Víctor Valdés (L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona; 43 años) lleva tatuado en su hombro derecho el busto de un gladiador. Una ilustración en la piel que evoca a la capacidad de sacrificio. A la lucha. Aquella a la que se aferró tantas veces en su vida deportiva y alcanzó la máxima expresión en marzo de 2014, cuando una lesión en la rodilla derecha frenó en seco su carrera como futbolista profesional. Entonces, todavía era guardameta del Barça. Tocaba sobreponerse al golpe. Y lo hizo en la ciudad alemana de Augsburgo.

Allí, llevó a cabo el proceso de recuperación y palpó con sus propias manos la simbología de la cotidianidad y la sencillez. “En esos dos o tres meses, cogía el tranvía cada día para ir de la clínica al hotel. Volví a tocar monedas y valoraba lo que costaba un pasaje de tren o un café. Esa lesión me hizo volver a la vida real. Fue una cura de humildad”, confesó el exjugador en una entrevista con el presentador colombiano, Marlon Becerra. Desde ese momento, siempre hay un hueco reservado para tres monedas y un billete de cinco euros, en el bolsillo del pantalón de Valdés. Allá donde va; allá que lleva esos amuletos.

Víctor Valdés, en un entrenamiento con el Ávila.

Incluidas las veces que se sienta en el banquillo del Real Ávila C.F.: quinto clasificado de la Segunda RFEF, que cuenta desde el pasado 24 de abril con la leyenda azulgrana como técnico del primer equipo, al que ha dirigido hasta ahora en los encuentros ante el Compostela y el Pontevedra. Por delante, el playoff de ascenso a Primera RFEF, donde el Ávila se enfrentará al Cacereño en semifinales el 10 y 17 de mayo. “En noviembre, estuve con él y le expliqué el proyecto. Era una posibilidad. Al inicio no quería entrenar, pero al cabo de una semana me llamó y me dijo que sí”, afirma a EL PAÍS Joan Farias, director deportivo de la entidad abulense. Hacía cuatro años que Víctor Valdés no capitaneaba a un equipo desde el área técnica.

Mientras tanto, se ha dedicado a “ver mucho balonmano, poco fútbol y estar con la familia”, cuentan personas cercanas al exportero del Barça, Manchester United, Standard de Lieja y Middlesbrough. Por eso, cuando le llegó la oportunidad de dirigir al Ávila, tuvo que renovar su carnet de técnico: cargo que no ejercía desde enero de 2021; período en el que abandonó la Unió Atlética Horta. Solamente estuvo seis meses al frente del elenco barcelonés.

Tres años antes, en 2018, debutó como entrenador en la ED Moratalaz, con quien ganó la Copa de Campeones juvenil, derrotando al Real Madrid C en la final. Una primera experiencia que le valió para recalar en el Juvenil A del F.C. Barcelona. Sin embargo, la etapa como técnico culé no fue especialmente provechosa para el de L’Hospitalet de Llobregat, fruto de las discrepancias con el exdirector del fútbol base culé, Patrick Kluivert. Ahora, la ilusión y las ganas impregnan al preparador catalán: “Es una persona muy cercana e intenta ayudar a todo el mundo”, manifiestan miembros del staff del conjunto castellanoleonés.

Víctor Valdés celebra la victoria en su primer partido como entrenador del Real Ávila contra el SD Compostela de la Segunda RFEF.

El mito azulgrana llega al estadio municipal Adolfo Suárez, en el tramo final de temporada. Un momento agitado, pero trascendental para el Ávila, después de que la entidad destituyera hace dos semanas a Miguel de la Fuente: el artífice del ascenso del equipo, de Tercera a Segunda RFEF, el curso anterior. Tres derrotas consecutivas en liga en el mes de abril propiciaron su salida, —no la de todo su cuerpo técnico— al mismo tiempo que la llegada de Víctor Valdés, con contrato hasta el final de la presente campaña y la siguiente.

“En poco tiempo, ocurrieron muchas cosas. Fue jugar el partido aplazado contra el Salamanca y al día siguiente llegó él. Propone una idea diferente a lo que teníamos antes y nos estamos adaptando a ella”, cuentan desde dentro del vestuario encarnado. Prueba de esta buena aclimatación, fue cómo la afición presenció hace dos domingos la victoria de su equipo contra el Compostela (2-1), así como el “carácter” y la valentía del nuevo entrenador en su debut.

“Alineó como titulares a siete futbolistas que casi no habían jugado en toda la temporada. Al inicio, vi el once y me sorprendió, pero chapó por él y sus cambios”, expresan desde las altas esferas del Real Ávila C.F., sobre las decisiones técnicas de Valdés. “Envió a la grada a nuestro máximo goleador. Llevaba 12 goles”, añaden. Con todo, el conjunto castellano certificó el triunfo que vale la clasificación para los playoffs de ascenso a Primera Federación.

“Al final del encuentro, solo pudo dar las gracias al vestuario. No podía hablar, porque se había quedado sin voz”, explica uno de los miembros de la plantilla abulense sobre cómo acabó su preparador el duelo frente al Compostela. Con todo, el Ávila tras perder el pasado domingo la última jornada de liga a domicilio contra el Pontevedra, líder del grupo uno de la Segunda RFEF (3-2), espera su oportunidad en la primera eliminatoria de los playoffs de ascenso a Primera Federación.

Y al mando del equipo estará Víctor Valdés, cuatro años después de su última vivencia como técnico. De haber experimentado un “tramo de pausa”, en el que “ha habido silencio”: “He pensado bien las cosas y he madurado ciertos errores del pasado. En este proyecto, voy a volcar todo lo que esté de mi mano para ayudar al grupo a ganar, jugar e ilusionar a la afición”, afirmó el campeón de 21 títulos y cinco Trofeos Zamora como futbolista, en su primera rueda de prensa como entrenador abulense.

Porque una vieja rutina, la de inhalar el olor a césped, ocupa de nuevo a Víctor Valdés. La lucha y el sacrificio siguen presentes en él. Pero, ya no desde los tres palos que resguardan la portería, sino desde el banquillo que cobija el asiento de entrenador.



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