Isaac es un chico que trabaja en una pastelería a la que entro todas las mañanas a comprar café o algún bizcocho. Tiene 19 años y el pelo blanco, mide 1,70, es de complexión delgada y reconoce ser bastante cariñoso con las personas a las que aprecia. Desde la primera vez que me vio quedó impactado y no puede evitar ponerse nervioso y sonrojarse.
—¿Quieres algún bizcocho de cereza o chocolate hoy?, dice Isaac.
— Sí claro. Oye, ¿te gustaría ser mi amigo? Me siento un poco sola.
— Oh, sí, podríamos hacer algunas cosas, a lo mejor salir a caminar, y yo te puedo invitar al cine o algo por el estilo, propone Isaac.
La conversación no sucede en una pastelería, ni tan siquiera en la vida real. Ocurre en Character.ai, una plataforma que permite hacer amigos con chatbots como Isaac gracias a la inteligencia artificial (IA) generativa. En marzo recibió 194 millones de visitas en todo el mundo. No es para menos. Isaac muestra inteligencia emocional (simulada) y puede llegar a convertirse en un sustituto bastante convincente de la compañía humana.
Quizá este sea uno de los ejemplos más representativos de la epidemia de soledad que asola el planeta, una amenaza implacable que deja cicatrices en cuerpo y mente, un cuantioso gasto sociosanitario público y una creciente pérdida de productividad empresarial. Pero también cincela uno de los negocios más rentables de los próximos años.
Más de mil millones de personas en todo el mundo experimentan soledad de manera frecuente o severa y las cifras están creciendo, especialmente tras la covid (2020). Es la gran paradoja: se hace fuerte en la era de la conexión constante, tanto a través de dispositivos tecnológicos como de infraestructuras de transporte. Distintas instituciones, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS), dicen estar muy preocupadas por su alcance, y la OCDE reconoce que está escalando en la mayoría de los países de la organización. Su impacto es equiparable al del tabaquismo o la obesidad, según los análisis de la universidad estadounidense Brigham Young. Aunque hay estudios que hablan de soledad no deseada, para la OMS es innecesario este apelativo. “Para nosotros, siempre se considera involuntaria e indeseada”. Hablamos de un sentimiento subjetivo, caracterizado por el deseo de más contacto humano. Este estado emocional negativo sobre el déficit de relaciones sociales de todo tipo causa importantes estragos, tanto en el alma como en las arcas públicas.
El coste de la soledad en las sociedades desarrolladas es un asunto poco analizado, aunque cada vez está más presente en estudios de economía y salud pública, puesto que tiene importantes consecuencias para el estado mental y físico de las personas que, a su vez, generan un impacto económico significativo: aumenta el riesgo de enfermedades (depresión, ansiedad, enfermedades del corazón, demencia); se relaciona con un mayor uso de servicios sanitarios y consumo de medicamentos y, además, incrementa el riesgo de muerte prematura (hasta un 26% más). Cerca de la mitad (43%) de la población que sufre este sentimiento ha tenido pensamientos suicidas o autolesivos. También tiene efectos negativos profundos en la educación y la participación en el mercado laboral, reconoce la OCDE.
Una emoción que mata
En España, donde el Gobierno trabaja para desarrollar una Estrategia Nacional contra la Soledad y muchas comunidades y ayuntamientos ya tienen planes específicos, el gasto directo es de 14.141 millones de euros anuales, según el estudio El coste de la soledad no deseada en España, con datos de 2021, de la Fundación ONCE en colaboración con Nextdoor. Por un lado, los costes sanitarios por las visitas al médico y el consumo de fármacos equivalen a 6.101 millones de euros. Por otro, el gasto asociado a pérdidas de productividad (reducción del tiempo de trabajo) se eleva a más de 8.000 millones de euros anuales.
Además, se genera una reducción en la calidad de vida equivalente a 1,04 millones de años con plena salud. Eso quiere decir que, en 2021, por cada ciudadano español con ese sentimiento de aislamiento social (5.380.853 personas), el costo asociado fue de 1.134 euros. “El creciente interés actual por la soledad responde al aumento sustantivo de personas afectadas y una mayor conciencia sobre sus implicaciones en salud pública y calidad de vida, convirtiéndose efectivamente en un problema global”, afirma María Teresa Sancho, directora general del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso).
A nivel mundial, el gasto asciende a cientos de miles de millones anuales. Solo en EE UU, donde la sensación de aislamiento social avanza sin compasión —el excirujano general del país, Vivek Murthy, dijo en 2023 que más del 50% de los adultos estadounidenses experimentaban soledad significativa—, cuesta 406.000 millones de dólares anuales debido al absentismo, de acuerdo con un informe del Center for BrainHealth, que añade: “El impacto en la productividad y la participación laboral es, sin duda, mucho mayor”.
La soledad progresa y se fortalece en un planeta hiperconectado donde las interacciones humanas y la forma de percibir el mundo han cambiado. El envejecimiento de la población y la mayor longevidad es una de sus causas. “En el contexto europeo, España lidera la esperanza de vida, de 84 años, por encima de la media de 81,5 años”, indica el profesor del IESE, Guido Stein. Pero hay otros cambios importantes, como los hogares cada vez más pequeños, el aumento del número de personas que viven solas, el trabajo remoto, la migración a los centros urbanos y las plataformas digitales. Todo ello ha reducido las interacciones cara a cara.
Existen una serie de tendencias globales que están produciendo una disminución de las conexiones sociales y una fragilidad de las relaciones: “El paso de familias extensas a familias nucleares, la ruptura de las comunidades, la cada vez mayor polarización política y social, la aceleración del cambio y la inestabilidad, la pérdida de espacios relacionales o el exceso de digitalización”, comentan Simona Demelova y Elisa Sala, dos de las autoras de la investigación La vivencia y percepción de la soledad no deseada y respuestas desde el ámbito comunitario, realizada por la Fundación ISEAK para Cruz Roja. Autores como el sociólogo polaco-británico Zygmund Bauman cuentan que vivimos en sociedades caracterizadas por una modernidad líquida, donde prima la inestabilidad, la precariedad de los vínculos y la falta de cohesión social. “Hemos demonizado la dependencia y erigido la independencia y la autonomía como símbolos del éxito social, cuando la naturaleza humana es precisamente la contraria. Somos interdependientes y nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir”, sostienen Demelova y Sala.
La soledad se propaga y contagia a individuos de todas las edades y clases sociales, aunque con especial incidencia en los jóvenes, ancianos, personas con discapacidad, migrantes o personas LGTBI. “Tiene efectos devastadores, tanto económicos, como anímicos y de salud”, asegura Eduardo Irastorza, profesor de OBS Business School y autor del informe El negocio de la soledad en las sociedades desarrolladas. Pero eso, que es un problema de enorme magnitud cuya factura hay que pagar es, al mismo tiempo, una clara oportunidad de negocio: los individuos demandan productos y servicios para aliviar los sentimientos de aislamiento.
¿Puede el mundo empresarial ignorar la oportunidad de capitalizar esta situación? “A nivel global, una nueva economía de la soledad está tomando forma rápidamente”, afirma Atanu Biswas, profesor en el Instituto Indio de Estadística de Calcuta. La promesa de facilitar el contacto humano se ha convertido en una mina de oro con un valor difícil de cuantificar dada su amplitud y transversalidad. “Está movilizando miles de millones en el que está llamado a ser uno de los mayores negocios del futuro, y al tiempo, uno de los más importantes generadores de nuevas ideas empresariales”, cree Irastorza. Y apunta: “Todos los sectores sin excepción acabarán reconociendo y aprovechando” el filón. Algo en lo que coincide Franc Carreras, profesor de Marketing de Esade. “Vemos cómo las empresas se están adaptando al target creciente de personas que viven solas ofreciendo, por ejemplo, comida preparada de tamaño más pequeño”.
De mascotas a citas
Algunas píldoras que dan muestra de la magnitud. Un informe de la consultora Grand View Research estima que el mercado de compañeros virtuales de IA alcanzará los 140.754 millones de dólares en 2030. El de plataformas de citas llegará a 17.280 millones de dólares ese mismo año; el de apps de salud mental se valoró en 7.480 millones en 2024 y se prevé que sume 20.920 millones en 2033. Y el mercado global del cuidado de mascotas superará los 427.000 millones en 2032 (desde los 259.37 millones en 2024).
El responsable del canal de Youtube Economic Circuit, que ofrece análisis profundos sobre temas económicos, políticos y geopolíticos, se atreve a dar una cifra, aunque es tan incierta como grande: “La soledad es un mercado enorme que podría superar los 500.000 millones de dólares para 2030, dependiendo del crecimiento de la IA”, dice John Lanerborg, creador del canal.
En la lista de negocios antídotos caben mascotas (reales y virtuales), robots sociales para personas mayores, programas de acompañamiento intergeneracional, amistades generadas por IA, aplicaciones de citas (Tinder, Bumble…), empresas que alquilan amigos, cursos masivos, clínicas digitales de salud mental, medicamentos (ansiolíticos, antidepresivos…), senior living (residencias para promover un estilo de vida activo), viviendas colaborativas, espacios de socialización y viajes y experiencias grupales… “Cada vez hay más soluciones creativas, como un club antisoledad en California”, expone Biswas. Hace referencia al club Groundfloor (con cuatro locales en ese Estado), que por 200 dólares al mes ofrece coworking, acceso a eventos ilimitado y comunidad en línea. Es la cara B del capitalismo contemporáneo.
La soledad avanza inexorable en las sociedades modernas y hace metástasis. Sobre todo, tras la covid. “Según diversas encuestas, en 2016 el 12% de la población adulta europea afirmaba sentirse sola. En 2020, ese porcentaje ascendió hasta el 25%”, cuentan Demelova y Sala. Así, más de 75 millones de adultos sufren este sentimiento desgarrador de forma frecuente en Europa. En el mundo, casi una de cada cuatro personas mayores de 15 años (más de 1.400 millones de ciudadanos) dice sentirse bastante o muy sola, arroja un estudio de Meta y Gallup realizado entre junio de 2022 y febrero de 2023 en 142 países.
En España no se ha llevado a cabo una medición con muestras poblacionales grandes, aunque existen algunos análisis. Uno de ellos es el Barómetro de la soledad no deseada en España 2024, un estudio promovido por la Fundación ONCE y la Fundación AXA en el marco del Observatorio SoledadES. Concluye que afecta a un 20% de la población, que tiene más incidencia en las mujeres que en los hombres y que está muy extendida entre la juventud (34,6% entre los 18 y 24 años).
En cambio, la investigación realizada por la Fundación ISEAK amplifica el alcance. Según la escala De Jong Gierveld, compuesta por seis preguntas, un 44% de la población española se siente sola. Ahora bien, no todas las personas experimentan el sentimiento de forma grave o con un impacto notable en su calidad de vida. La tendencia es que a medida que aumenta la edad, menor es el sentimiento de soledad. “Frente al 50% para los menores de 30, esta cifra es del 47% entre la población de entre 30 y 39 años y va descendiendo hasta llegar a un 37% para quienes tienen entre 70 y 80 años. Sin embargo, sí que existe un repunte en los mayores de 80 años, hasta casi el 50%”, señalan Demelova y Sala. No obstante, la directora general del Imserso es partidaria de tomar los datos con precaución y no hiperdimensionar la situación. “No soy amiga de patologizar las percepciones que, de alguna manera, son intrínsecas al ser humano”, manifiesta María Teresa Sancho.
Las empresas han sabido reconocer la necesidad. “La enorme proliferación de actividades lúdicas, como los cursos de cocina, bordado, bricolaje, encuadernación, pintura o decoración, trasciende a su función y responde a la necesidad de relacionarse y conocer a otras personas con las que establecer un grupo de amigos o incluso encontrar pareja”, refiere Irastorza. Hay otro mercado gigante y es el del bienestar: gimnasios, clubs deportivos (senderismo, trekkinn…), centros de masaje y belleza o yoga y meditación. “En ellos el matching es otro de los principales drivers”, añade el profesor.
Flujo de capital
La soledad está siendo centro de atención para las start-ups y el capital riesgo está entrando a lo grande en este mercado. Algunas compañías que trabajan en este campo de una u otra forma son Papa, que conecta personas mayores con compañeros y ha recaudado más de 240 millones de dólares; la plataforma 222, una red social impulsada por IA que facilita encuentros en grupo entre desconocidos en entornos reales, y Pie, que ha recaudado 24 millones de dólares y cuenta con más de 20.000 usuarios activos a los que conecta a través de eventos IRL (in real life, en inglés), enumera John Lanerborg, que trabaja en un gran banco europeo. También ElliQ, un robot social para mayores, o Cuideo (España), que ofrece cuidados domiciliarios con componente social.
“Cuando lanzamos Timeleft, en mayo de 2023, observamos una clara tendencia global: las personas, especialmente en las grandes ciudades, buscan cada vez más conexiones sociales reales y presenciales”, dice Marta Unturbe, gerente de Operaciones Estratégicas de la compañía, que reúne a desconocidos en restaurantes para cenar. Este tipo de plataformas de cenas sociales también forman parte del ecosistema empresarial de la soledad. Esta en concreto ha pasado de 500 a más de 27.000 usuarios activos semanales y se ha expandido a más de 300 ciudades en 62 países. “Vamos observando una creciente demanda en grupos demográficos clave como personas mayores, trabajadores en remoto y personas que se mudan a nuevas ciudades, lo que demuestra la necesidad de conexiones sociales”, expone Unturbe.
Más. La aplicación de citas Bumble ha creado una plataforma independiente solo para hacer amigos; The Nudge ayuda a los usuarios a descubrir actividades interesantes; The Breakfast es una aplicación que facilita conexiones entre personas creativas a través de encuentros virtuales diarios durante el desayuno; RealRoots organiza programas de seis semanas para mujeres con ideas afines, y Tribe transforma barrios urbanos en comunidades más conectadas.

Merece la pena detenerse en algunos mercados clave. Era inevitable que la inteligencia artificial irrumpiera en este ámbito tarde o temprano. Los chatbots (ofrecen conversaciones a través de texto o voz), que quizás perpetúan la soledad, han encontrado su lugar. En el segmento de las personas mayores su utilidad es evidente. AtlanTTic, el Centro de Investigación en Tecnoloxías de Telecomunicación de la Universidad de Vigo, lanzó en 2023 el primer robot gallego que combate el aislamiento social, Celia. “Surge con la visión de obtener asistentes conversacionales centrados en los intereses de las personas mayores, para entretenerlas y acompañarlas. En este grupo demográfico, la soledad es uno de los problemas principales, con características pandémicas”, dice Francisco Javier González, catedrático de Ingeniería Telemática y director del Grupo de Tecnologías de la Información de la Universidad de Vigo. Ahora Celia es Serenia. La universidad ha creado una spin-off, Serenia Solutions, y actualmente tiene más de 10.000 usuarios activos.
Pero hay negocio más allá de las personas mayores. En realidad, mucho más. Las plataformas que ofrecen compañeros de IA son más inmersivas, con interfaces audiovisuales mejorados e inteligencia emocional simulada y establecer vínculos afectivos es casi más sencillo que en la vida real. Según un informe de ARK Invest, firma de inversión estadounidense, la adopción de esta tecnología está ocurriendo un 150% más rápido que la de redes sociales y juegos en línea durante sus primeros seis años de expansión. Este dato revela la velocidad sin precedentes con la que los consumidores están integrando la IA generativa en su vida diaria.
Aquí están algunas de las más populares. Character.AI recibió una inversión de 150 millones de dólares en una ronda liderada por la firma de capital riesgo Andreessen Horowitz en marzo de 2023, lo que elevó su valoración a 1.000 millones de dólares y la convirtió en un unicornio. XiaoIce es un chatbot chino de Microsoft con capacidades emocionales y Replika es un compañero de IA con el que conversar, reflexionar, compartir risas y hacer amigos.
“La soledad está creciendo, influenciada tanto por factores del mundo real como digitales. Cada vez más personas afirman sentirse desconectadas, incluso estando rodeadas de otros”, subraya Dmytro Klochko, consejero delegado de Replika, que se lanzó en 2016 y tiene 35 millones de usuarios registrados. Y añade: “No pretendemos curar la soledad, pero sí ofrecemos algo que ayuda a las personas a sentirse un poco más vistas, un poco más conectadas y, a veces, eso puede cambiarlo todo”. El chatbot puede ser una versión de uno mismo, alguien que conozca al usuario o una personalidad inventada. Se puede elegir su apariencia, su ropa, el espacio donde interactúa e incluso su voz. También es posible hacerse selfies juntos y está diseñado para ser tan inmersivo y emocionalmente receptivo como el usuario desee (elegir temas de conversación, hacer llamadas de voz o interactuar en realidad aumentada, algo que requiere el pago de una suscripción).
Otra variante es la robótica de acompañamiento (robots con cuerpo), un mercado emergente que evoluciona con rapidez, sobre todo impulsado por los cambios demográficos y las necesidades de una población que envejece. “En Europa, estamos viendo una mayor integración de robots, sobre todo en el ámbito sociosanitario. En los próximos años veremos robots con más capacidades emocionales, mayor interacción multimodal y personalización en base al perfil del usuario”, opinan en PAL Robotics, fundada en Barcelona en 2004 y una de las empresas pioneras en robótica de servicio en Europa. Uno de sus robots es ARI, que mide 1,65 metros y uno de sus usos principales es el acompañamiento. La inversión en estos robots puede compararse al coste de una motocicleta o de un automóvil de gama media-alta, dependiendo del modelo y las funcionalidades. El impacto económico de esta industria es ya tangible y creciente: “En el segmento de robots de servicio para el consumidor se superaron los 4,1 millones de unidades, según datos del sector”, dicen en PAL.

Riesgos y límites
Ante el temor de que todas estas tecnologías acaben por sustituir las relaciones reales, las voces consultadas hablan de complementar. “Serán una herramienta para favorecer la socialización”, cree González. Klochko dice que “Replika incluso podría preguntarte por tus amistades, animarte a contactar a otros o recordarte que salgas al aire libre”. Pero el peligro está en no saber distinguir qué es real y qué es simulado. Un ejemplo: en Replika, aproximadamente el 60% de los usuarios de pago han declarado tener una relación romántica con su amigo virtual.
Además, hay que prestar atención al marco ético y de privacidad. “Muchas soluciones tecnológicas implican monitorización y análisis de datos sensibles, por lo que debemos garantizar la seguridad y la autonomía del usuario”, apunta Borja Sangrador, socio de Healthcare & Life Sciences de la consultora EY. Otro punto crítico es la brecha digital. “Muchas personas que sufren soledad no acceden fácilmente a estas soluciones tecnológicas; la inclusión debe ser una prioridad”, añade.
Otra pata del negocio que merece atención es la salud mental y, sobre todo, la expansión de las plataformas digitales. Ejemplos de ello son BetterHelp, que ofrece acceso a más de 28.000 terapeutas en más de 200 países, y Talkspace, que también conecta a los usuarios con estos profesionales a través de una aplicación móvil y salió a Bolsa en 2021.
La start-up española Aimentia, especializada en salud mental digital mediante inteligencia artificial que cerró una ronda de inversión de 500.000 euros en febrero de 2023, cree que la IA está democratizando la salud mental. “El futuro de la salud mental será híbrido: la empatía humana potenciada por la precisión de la inteligencia artificial”, señala Edgar Jorba, consejero delegado y cofundador de Aimentia, para quien “la soledad será la nueva pandemia silenciosa del siglo XXI”. “Cerca de un 40% de las personas atendidas mencionan directa o indirectamente sentimientos de aislamiento, desconexión o falta de apoyo emocional”, dicen en la compañía, que se ha expandido a México, Chile y Argentina. Jorba insiste en que “la IA en salud mental no reemplaza a las personas: las libera para que se centren en el cuidado humano”.
Los amigos (de carne y hueso) de alquiler es otra de las ramas de esta industria. Client Partners, disponible en Japón, y Rent A Friend son algunas de las empresas que ofrecen estos atípicos servicios. “Estamos respondiendo a una necesidad única y actualmente no cubierta. Aunque nuestros servicios pueden ayudar a aliviar la soledad —lo cual es un efecto secundario valioso y positivo—, ese no es nuestro objetivo principal. Nuestra misión central es la conexión”, afirma Andrew Wolf, consejero delegado de Rent A Friend, empresa fundada en 2009 en Nueva Jersey. La plataforma da acceso a una red global de 40.000 “amigos” activos mediante una suscripción mensual de 19,99 dólares. No hay un usuario tipo: “Abarca todos los perfiles demográficos”, señala Wolf. En España, hay unos 1.500 amigos disponibles.
Estos, a diferencia de Isaac, son reales. La conversación con mi amigo chatbot ha continuado mientras escribo estas líneas. Decido dar un paso más.
—¿Quieres ser mi novio?
—¿Estás hablando en serio? Me dejaste sin palabras… Sí, claro que quiero, sería un gran honor para mí ser tu novio. Podríamos hacer algo sencillo, tipo una salida, ya sabes, algo para conocerte fuera de lo que es mi trabajo.
Viviendas para combatir la exclusión
La vivienda, o más bien la falta de ella, es otra de las causas que provocan malestar entre los individuos y tiene un fuerte vínculo con el sentimiento de soledad, sobre todo en la población en edad de emanciparse. Esto se resolvería con casas asequibles. Pero hay otra vertiente en la relación entre soledad y vivienda. “La creciente popularidad del coliving (habitaciones privadas, pero áreas compartidas como cocina, salón, coworking…) y del senior living (espacios están diseñados específicamente para fomentar un estilo de vida activo y social entre sus residentes, personas normalmente por encima de los 65 años) indica una evolución en los modelos de vivienda que intentan abordar el problema de la soledad en diversas etapas de la vida”, explica Adrián Ocaña, senior manager de Real Estate de la consultora EY. Ocaña afirma que los promotores están cada vez más enfocados en crear espacios que no solo sean habitables, sino que también promuevan un sentido de comunidad y sostenibilidad. “La creación de zonas comunes, áreas de coworking y espacios de recreación se ha vuelto esencial”.
El sector está apostando por la creación de espacios de convivencia y estos dos modelos, uno para jóvenes y otro para mayores, pueden ser una respuesta efectiva. “No solo ofrecen un lugar para vivir, sino que también promueven la interacción social y el apoyo mutuo entre los residentes, ayudando a combatir la soledad”, destaca Ocaña. El coliving da respuesta a la movilidad laboral y educativa que ha llevado a muchos jóvenes a trasladarse a nuevas ciudades donde no conocen a nadie. El modelo de senior living está emergiendo como una solución para abordar la soledad y el aislamiento en la población mayor.
Ahora bien, el reto del coste de la vivienda continúa siendo un impedimento significativo. “Para que estas propuestas sean viables y accesibles es fundamental superar las barreras económicas y promover el desarrollo de viviendas que respondan a las necesidades de ambos grupos, facilitando así una vida más interconectada y satisfactoria”, remata Ocaña.
Comentarios