El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, defiende a capa y espada su decisión de aceptar el regalo de un avión Boeing 747-800 de lujo ofrecido por la familia real de Qatar para que haga las funciones de Air Force One, el avión oficial del jefe de Estado. “Sería estúpido” no recibirlo, ha asegurado en unas declaraciones a la prensa en el Despacho Oval antes de comenzar una gira por el golfo Pérsico que le llevará a Arabia Saudí, a Qatar —el país que le agasaja con la aeronave— y a Emiratos Árabes Unidos. Pese a la opinión del republicano, la posibilidad del obsequio, valorado en unos 400 millones de dólares (unos 375 millones de euros), ha desatado un aluvión de críticas, de denuncias sobre tráfico de influencias y de interrogantes éticos, incluso entre sus simpatizantes más acérrimos.

“Creo que es un gran gesto de Qatar”, sostuvo Trump, en una comparecencia junto a su secretario de Salud, Robert Kennedy, para presentar un plan de rebaja de precios de los medicamentos. “Se lo agradezco mucho. Yo no rechazaría nunca ese tipo de oferta”, confirmó mientras arremetía contra ABC News, la cadena de televisión que primero informó sobre el regalo.

La opinión del presidente choca frontalmente con la doctrina que habían mantenido hasta ahora las sucesivas administraciones estadounidenses. La Constitución del país es clara: su llamada “cláusula de emolumentos” prohíbe que los funcionarios y altos cargos del país reciban regalos de gobiernos extranjeros, salvo que lo permita el Congreso. Ese veto busca cerrar cualquier posibilidad de soborno por parte de líderes de otros países y evitar interferencias ajenas en las decisiones del Gobierno de EE UU. Habitualmente, los jefes de Estado extranjeros y los presidentes de EE UU se intercambian pequeños obsequios en las visitas de Estado, pero su valor es relativamente reducido y cumplen sin problemas los estándares que autoriza el Capitolio.

El regalo más caro

En este caso, se trataría del regalo más caro aceptado jamás por un presidente estadounidense, por una enorme diferencia. Pero los abogados del Estado y el Departamento de Justicia han decidido que es legal recibirlo. La idea sería, según ABC News, que el avión se entregara a la Fuerza Aérea estadounidense, de la que depende el Air Force One y que se encargaría de ponerlo a punto para que cumpliera las estrictas medidas de seguridad de una aeronave presidencial. Antes de que acabara el mandato de Trump, en 2029, el Pentágono cedería el Boeing 747 a la biblioteca presidencial del republicano, que podría usarlo a título personal.

Trump culpa de la situación al gigante aeronáutico Boeing, que tiene firmado un contrato para fabricar dos nuevos Air Force One que reemplacen a los actuales, que tienen más de 40 años y ya están muy achacosos. Pero la producción de esas aeronaves se ha visto salpicada de retrasos, y el presidente estadounidense había ido dando a conocer su irritación de manera muy pública.

Los cataríes, según Trump, “han dicho que les gustaría hacer algo” para ayudar “y si pueden aportar un 747 para que lo use el Departamento de Defensa”. El presidente no se plantea la posibilidad de pagar el coste del avión. “Nosotros damos cosas gratis, así que aceptaremos una que también lo es”.

En un comentario en sus redes sociales, el presidente estadounidense ya había tratado de justificar que el líder de la primera economía del mundo acepte un regalo por valor de cientos de millones de dólares de un emirato que ya se ha visto envuelto en otros casos de sospechas de corrupción, incluido el escándalo Qatargate de 2022 en el Parlamento Europeo o las denuncias sobre la candidatura de ese país para organizar el Mundial de fútbol de 2022.

“El hecho de que el Departamento de Defensa reciba un Regalo, TOTALMENTE GRATIS, de un avión 747 que sustituya al Air Force One que ya tiene 40 años, de manera temporal, en una transacción muy pública y transparente, molesta a los Corruptos Demócratas que insisten en que paguemos Un Montón de Dólares por el avión”, escribió el republicano en su red social, Truth, el domingo por la noche. “¡Cualquiera puede hacer eso! ¡Los demócratas son unos perdedores de clase mundial!”, apostilló.

Los demócratas se han lanzado a reclamar que Trump renuncie al obsequio o que, al menos, lo pague. La oposición y las organizaciones no gubernamentales centradas en las buenas prácticas del Gobierno señalan que recibir un regalo de este tipo suscita graves cuestiones éticas. En particular, dados los negocios que la familia del presidente desarrolla en los Estados del golfo Pérsico.

“Incluso en una presidencia definida por los chanchullos, este paso es chocante”, ha declarado Robert Weissman, copresidente de Public Citizen, una organización defensora de los consumidores, al periódico The New York Times. “Deja claro que bajo Donald Trump, la política exterior de Estados Unidos está en venta”.

No son los únicos que critican al presidente. Incluso en los círculos trumpistas han surgido voces que se declaran en contra de la transacción. “Si las informaciones que se han publicado son correctas, esto es preocupante… Qatar no es nuestro amigo”, declaró la activista y bloguera Laura Loomer, una de las voces a las que el presidente presta especial atención, al digital Politico.

“Entiendo que no se quiera cargar al contribuyente estadounidense con 400 millones de dólares. Pero va a complicar la política exterior sobre la designación de los Hermanos Musulmanes como una organización terrorista, algo que se prometió y no se cumplió en el primer mandato de Trump. Es la gran cuestión pendiente en el viaje de Trump a Oriente Próximo”, agregó Loomer.



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