El Barça es el equipo ante el que más veces han incurrido los contrarios en fuera de juego en las 34 primeras jornadas de LaLiga: 164. La distancia hasta los que le siguen (Las Palmas y Osasuna, empatados a 92) acentúa la importancia del dato, y aún más si añadimos que quien cierra esa, el Atlético, lleva 43; así que hay 71 casos de distancia entre el Barça y el segundo, por 49 entre éste y el último. Con vistas al clásico de mañana, es oportuno cruzar este dato con otro: el jugador que más veces ha incurrido en fuera de juego es Mbappé, con 39. Le siguen a más que prudencial distancia Lukebakio, con 23, Larin con 22, Kike García y Fabio Silva con 20… También esta tabla tiene un líder destacadísimo. El efecto de la conjunción de ambas tendencias se hizo estrepitoso en el clásico de la primera vuelta en el Bernabéu, donde el Madrid incurrió en 12 fueras de juego, ocho de ellos por parte de Mbappé.
Este domingo, les supongo avisados, se disputa el clásico de la segunda vuelta, que viene a ser algo así como la última apuesta del Madrid en el campeonato, el “no va más” del croupier, la última vuelta de la ruleta. Si los blancos ganaran, se abriría una expectativa real de vuelco: bastaría con que el Barça empatara uno de los tres partidos restantes (Espanyol fuera, Villarreal en casa y Athletic fuera) y el Madrid ganara los tres suyos (Mallorca en casa, Sevilla fuera y Real Sociedad en casa) para que el campeonato se celebrara en Cibeles en lugar de Canaletas. Lo segundo no es inverosímil. El calendario del Barça es peor y el golpe de una derrota ante el Madrid inmediata a la dolorosa caída en la Champions podría hacer su efecto. Así que el Madrid mira su partido como un clavo ardiendo al que agarrarse, justo ahora que se da por amortizado a Ancelotti, se prepara la llegada de Xabi Alonso y se echan cuentas de salidas y llegadas. Pero el fútbol tiene esto, propone giros de guion imprevistos y quién sabe si Ancelotti se podría ir con un último e importante laurel. Qué distinto sería un final con el Madrid campeón de Liga y el Barça de Copa de uno con un Madrid de manos vacías y un Barça con triplete, posible hasta hace cinco días. No tengo muy en cuenta las supercopas, que veo como meros añadidos a modo de adorno de los títulos de verdadero rango.
Así que Ancelotti ha trabajado en conciencia esta semana el partido, y en especial el fuera de juego, aspecto en el que hay cierto desaliento ante la persistente falta de atención de Mbappé. La consigna es no lanzarle a él, sino a algún jugador que llegue de atrás, y sólo buscarle una vez rota la línea. No es ese el único desencanto que ha provocado el francés en la temporada. El club le ha perseguido y esperado con ilusión durante tiempo y el resultado no es que haya sido malo, pero no ha pasado, digamos, del notable bajo o del aprobado alto, según a quién se pregunte. Su hat-trick al City ha sido el único sobresaliente rotundo de la temporada. Le ha añadido la guarnición de un número aceptable de goles, salpicados aquí y allá, pero hay pocos partidos más en que se pueda decir que fue de verdad fundamental para la victoria. En las malas, el Madrid ha acabado siempre dependiendo más de Vinicius que de él. Y se ha tomado unas licencias en las funciones de presión al rival no compensadas con su aportación atacante. Se le ha esperado, se le espera aún, pero ya el Bernabéu le ha mandado un aviso: el día de la visita del Athletic la pantalla le mostró en su palco privado, donde estaba recluido por su feísima agresión en Vitoria, y cuando apareció su imagen se escuchó una pita bastante generalizada. Y no le ayuda que al PSG le haya sentado tan estupendamente su salida.
Esa es la situación cuando llegamos a este clásico en el que en ambos equipos hay jugadores que han dado más de sí que él en una temporada en la que se suponía que iba a ser la figura máxima. Si es tan grande como esperábamos (me incluyo) hoy es el día para reparar todo el déficit previo, la ocasión de cantar las cuarenta y dar la vuelta al campeonato. Este es uno de esos partidos ideales para ver lo que tienen dentro los delanteros de verdadero temple.
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