La aproximación del papa Francisco a la guerra de Ucrania fue una sucesión de crisis diplomáticas. Sus múltiples posicionamientos relativizando el papel agresor de Rusia provocaron un distanciamiento entre Kiev, los fieles católicos de Ucrania y el Vaticano. León XIV ha iniciado su papado dando un giro de 180 grados, prodigándose en mensajes favorables a los intereses de Ucrania. El primer jefe de Estado al que atendió el Santo Padre en su entronización, el 18 de mayo en Roma, fue precisamente Volodímir Zelenski.

Francisco intentó mediar en el retorno a sus hogares de los miles de niños ucranios deportados a Rusia durante la guerra. León XIV quiere proseguir este esfuerzo, pero sobre todo ha hecho hincapié en la posibilidad de que el Vaticano organice próximas negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Tanto Kiev como la Casa Blanca han afirmado que lo ven con buenos ojos. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, descartó este viernes que el Kremlin acepte el Vaticano como lugar para reunirse, alegando que “no sería elegante para países ortodoxos [en referencia a Rusia y a Ucrania]”.

El presidente ucranio ha reiterado su convicción de que León XIV será un aliado para su país. En la primera bendición dominical como Santo Padre desde la plaza de San Pedro, el 11 de mayo, el Papa centró sus palabras en Ucrania: “Llevo en mi corazón el sufrimiento de mi amado pueblo ucranio. Que todo lo posible se realice para conseguir cuanto antes una paz verdadera, justa y duradera”.

El uso de estos tres adjetivos no es casual, es la principal exigencia ucrania y de sus aliados en un hipotético proceso para finalizar la guerra. Hay que alcanzar la paz, pero ni a cualquier precio ni rindiéndose a los intereses del invasor.

Francisco no demostró durante su papado que tuviera claro quién es el agresor y la víctima en esta guerra. Si bien en numerosas homilías pidió la paz y el fin de la guerra, también aportó valoraciones que dolieron a la opinión pública ucrania. En agosto 2022, en una audiencia en la Santa Sede, Francisco pidió orar por el pueblo ucranio porque, según él, este era víctima de “los que se benefician con las armas”. Rusia solo apareció en aquel sermón para lamentar la muerte de Daria Dugina, propagandista ultranacionalista rusa asesinada en un atentado que, según coinciden los servicios de inteligencia rusos y occidentales, fue orquestado por los servicios secretos ucranios: “Tantas víctimas inocentes pagan por la locura en todos los bandos. Pienso en la pobre chica a la que le explotó una bomba bajo el asiento de un coche en Moscú. Los inocentes como ella pagan por la guerra”. El Ministerio de Exteriores ucranio llamó a consultas al nuncio del Papa.

La guerra, según Francisco, no solo era culpa de intereses oscuros de la industria militar occidental, también lo era de la OTAN. Así lo dio a entender en junio de 2022 en una conferencia que impartió para la Compañía de Jesús: “Quizá, de alguna manera, la guerra fue provocada o no evitada”. El Papa mencionó una conversación con un jefe de Estado, al que evitó mencionar por su nombre, que le convenció de que la Alianza Atlántica era la responsable de la guerra. Este mandatario le mostró su preocupación “por cómo se estaba moviendo la OTAN”. “Le pregunté por qué y me respondió”, contó el Papa: “Están ladrando a las puertas de Rusia. Y no entienden que los rusos son imperiales y no permiten que ninguna potencia extranjera se les acerque”.

En abril de 2022, dos meses antes de aquellas declaraciones de Francisco, León XIV, por entonces obispo de Chiclayo (Perú), dejó clara su posición en una entrevista con el semanario Expresión: “Desde mi punto de vista se trata de una auténtica invasión imperialista, donde Rusia quiere conquistar un territorio por motivos de poder”. “Ya está comprobado, que hay crímenes contra la humanidad que se están cometiendo en Ucrania”, añadió el prelado.

“Herederos de la gran Rusia”

Los encontronazos entre Kiev y Francisco solo fueron a más. En agosto de 2023, durante una videoconferencia con jóvenes católicos rusos, el Pontífice alabó el imperialismo ruso, con palabras parecidas a las que ha utilizado Vladímir Putin para justificar la invasión: “Nunca olvidéis vuestra herencia. Sois los herederos de la gran Rusia: la gran Rusia de los santos, de los gobernantes, de la gran Rusia de Pedro el Grande, de Catalina II, de ese imperio, grande, educado, de tanta cultura y de tanta humanidad. Sois herederos de la gran madre Rusia; por eso, continuad adelante”.

La gota que colmó el vaso fue en 2024, cuando el papa argentino pidió a Ucrania que se rindiera: “Cuando ves que estás derrotado, que las cosas no van bien, debes tener el coraje de negociar, de levantar la bandera blanca”. Desde Ucrania se acumularon las críticas. “Nuestra bandera es amarilla y azul. Esta es la bandera por la cual vivimos, morimos y prevalecemos. Nunca alzaremos ninguna otra bandera”, dijo el entonces ministro de Exteriores, Dimitro Kuleba.

La confesión mayoritaria en las provincias occidentales de Ucrania, las tradicionalmente más patrióticas, es la greco-católica, una rama del cristianismo fiel a la Santa Sede. Su líder, el arzobispo Sviatoslav, emitió un comunicado insólito en 2023 criticando a Francisco, advirtiendo de que su posición estaba causando “una gran decepción en la sociedad ucrania”. “Confiamos en que las palabras del Santo Padre fueran expresadas de forma espontánea, sin ninguna voluntad de realizar análisis históricos, y menos para dar apoyo a las ambiciones imperialistas rusas”, escribió Sviatoslav, “pero compartimos el gran dolor que han provocado, no solo en nuestro episcopado, a los clérigos, monjes y fieles de nuestra Iglesia, pero también a otras organizaciones religiosas”.

Fuentes del equipo de Kuleba explicaron entonces a EL PAÍS que creían que la actitud de Francisco en la guerra respondía a una “visión desfasada del mundo, del antiamericanismo en América Latina durante la Guerra Fría, que veía como aliado a la Unión Soviética”. El escritor Javier Cercas, que en 2023 siguió a Jorge Mario Bergoglio para escribir El loco de Dios en el fin del mundo, analiza en el libro lo sucedido: “El Papa no pretendía aplaudir la invasión rusa de Ucrania ni animar a los jóvenes católicos rusos a sumarse a ella; no es menos obvio, sin embargo, que sus palabras fueron como mínimo torpes y sus ejemplos como mínimo infelices, y que él mismo se ha ganado a pulso todos los malentendidos con la tibieza de su postura frente a esa guerra”.

El apostolado de Francisco cayó en desgracia en Ucrania, su palabra y acción no era destacada. La llegada de León XIV ha sido, todo lo contrario, celebrada de forma exultante. Sviatoslav destacó con orgullo que fue el primer religioso fuera de la curia vaticana en reunirse con el Papa tras ser elegido el 8 de mayo: “Celebramos que el corazón del Papa late al unísono con el corazón de los ucranios. Sentimos que el Santo Padre nos honra y abraza nuestras tradiciones”.

El líder de la iglesia greco-católica aseguró que León XIV le transmitió las siguientes palabras: “Estoy con el pueblo ucranio. La Santa Sede continuará cuidando y aportando las condiciones necesarias para el diálogo y para acompañar al pueblo ucranio en este terrible momento de la historia”.

Las valoraciones desde Ucrania sobre León XIV no esconden su optimismo. “Creemos que el nuevo papa misionero es una gran noticia para Ucrania. Creemos que el Papa y la Santa Sede serán capaces de frenar a Putin”, comentó en las redes sociales Pavlo Vishovski, párroco de la catedral católica de San Nicolás, en Kiev. Danilo Lubkivksi, director del Foro de Seguridad de Kiev, valoró desde su columna en el medio Espreso que sus primeras palabras “han traído alivio y muchas muestras de esperanza”.

La muestra más contundente de apoyo sería una visita apostólica de León XIV a Ucrania. Tanto Zelenski como la Iglesia greco-católica han invitado al Papa a ello. El Vaticano afirma que todavía es pronto para decidirlo.



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