La vieja historia de que la Liga hay que ganarla una vez y otra, hasta contar 38, tantas como jornadas hay, se repite ante la llegada del clásico (16.15, Movistar). El Barça ha llevado la bandera del liderato durante la mayor parte del torneo y como recompensa se presenta a la cita con un colchón de cuatro puntos a falta de cuatro jornadas suficientemente intimidatorias como para no hacer concesiones al Madrid: Espanyol, Villarreal y Athletic. Ha ganado además los tres clásicos de la temporada: Supercopa, Liga y final de Copa. La etiqueta de favoritos de los azulgrana está condicionada por el carácter imprevisible que suele tener el partido y por el alcance de las secuelas que pueda tener la derrota en Milán que le aparta de la final de la Champions. El momento provoca que el Madrid siente que está en condiciones de intentar revertir en un día un curso tan errático que se cerrará con el adiós de Ancelotti.
El técnico italiano admitió que Xabi Alonso “tiene todas las puertas abiertas”, al mismo tiempo que recordó que una victoria de su equipo supondría que “todo estaría por decidir” con un solo punto de diferencia y un final aparentemente menos comprometido para el Madrid por sus partidos pendientes con el Mallorca, Sevilla y Real Sociedad. Las expectativas madridistas se basan en las mejoras apreciadas en la final de Copa disputada en Sevilla y el excelente momento de Güler. La zurda del turco, exquisita en el pase y el tiro, ha mejorado el juego, la efectividad y la conexión con Mbappé. Rodrygo difícilmente le quitará el sitio a Güler. El Madrid necesita atacar bien para sostener a un equipo con limitaciones defensivas por las muchas ausencias (Alaba, Mendy, Rüdiger, Carvajal, Militão). A su favor cuenta también el descanso y el tiempo que ha tenido para preparar el encuentro durante una semana dedicada a la Copa de Europa.
A pesar de que todavía no ha ganado un gran partido contra los mejores equipos, las muchas soluciones individuales han disimulado a menudo el problema estructural de un Madrid que, por otra parte, se ha acostumbrado a encomendarse a su portero Courtois y a jugar sin Rodrygo. A diferencia del equipo de Ancelotti, la fiabilidad del Barça en las citas más exigentes había sido evidente hasta la derrota con el Inter. No se sabe, por tanto, cómo reaccionarán los muchachos de Flick a un disgusto mayúsculo que desenterró el viejo victimismo por entender que el árbitro tuvo mucho que ver en el 3-4 de San Siro. “Los jugadores están bien”, anunció su entrenador. “Ahora hay que demostrar lo bien que también podemos jugar. Tenemos confianza”, subrayó Flick, que recupera a Balde —seguramente será suplente— y sigue sin contar con Koundé. El frustrante partido contra el Inter constató que la ambición no le permite al Barça negociar resultados: únicamente 42 segundos mediaron entre el palo de Lamine que pudo suponer el 2-4 y el 3-3 del Inter. El empate le podría valer a los azulgrana ante el Madrid. “El título de Liga es el más honesto”, anunció Flick después de afirmar que su equipo está “listo para afrontar las dos caras que suele mostrar el Madrid”. La muy buena forma de Lamine alimenta las mejores expectativas barcelonistas en un duelo que le interesa también particularmente al extremo azulgrana por la presencia de Mbappé, el mismo que competirá también por el pichichi con Lewandowski, líder por un gol (25-24) y a la espera de marcar su diana 100 con el Barça. La generosidad ofensiva es tan evidente como la fragilidad defensiva en el plantel de Flick.
La camiseta que vestirán los azulgrana con la marca del cantante Travis Scott y el récord de espectadores que se espera batir en el último clásico a disputar en Montjuïc certifican la importancia de un partido que se presenta decisivo para la suerte de la Liga.
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