En una mesa del amplio despacho de Ricardo Monreal en la Cámara de Diputados, entre las hojas de proyectos de ley, sobresale un ejemplar de El arte de escuchar, del psicoanalista Erich Fromm. “Estoy releyendo a los clásicos, ahora que tengo tiempo”, comenta el coordinador de los diputados de Morena, de 64 años, antes de iniciar la entrevista. Ese libro subraya la paradoja de que el sentido del oído sea uno de los menos desarrollados en el ámbito parlamentario, donde se habla mucho y suele haber poco entendimiento.

Monreal cumple cuatro décadas y media ejerciendo como político y funcionario. Ha sido gobernador de Zacatecas —su lugar de nacimiento—, diputado federal cuatro veces, senador tres veces, alcalde de Cuauhtémoc (Ciudad de México), aspirante a jefe de Gobierno de la capital, aspirante a presidente. Ha pasado, también, por casi todos los partidos del espectro político: el PRI, el PRD, el PT, MC y ahora Morena, fundado por Andrés Manuel López Obrador, tótem de la izquierda mexicana. Para muchos de sus detractores dentro y fuera de la formación gobernante —abundan en ambos lados—, Monreal es el mejor ejemplo del chapulineo, el transfuguismo partidista. Bajo otra mirada, su trayectoria también es testimonio de la historia política de la izquierda nacional, su zigzagueo, sus contradicciones, su nacimiento irremediablemente vinculado al PRI y su lucha contra la fuerza intrínseca que quiere arrastrarla de vuelta a ese origen.

El líder de la fracción morenista reflexiona en entrevista con EL PAÍS sobre el partido, del que dice que está al borde de la autocomplacencia y el conformismo; sobre su relación con la presidenta, Claudia Sheinbaum, a la que llena de elogios por su habilidad política y por haberlo incluido en su Gobierno; sobre sus fricciones con Adán Augusto López, un peso pesado de Morena en la Cámara de Senadores, y sobre los escándalos que parecen perseguirle con persistencia. “Cometo pocos errores, pero los pocos que cometo, me los engrandecen. Y los pago”, dice.

Pregunta. ¿Cómo interpretó la carta que Sheinbaum envió a Morena?

Respuesta. Fue correcta la decisión, porque el poder corrompe. Me parece que sí es una clara advertencia, y una medida preventiva para que el partido no se orille a extremos indeseables a través de sus militantes.

P. ¿Qué está pasando con la formación?

R. Está en su mejor momento, porque tiene un alto nivel de aceptación. Pero creo que nos estamos confiando demasiado, y eso trae como consecuencia el relajamiento social y el descuido de nuestras principales demandas y preocupaciones. El partido está muy fuerte, a pesar del comportamiento de muchos de nosotros y de los conflictos internos con motivo de las sucesiones adelantadas por los puestos de elección popular. Por eso, las reglas que se han aprobado son indispensables. Yo atribuyo la fuerza del partido a la conducción que la presidenta ha hecho en su Gobierno. Su popularidad y aceptación jalan hacia arriba a Morena. Pero no es deseable que se concentre todo en el esfuerzo de ella, sino que el partido debe aprender a tener vida institucional y disciplina, y que no se permitan grupos o facciones que dominen.

P. Desde tiempos de López Obrador existía esa relación esencial entre partido y dirigente.

R. López Obrador es el ejemplo más clásico. Él fundó y llevó a la cima a Morena. Porque México está muy arraigado al presidencialismo, a la existencia de caudillos o líderes fuertes. Y Andrés Manuel fue un líder muy fuerte, y sigue siéndolo.

P. ¿Morena se ha desviado de sus principios?

R. No. Yo creo que estamos en la etapa de no desviarnos. Por eso las reglas propuestas por la presidenta son oportunas. Estamos en esa etapa de no incurrir en excesos, confianza o irregularidades en nuestra conducta.

P. ¿Qué pensaría López Obrador si viese el estado del partido?

R. A él le hubiera preocupado que Morena se desviara. Yo creo que es un momento de refundación de Morena con los principios originales. Tampoco puedes irte al extremo de la pureza ideológica, porque Morena ha transitado por una combinación de principios con pragmatismo. Si no hubiese sido así, no estarían incorporados a las filas militantes de otros partidos. Ese ha sido el éxito político de Morena hasta ahora. Si no, no se hubiera aprobado la reforma judicial, por ejemplo, con el voto de un panista ahora incorporado en el grupo parlamentario de Morena, Miguel Ángel Yunes.

Ricardo Monreal en la Cámara de Diputados, en Ciudad de México.

P. ¿Qué opina de la dirigencia de Luisa María Alcalde en el partido?

R. Ha sido buena. Me ha sorprendido mucho su madurez, su sensatez, su actitud de inclusión. Es una buena líder, pero requiere todo el acompañamiento de Andrés Manuel López Beltrán [hijo de López Obrador y secretario de Organización del partido]. Andy sabe que el éxito de Morena depende de construir estructura en el país.

P. ¿Usted se sintió aludido con la carta de la presidenta?

R. No, aunque algunos intentaron ligarme a las expresiones de la carta por el nepotismo, por mi hermano Saúl. Él tiene su propia carrera, nadie le ha dado nada, pero él no puede suceder a su hermano [David Monreal] en el Gobierno de Zacatecas. Y me consta que David nunca estuvo de acuerdo en que fuera Saúl su sucesor.

P. ¿Cree que en su familia ha habido nepotismo?

R. En estricto sentido, no. Los tres hermanos que participamos en política hemos ganado puestos de elección popular, con los méritos de cada uno. Pero ninguno de nosotros fuimos beneficiados por un hermano que jerárquicamente estaba por encima de nosotros.

P. ¿Qué fue lo que atoró la reforma sobre el nepotismo? Inicialmente, la presidenta quería que aplicara a partir de la elección de 2027.

P. Eso fue en el Senado, en acuerdo con el Partido Verde. Es la verdad. Sin el Verde no se hubiera sacado la reforma, y ellos dijeron que, si no se aprobaba [para implementarse] hasta el 2030, no la acompañarían. Y estaba enterada la presidenta, ella está enterada de todo, y sabía que el Verde estaba poniendo como condición trasladar la reforma al 2030. Y la presidenta actuó con mucha prudencia, porque privilegió que los acuerdos a que se llegara no pusieran en riesgo nuestro movimiento.

P. En la carta de Sheinbaum también hubo referencias a la “parafernalia del poder”, los viajes en helicóptero…

R. Ah, sí, también me han endilgado bastante eso, por un ride que me dieron [en helicóptero]. Fue un error y ya, un error que reconocí, y pedí una disculpa y lo sigo haciendo. En ese momento no había reglas que lo prohibieran, pero socialmente fue muy cuestionado.

R. Entonces ¿no se volverá a subir a un helicóptero?

P. Yo espero que no, salvo que sea una extrema emergencia, que se trate de salud, de asuntos de Estado, de asuntos de fuerza mayor. Son instrumentos de trabajo para mí, sin embargo, hay que acatar las disposiciones.

P. Parece que la carta no dejó a nadie con cabeza. Hay ilusiones a Gerardo Fernández Noroña, a Adán Augusto López, a Andrea Chávez

R. Lo de Andrea me ha parecido inusitado. La campaña sucia desatada contra ella es brutal. También ha cometido errores, pero no son tan graves ni proporcionales a la campaña sucia. Adán Augusto también ha padecido una campaña brutal, dura.

P. Y esa campaña contra Chávez, ¿es solo de la oposición, o hay fuego amigo?

R. Tenemos que revisar el entorno político del país. Es tan fuerte Morena, que se ha convertido en un partido dominante, con una oposición muy dispersa, muy débil. Por la fuerza que tiene Morena, no hay pleito hacia afuera, contraste con la oposición. Es dentro la pelea. Siendo de Morena, quienes quieren participar para ser gobernadores, diputados, senadores, ya no tienen ningún problema, es testimonial la elección. Pero no hay que confiarnos, porque se desata una lucha interna y ya llega muy desgastado el candidato, por la guerra sucia interna, no de la oposición. En el caso mío, sí es parte de la oposición, pero es también parte del interior.

P. ¿Cómo es su relación con el senador Adán Augusto?

R. Se ha dicho que había una lucha entre nosotros. No es cierto. Se dio un desencuentro el año pasado por el presupuesto.

P. Él le lanzó una acusación grave de corrupción.

R. Pero ahí están las pruebas de que no existía nada.

P. ¿La acusación fue temeraria?

R. Falsa, diría yo. Pero no quiero abundar en eso, porque nuestra relación es buena. Si yo abundo en lo mismo, es un error. Adán Augusto es un buen amigo, un buen político, compañero del movimiento, y no voy a profundizar. Con él solo hay respeto y estimación. Pero eso me ha afectado también mucho. Es como lo de helicóptero. Cometo pocos errores, pero los pocos que cometo, me los engrandecen, y los pago. Y lo hago con gusto, porque son errores humanos.

P. ¿Le cambiaría algo a la reforma judicial?

R. No, nada. Toda ley es perfectible. Vamos a esperar a la elección, para que el Congreso pueda revisar lo que la experiencia nos aconseje.

Ricardo Monreal en Ciudad de México, el 6 de mayo de 2025.

P. Además de las prisas con que se implementó, ¿ve otro problema “perfectible” en la reforma?

R. Yo creo que se diseñó muy bien. Se debatió, se deliberó. No hubo premura, y era una reforma indispensable para frenar las redes de corrupción, el nepotismo, la justicia al mejor postor. Estoy convencido de que fue lo mejor.

P. ¿Cómo es su relación con la presidenta Sheinbaum?

R. Es muy buena, de respeto. Ella ha tenido conmigo consideraciones que quizá no merezca. Tiene respeto conmigo y yo con ella. En el Poder Legislativo nos ha respetado, internamente tomamos aquí las decisiones, aunque sí converso mucho con ella. Me ha sorprendido su capacidad e inteligencia.

P. ¿Por qué habla de consideraciones inmerecidas?

R. Porque yo nunca me ubiqué en su grupo y su equipo. Fuimos adversarios desde el 2015, cuando ella era delegada en Tlalpan y yo en la Cuauhtémoc. Y cuando los dos aspiramos a ser jefes de Gobierno [de Ciudad de México, en 2017], aunque no me favoreció en ese momento la circunstancia política. Entonces, ella pudo haber asumido una actitud distinta conmigo, de exclusión, justificadamente, y no lo hizo, al contrario, me invitó a incluirme, lo que le agradezco. Y ahora estoy actuando con una actitud de colaboración muy sensible y muy auténtica, sin simulación ni engaño.

P. López Obrador hizo firmar un pacto a los aspirantes presidenciales de Morena para evitar fracturas, y que es en parte la razón por la que usted está aquí como coordinador.

R. Ese acuerdo que sostuvimos con él, la presidenta Sheinbaum lo ratificó y lo cumplió. Eso la hace una mujer de palabra. Todos los que participamos [en la contienda interna] estamos incluidos. Eso le da a ella un valor inestimable, de congruencia e inclusión.

P. ¿Se va a reelegir en 2027 como diputado?

R. Yo lo que quiero es bien morir. Ya tengo 64 años. No lo sé. Las circunstancias políticas no se pueden adivinar. De lo que sí estoy seguro es de que nunca me voy a retirar de la política. Podré retirarme del cargo, pero uno hasta que se muere se retira de la actividad, de estar pensando en la política. Y es muy temprano. Lo que quiero es cumplir con este encargo de coordinador. Y ya, lo demás, veremos. Mi familia ya me reclama mucho porque voy a cumplir 45 años desde que inicié en la política seria. Jamás he tenido una denuncia o una investigación, porque he actuado con honestidad y honradez. Claro, se han tejido sobre mí muchas historias deleznables.

P. ¿Piensa preparar un nuevo intento por la presidencia?

R. Es muy temprano para eso. No quiero distraerme, estar pensando cosas que están alejadas en este momento de mi propósito, que es ayudarle a la presidenta y que las cosas salgan bien para el país. Es lo único que quiero.



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