Uno de los 14 detenidos en la operación de la Guardia Civil en la que fue descubierto un narcotúnel en Ceuta aseguró a la jueza de la Audiencia Nacional María Tardón, que instruye la causa contra la trama que utilizaba esta galería subterránea para introducir grandes cantidades de hachís en la ciudad autónoma para después llevarlas a la Península, que los agentes del instituto armado presuntamente implicados cobraban entre 70.000 y 100.000 euros por alijo en función de su tamaño. En su declaración ante la magistrada, a cuya grabación ha tenido acceso EL PAÍS, el narcotraficante confeso también reconoce que una de las vías utilizada por la red para introducir la droga en Ceuta era, precisamente, este pasadizo clandestino, cuya entrada en una nave sin actividad del polígono de El Tarajal, muy cerca de la frontera con Marruecos, ayudó a localizar a los investigadores.

En su testimonio, el detenido, que se identifica como miembro de la organización que se encargaba de pasar droga oculta hasta la Península escondida en camiones, facilita el nombre, alias o características físicas de, al menos, tres agentes de la Guardia Civil que, presuntamente, facilitaban a la trama a superar los controles en el puerto para que los vehículos cargados del hachís pudieran embarcar en el ferri rumbo a puertos del sur de España.

El investigado, que se encontraba en prisión en el momento de su comparecencia, se había acogido a su derecho de no declarar cuando fue arrestado el pasado febrero, pero posteriormente mostró su disposición a colaborar con las pesquisas y pidió comparecer ante la jueza de la Audiencia Nacional. Según su relato, “decidió colaborar” en el cuartel, cuando se encontraba con una capitana, un capitán y un teniente de la Guardia Civil. “Estuvimos hablando de la Guardia Civil del puerto, los mecánicos y de las maneras que entraba la mercancía a Ceuta”, relató en la sede judicial. El investigado señaló a un agente, R. G., miembro del “grupo de mecánicos” como la persona que “llevaba la rienda de todos los guardias civiles”. “Él nos daba los días, nos facilitaba los días que podía trabajar, ¿sabes? Y cualquier información rara del puerto que si salían rojos o había algún chivato o cualquier cosa rara que él no le gustaba, nos informaba para que lo tuviésemos en cuenta”, manifestó.

El investigado indicó que otra persona, de la que solo proporcionó el nombre de pila, entregaba el dinero al guardia civil R.G. en función del volumen del cargamento de droga. “Dependiendo de la cantidad, cobraba un dinero u otros, entre 70 y 100.000 euros. Por ejemplo, el camión que cogieron en Marbella, 70.000 euros. Otros camiones que cogían más cantidad, 100.000 euros”, detalló.

El investigado también aseguró que había hablado a los investigadores del narcotúnel. “Aparte de la mercancía que entraba por la frontera del Tarajal, le dije que había otro método de entrada y que era por un túnel y estaba en el polígono del Tarajal”, contó. Según sus explicaciones, le preguntaron cuál era la nave en la que se encontraba y dio indicaciones para que la localizaran entre las construcciones “que más conectaban a la verja” y se situaban “más cerca de Marruecos y de las casitas”. Posteriormente, los agentes le solicitaron mandamientos judiciales para registrar las naves que había señalado y que permitieron localizar la infraestructura clandestina.

La existencia de un narcotúnel se conoció el pasado febrero después de que agentes de la Unidad de Reconocimiento de Subsuelo (URS) de la Guardia Civil localizasen la boca de la galería en la nave de una antigua marmolería que no tenía actividad desde que se produjo el cierre de la frontera en marzo de 2020, al estallar la crisis sanitaria de la covid-19. El negocio se encontraba en el polígono de El Tarajal, muy cerca de la frontera. Una trampilla daba acceso a un túnel apuntalado con maderos a 12 metros de profundidad con unas medidas de 40 centímetros de ancho por 60 centímetros de alto que, en algunos tramos, eran más amplias y permitían a una persona ponerse de pie, según detallan fuentes conocedoras del operativo policial. El pasadizo, que contaba con iluminación propia y un sistema de desagüe, fue construido hace años con la ayuda de maquinaria pesada y los conocedores del mismo lo comparan con las que construyen los narcos mexicanos para introducir droga en Estados Unidos desde ciudades fronterizas.

Las fuerzas de seguridad llevaban desde antes de la pandemia con la sospecha de que existía una galería de estas características por la que las organizaciones criminales abastecían a Ceuta de grandes cantidades de hachís procedentes de Marruecos. Esa conjetura se consolidó en diciembre de 2023, cuando la Guardia Civil interceptó en el puerto de la ciudad norteafricana, a punto de salir en ferri con rumbo a Algeciras (Cádiz), un camión que transportaba oculto entre deshechos 3.000 kilos de hachís, una cantidad de droga que superaba, con mucho, la que las tramas pueden colar a través de los pasos fronterizos legales o del doble vallado perimetral de la frontera.

Se inició entonces la llamada Operación Hades (en referencia al dios del inframundo en la mitología griega), dirigida por el Servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil. Tras más de un año de investigación, desembocó en una primera fase, desarrollada a finales de enero, en la que fue detenido el funcionario de prisiones y diputado de la Asamblea ceutí por el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC) Mohamed Alí Duas, así como dos agentes de la Guardia Civil. Los tres ingresaron en la cárcel por orden de la jueza de la Audiencia Nacional María Tardón. Desde entonces, la operación ha sumado otras dos fases y acumula ya 14 arrestos y 6.000 kilos de hachís intervenidos en los tres camiones interceptados hasta ahora. En la tercera fase se descubrió el narcotúnel.



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