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En el sábado más bien mustio de París, se cierra el recorrido de Paula Badosa en esta edición: 6-1 y 7-5 (en 1h 33m) frente a la australiana Daria Kasatkina. No sorprende. La española, de 27 años, ya advertía en la antesala del torneo que había venido en perfil bajo, con “cero expectativas” y sin mayor pretensión que la de acumular kilometraje para seguir readaptando su cuerpo —la espalda, mayormente— a la alta competición. Misión cumplida. Son tres partidos y dos victorias, que no es menor recompensa dado que solo había podido disputar dos duelos durante los dos últimos meses y medio, obligada otra vez a frenar. Sin embargo, duele. Siempre duele porque, subraya, tiene “mal perder”.

Se ha llevado el primer juego, pero enseguida se le ven las costuras a una competidora a la que le falta ritmo. En un abrir y cerrar de ojos cede el primer set y existe debate en el segundo, pero Kasatkina acaba imponiendo sus tiros y su punch físico. Perfectamente consciente de su realidad, se marcha mosqueada de la Simonne Mathieu porque hoy por hoy, llega hasta donde podía llegar. Mira Badosa en perspectiva. “Físicamente, estoy muy lejos del nivel que quiero estar, y hoy se ha notado. Ella, obviamente, no es tonta. Iba a hacer un partido físico y más viendo cómo terminé el otro día. Y lo ha hecho, ha sido lista. Yo no llegaba a las bolas. Pero ya venía al torneo así”, recuerda.

Pero de rendiciones nada. Simple y llano realismo. Ella no está todavía y Kasatkina (17ª) sabe competir sobre arcilla. Tiene tiros y olfato, sabe enredar. Enfrenta tenía hoy a una rival sin chispa, corta aún de rodaje. Badosa necesita tiempo. En otro momento, el tropiezo hubiera supuesto una mayúscula decepción, probablemente autocastigo, pero no así esta vez. “Que haya podido jugar tres partidos es positivo y ojalá dentro de un mes pueda ir con otras expectativas a Wimbledon. Aquí no venía con ninguna, la verdad”, reitera ante los periodistas; “ahora mismo, la decepción es más grande, pero supongo que en un rato o mañana lo voy a ver diferente. Soy así, muy competitiva”.

Badosa tuvo que frenar de nuevo en marzo, coincidiendo con el torneo de Miami, debido a la lesión crónica que arrastra en la espalda. A partir de ahí, renuncias varias y tan solo dos partidos en Estrasburgo; ante Bouzkova —triunfo por abandono de la checa— y Liudmila Samsonova —derrota en tres sets—. Aterrizó, pues, limitada en el Bois de Boulogne, donde ofreció un buen tono en la primera ronda, frente a Noami Osaka, y salvó a base de corazón el segundo compromiso, contra Elena-Gabriela Ruse. Con lo cual, dice, “el balance es positivo”. “He ganado dos buenos partidos a tres sets, largos, jugando buen tenis”.

Kasatkina no le ha regalado nada y la caída entra dentro de la lógica. Se impone, por tanto, recuperar el físico y ese estupendo tono que exhibió a comienzos de año, cuando logró progresar hasta las semifinales del Open de Australia. Con la gira de hierba a la vuelta de la esquina, una vez se haya resuelto el grande francés, se probará en un par de torneos (Berlín y Bad Homburg) y luego desembarcará en Wimbledon. Si su espalda se lo permite. Vive Badosa al día desde hace tiempo y ahora más si cabe. Dice que la experiencia está enseñándole a saber cuándo parar, a interpretar mejor los tiempos. Y, ya lo avisaba, estaba claro, este Roland Garros no era el lugar.

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