A mediodía, Paula Badosa accede a la sala con paso firme y rebelada: a cada golpe propuesto por su espalda, reacciona levantándose. No podrá conmigo este sube y baja, transmite la española, en la reserva durante casi dos meses y de vuelta ahora en París, previo paso por Estrasburgo. El cuerpo ha respondido en el ensayo previo a Roland Garros, aunque se impone el realismo y la erosión “cansa”, contesta a este periódico. “Anímicamente, me cuesta un poco, sobre todo porque trabajo mucho para llegar al nivel donde lo dejé [en enero, con las semifinales de Australia]. Y es duro, porque haces un proceso muy largo. Entonces estaba muy bien, pero de repente, tienes que parar otra vez”, relata.
Empezó Badosa el curso como un tiro, luciendo pegada y decisión en las pistas de las antípodas, pero luego reapareció el azote y con él los descartes: adiós en plena competición a Miami, luego Charleston, después Stuttgart y tampoco llegó a Madrid ni Roma. Es decir, palos y más palos para ella, quien aun así se pone firme y planta cara a la lesión crónica que arrastra desde hace un par de años en la zona lumbar, cuando la L4 le crujió en el Foro Itálico. “Y ya no es solo parar, sino que ahora tienes que volver. Sé que me quedan semanas complicadas, partidos que en otro momento no perdería y que ahora los voy a perder. Y a mí me cuesta mucho llevar toda esa frustración, porque soy muy competitiva”, expone.
Difícil caso el suyo, pero la mente es hoy más fuerte. Le gusta demasiado esto, adrenalina para ella. “Es complicado eso de despertarte un día más cansada de lo normal y cuando ya has pasado por este proceso se hace duro, una montaña, pero es lo que siempre digo: me compensa mucho el competir, el volver, el largo plazo y el pensar, bueno, va, Paula, aguanta ahora que van a venir cosas buenas”, prosigue la de Begur, que pese a las ausencias sigue entre lo granado del circuito, décima del mundo y ante un estreno de altura en Roland Garros, porque el lunes estará enfrente nada más y nada menos que Naomi Osaka; fuera de hábitat sobre tierra, pero siempre peligrosa.
La japonesa no estuvo lejos el año pasado de tumbar a Iga Swiatek, la tetracampeonísima, y nunca se sabe. En todo caso, Badosa no mira tanto a la de enfrente como al espejo. “Pensé que es un partido más. Obviamente, es una gran jugadora; ha ganado cuatro Grand Slams volvió hace dos años de su maternidad y ahora [49ª] está cerca de ser cabeza de serie, pero tampoco es una… [se lo piensa]. Me preocupo por mí misma, por cómo está mi espalda. Y, si mi espalda responde, no me preocupa mucho la rival”, concede ante los periodistas, con su técnico y fiel escudero, Pol Toledo, interesándose siempre desde la silla por el discurso y por dónde respira su jugadora: positividad.
Solo un partido
“Yo creo que me están poniendo a prueba desde ahí arriba, porque la paciencia…”, bromea, al tiempo que dice no estar redescubriéndose porque, en realidad, hay muchas Badosas concentradas en una sola. “Comparado con la última vez que volví, igual no se ve desde fuera, pero por dentro estoy más tranquila conmigo misma y eso es lo que más me gusta de esto. Dudar menos de mí. Ahora he vuelto sin pensar que no voy a ser capaz, esas palabras ya no están en mi cabeza y creo que eso es algo muy muy importante”, apunta la catalana, de 27 años y que a principios de marzo volvió a figurar entre las diez mejores, tras un esperanzador inicio de temporada.
Acabó también la anterior en plena forma y mereció el premio al Mejor Retorno, pero se impone de nuevo la cautela. Paso a paso, malas consejeras las prisas. “Sé que volveré a estar al nivel más alto, pero no sé cuándo”, indica. “Ahora debo ser realista. Si fuera ilusa y quisiera soñar, diría que afronto este torneo como si fuera el Open de Australia. Y no es la realidad. Quizás si hablásemos de Wimbledon [a finales de junio]… Pero ahora no es así. Solo jugué un partido completo en los últimos dos meses y medio, así que lo importantes es jugar aquí tantos partidos como sea posible. Para mí, cada minuto en la pista ahora es muy valioso. No tengo expectativas”, resuelve Badosa.
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