La primera clave está en el nombre. Cuando el cardenal Richard Francis Prevost se convirtió en el primer pontífice estadounidense y eligió León XIV como su nombre papal, el nativo de Chicago dejó claro su compromiso con la justicia social. Invocaba con su selección al Papa León XIII, considerado el arquitecto de la doctrina social católica. Esta afirma el derecho de las personas a migrar en busca de seguridad y una vida digna, entre otros. Una señal de que, como lo fue su predecesor e íntimo amigo Francisco, León XIV será un Papa para los migrantes, lo que seguramente le enfrentará al Gobierno de su país natal, donde Donald Trump intenta llevar a cabo la mayor campaña de deportaciones de la historia.
El propio Prevost confirmó este fin de semana que escogió llamarse León XIV como referencia a su antecesor del mismo nombre y a su legado social. “Elegí tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero principalmente porque el papa León XIII, con la histórica encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”, aseguró en un discurso ante el Colegio Cardenalicio en el Vaticano el sábado.
León XIII, líder de la Iglesia Católica de 1878 a 1903, llegó a ser conocido como “el Papa de los trabajadores” por su encíclica de 1891, en la que defendía el derecho a un trabajo digno, también para los migrantes. “Nadie cambiaría su país por una tierra extranjera si el suyo le proporcionara los medios para vivir una vida decente y feliz”, escribió entonces. El texto pasó a convertirse en la base de la enseñanza social católica moderna. De acuerdo con la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, esta establece que toda persona tiene derecho a migrar para sobrevivir y proveer a sus familias. Aunque la doctrina reconoce que ningún país está obligado a aceptar a todas las personas que pretendan reasentarse en él, apunta que los gobiernos deben “regular sus fronteras con justicia y misericordia”.
Son principios que guiaron profundamente al papa Francisco y que, ahora, se espera marquen también el papado de León XIV. Ya en su primer discurso como pontífice el pasado jueves, Prevost habló de “construir puentes”, como hacía a menudo su predecesor al expresarse sobre la migración, sobre todo en respuesta a políticas que consideraba castigaban a los inmigrantes. “Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, que construye puentes de diálogo, siempre dispuesta y abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos”, dijo desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
Aquellos cercanos al Papa han confirmado que continuará el legado de Francisco en muchas cuestiones, incluida la migración. En una entrevista con The New York Times el día de su nombramiento, su hermano, John Prevost, aseguró que León XIV “no está contento con lo que está pasando con la migración” en Estados Unidos. “Lo sé a ciencia cierta. Hasta dónde llegará es solo una suposición, pero no se quedará de brazos cruzados”, señaló. Añadió que el Pontífice “tiene un gran deseo de ayudar a los oprimidos y a los privados de derechos, la gente que es ignorada” y que, por tanto, no cree “que se quede callado mucho tiempo si tiene algo que decir”.

Trump deporta mientras la Iglesia exige una reforma del sistema migratorio
El arzobispo de Chicago, el cardenal Blase Cupich, fue un paso más allá y afirmó en una entrevista a ABC News emitida este fin de semana que el Papa influirá en la política estadounidense. “Creo que va a ayudar a completar y complementar nuestra agenda política. También hablará mucho de inmigración, porque conoce el sufrimiento de la gente y las necesidades reales que tienen de una vida mejor”, sostuvo. “Sabe que esas personas necesitan una opción. Y pedirá, creo, como han hecho los obispos en Estados Unidos, que se arregle este sistema de inmigración roto”.
La Conferencia de Obispos Católicos del país y la Administración Trump han diferido en más de una ocasión sobre cómo el Gobierno debe hacer cumplir sus leyes de inmigración. Aunque la Iglesia católica estadounidense reconoce que se deben defender las fronteras, los obispos abogan desde hace años por una reforma integral del sistema migratorio de Estados Unidos que ofrezca vías hacia la ciudadanía para miles de migrantes, proteja a los solicitantes de asilo, promueva la unidad familiar y respete las garantías procesales de toda persona. En conjunto, el opuesto a la política del actual presidente.
Trump, por su parte, ha dicho que es una “ilusión” y un “honor” que el nuevo Papa sea estadounidense y que está deseando conocerlo. Sin embargo, algunos de sus asesores más fieles han arremetido contra él. Laura Loomer, la influencer y activista de extrema derecha que susurra en el oído del presidente, tildó a León XIV “de anti-Trump, anti-MAGA, pro-fronteras abiertas y un marxista total”.

El universo trumpista ha reprochado el hecho de que en un perfil de X (antiguo Twitter) bajo el nombre de Robert Prevost se critica a la Administración por muchas de sus políticas. La cuenta, aparentemente gestionada por el ahora Papa—o alguien de su equipo— y creada en 2011, ha compartido publicaciones en contra de muchas de las medidas migratorias de Trump durante sus dos presidencias: desde la separación de familias migrantes a los intentos del republicano de despojar a los dreamers de sus protecciones. Su último post, del 14 de abril, es un retuit de una columna escrita por un obispo auxiliar de la archidiócesis de Washington, en la que preguntaba si Trump ve “el sufrimiento” causado por su agenda migratoria.
Steve Bannon, exestratega del presidente, se ha referido a esos tuits para reprender a León XIV. “Me resulta chocante que se pueda elegir para Papa a un tipo que ha tenido el Twitter y las declaraciones que ha tenido contra altos políticos estadounidenses”, señaló hace unos días a la BBC. Agregó que “definitivamente habrá fricción” entre Prevost y Trump, como ya la hubo entre Francisco y el republicano. Pero lanzó una advertencia: “Recuerden que el presidente Trump no tuvo reparos en arremeter contra el papa Francisco”.
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