebra su victoria en el GP de España a las puertas del box de su equipo en el circuito de Jerez.

P. ¿Ha podido procesar todo lo que vivió aquel día?

R. Necesité dos días en casa y volver a la rutina con el gimnasio, la bici y el motocross para volver a tocar con los pies en el suelo. Lo he podido asimilar bien, y sobre todo darme cuenta de que nada cambia a partir de ahora. Yo sigo siendo el mismo.

P. En el paddock de Jerez, todos los trabajadores del Mundial se alegraron por su victoria.

R. Fue muy bonito. Ver a la gente de otros equipos emocionarse por mí y a todas las personas que se fueron acercando para felicitarme a lo largo de la tarde me llenó de felicidad. A mí me sale ser natural y simpático con la gente, y tener una buena relación con ellos. Aquí estamos tirados en cualquier lugar del mundo, y nunca sabes ni cuándo ni dónde puedes necesitar la ayuda de los demás, así que agradezco el gesto de todos ellos.

Yo no tengo ni la facilidad ni la explosividad de otros, pero sí mucha confianza en mí”

P. ¿Cómo fue la celebración?

R. Poca cosa, una cena informal con el equipo. Tenemos la gran suerte de que en Gresini lo celebramos todo, y da igual si al día siguiente hay un test o una carrera. Siempre hay una cena, unos bailes o un discurso. Tampoco soy de grandes celebraciones, me gusta ser profesional, pero es importante poder desconectar dos o tres horas de la competición.

P. ¿Cómo se explica que nada encajara el año pasado y este año sí?

R. Esto no es atletismo. Aquí hay otro factor más allá del humano, que es el componente técnico, la moto. E influye mucho. No es que mi anterior Ducati fuera mal, simplemente es que la de los demás iba muy bien. Lo entendí de inmediato cuando la probé por primera vez, fue como un amor a primera vista. Normalmente, cuando pruebas una moto por primera vez, no vas demasiado cómodo, y esta sí me dio total confianza desde el primer minuto.

P. Con la victoria y el liderato en el bolsillo, ¿qué viene ahora?

R. Nada distinto. Soy muy realista y sé que no hemos sido los más fuertes en pista, sino que hemos aprovechado nuestras oportunidades y hemos sabido estar donde tocaba en cada momento. Hay que mantener la consistencia, la calma y la sangre fría, entender que estamos en un equipo independiente, muy pequeño y con la mitad de los recursos que las fábricas oficiales, sin mejoras a lo largo del año. Marc ha fallado dos veces, pero sigue siendo la referencia.

Cuando subí a la moto de este año, fue como un amor a primera vista”

P. ¿Pero cree en poder luchar por el título?

R. Sí. Siempre he defendido que, si existe una mínima posibilidad, debes creer en ello. Si no crees, mejor no vayas a las carreras, quédate en casa. Reconozco que si alguien me hubiera dicho que estaría aquí a comienzos de año, le hubiera tachado de loco.

P. ¿Cómo es Álex Márquez lejos de los circuitos?

R. Cada persona tiene su locura, su forma de ser, pero me considero un chico muy normal. A mí me gusta estar en casa, estar tranquilo. Las salidas a la naturaleza, pasear con los perros o perderme por la montaña con la bici. Cosas que haría cualquiera, simplemente disfrutar de la vida. Salir a cenar bien, estar con los amigos y salir de fiesta de vez en cuando.

P. ¿En esta versión tan competitiva, qué papel juega su pareja?

R. Creo que me da una estabilidad que necesita el deportista para centrarse en lo que toca. Nos entendemos muy bien y sobre todo me aporta tranquilidad.

P. Pronto se mudará a vivir solo después de toda una vida junto a su hermano…

R. Tengo 29 años, ya tocaba. Hubiera sentido mucho más vértigo si me tuviera que mudar a otro país, tener que coger un avión de larga distancia, como han hecho algunos amigos por los estudios o el trabajo. Estoy tranquilo porque es una casa que está cerca de la de Marc y poco cambiará en el día a día.

En este mundo, si no sabes pasar página te devoran”

P. Son los primeros hermanos que logran ganar una carrera en MotoGP, ¿todavía se pellizcan?

R. Honestamente, creo que fueron más difíciles los podios que logramos siendo primero y segundo clasificados el mismo día en Tailandia y Argentina. Estar juntos allí arriba es muy extraño porque no hay nada más allá de MotoGP en nuestro deporte. Añadir logros como familia es bonito, pero pienso que lo valoraré mucho más de aquí a diez años, con la perspectiva del tiempo.

P. Se llevan muy bien dentro y fuera de la pista, ¿nunca se han peleado?

R. Pues claro que sí. Nos peleamos y discutimos, y hemos tenido nuestros piques, pero nos duran diez minutos. Nuestro a día a día, nuestra rutina, implica entrenar y estar juntos todo el rato. Si tienes que estar dos horas en bici con él por la montaña, terminas por hablarte. Nos conocemos muy bien y los dos sabemos ponernos en la piel del otro, así que no nos cuesta pasar página y nunca ha habido enfados gordos.

P. ¿Es fácil gestionar todo lo que conlleva ser el hermano de Marc?

R. Se me ha hecho bola algunas veces. Cuando me preguntan sobre qué superpoder querría, siempre contesto: ‘hacerme invisible, pasar desapercibido’. Con el primer boom, cuando él ganó el título de MotoGP en 2013, empecé a sentir algo de vértigo. No de primeras, ya que era muy joven y no me daba cuenta, pero cuando subí a Moto2 en 2015 como campeón de Moto3 me sentí muy observado y vigilado por la gente, especialmente porque me fue bastante mal en esas temporadas. En ese punto me costó asimilar y aceptar que todo el mundo se me tirara encima.

P. ¿Y cómo superó ese momento?

R. Gracias al entorno, sobre todo Marc y la familia, también los amigos. Hubo un momento en que entendí que hiciera lo que hiciera, siempre sería “el hermano de”. No pasa nada y debes llevarlo con naturalidad y espontaneidad. La gente te observará, y algunos estarán cuando te vaya bien y otros cuando te vaya mal. Cambié el chip, mi mentalidad, y dejé de fijarme en lo que decía la gente. Aprendí a escuchar a aquellos que realmente te quieren, a aquellos que me dicen las cosas buenas y malas con total confianza. En este mundo, si no sabes pasar página te devoran.

Álex Márquez, al inicio del Mundial, en el circuito de Lusail, en Qatar.



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