El Valencia trituró al Getafe en poco más de media hora. Una primera parte de un fútbol desbocado ante un rival desnudo que apenas conseguía defenderse. Cada ataque blanquinegro era el mordisco de un pitbull. Y así, desatado, el equipo de Carlos Corberán, nueve semanas ya sin caer a la lona, fue sumando goles y ocasiones a un ritmo frenético. El Valencia, un grupo tan feliz como eficaz, corre, melena al viento, hacia Europa. Su inercia es imparable. El cuadro azulón, en cambio, sigue atrancado y sale de Mestalla con su quinta derrota seguida.

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Giorgi Mamardashvili, César Tárrega, José Gayà (Jesús Vázquez, min. 79), Cristhian Mosquera, Dimitri Foulquier (Mouctar Diakhaby, min. 57), Diego López (Rafa Mir, min. 57), Javi Guerra, Pepelu (Enzo Barrenechea, min. 78), André Almeida (Iván Jaime, min. 70), Luis Rioja (Fran Pérez, min. 57) y Hugo Duro

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David Soria, Domingos Duarte, Omar Alderete (Juan Berrocal, min. 56), Diego Rico, Juan Iglesias (Allan Nyom, min. 78), Luis Milla, Ramon Terrats (Yellu Santiago, min. 86), Juan Bernat (Coba da Costa, min. 56), Peter Federico (Ismael Bekhoucha, min. 68), Álvaro Rodríguez (Bertug Yildirim, min. 68) y Borja Mayoral

Goles
1-0 min. 7: Pepelu. 2-0 min. 17: Diego López . 3-0 min. 36: Hugo Duro

Arbitro Adrián Cordero Vega

Tarjetas amarillas
Omar Alderete (min. 6), Diego Rico (min. 25), Domingos Duarte (min. 34), David Soria (min. 49), Diego López (min. 49), Javi Guerra (min. 71), César Tárrega (min. 75), Juan Berrocal (min. 82)

Carlos Corberán, al borde de la canonización por la hinchada valenciana, ha convertido un equipo ramplón en una máquina perfectamente engrasada. El técnico de Cheste ha afianzado una defensa cada vez más sólida con Tárrega y Mosquera, un central al que no paran de salirle pretendientes, que son el telón de acero. Una línea medular cada vez más ensamblada que circula mucho mejor el balón, que corre ligero de banda a banda, que triangula en el centro, que llega preciso a la punta. Y allí, brilla Hugo Duro, un delantero en estado de gracia que ha demostrado que el problema del gol no era suyo. El futbolista nacido en Getafe, precisamente, provocó dos penaltis y transformó el segundo. Decisivo.

Es asombroso lo poco que se parece el Valencia de mayo al Valencia de noviembre o diciembre. Después de la angustia, la liberación. El equipo de Bordalás juega despreocupado, feliz. Son once niños en un descampado con una pelota parcheada. Once futbolistas sonrientes, inspirados, que tienen muy claro qué tienen que hacer y lo hacen. Así ha crecido un conjunto que boqueaba al fondo de la clasificación y que ahora domina los partidos y se lanza directo hacia Europa. Javi Guerra emerge en el corazón de este bloque y, con unas piernas que son dos tacos de billar, manda con la jerarquía de una estrella del fútbol. Él decidía qué camino tomar hacia la portería de David Soria. Diferentes vías para llegar al área y encontrar a Hugo Duro, otra vez rápido e intuitivo, que fue derribado al principio y al final de la primera parte para zanjar un partido con muy poca historia.

No hubo debate. Bordalás, un entrenador atrevido a pesar del presente, no excesivamente favorable, ordena adelantar la defensa para estrangular a su rival. Pero la medular del Valencia, rebosante de calma, con la tonadilla bien aprendida, sabe cómo desarbolar esa presión para acabar encontrándole la espalda a la zaga azulona. Diego López y Luis Rioja se colaban por cada rendija para generar mucho peligro. Y en la grada, los aficionados, que le han cogido el gusto a estos partidos a la hora de la comida, inmensamente contentos, empieza a costarle recordar cuál fue la última derrota, el pan nuestro de cada día en la primera mitad de la temporada, que se remonta ya al 22 de febrero y eso les hincha el pecho para, espontáneamente, en la segunda parte, con la victoria ya empaquetada, ponerse a cantar el himno regional.

El Getafe salió a por un gol en la segunda parte. Lo hizo con más intención que fútbol por las bandas de Peter Federico y Coba. Pero el sistema defensivo del Valencia está ya muy depurado después de cinco meses de trabajo de Corberán en el laboratorio dePaterna. El entrenador aprovechó esta tarde plácida para introducir pronto los cambios y aligerar así las piernas de los titulares antes del sprint final en su insospechada carrera hacia Europa.



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