La incógnita sobre el alcance de la represalia de Pakistán a los bombardeos indios de este martes, en los que murieron 31 personas, persiste este jueves mientras las escaramuzas entre las dos potencias nucleares prosiguen. El Gobierno paquistaní ha afirmado haber interceptado al menos 25 drones lanzados por la India en los últimos días, entre ellos dos en la mañana de este jueves sobre Lahore, a escasos 20 kilómetros de la frontera. Las autoridades de la India, por su parte, han acusado a su vecino de tratar de alcanzar su territorio con el lanzamiento de aparatos no tripulados y misiles que, según Nueva Delhi, fueron interceptados. El Ministerio de Defensa indio ha situado la cifra de muertos por la respuesta paquistaní en 16.

Tras la ofensiva lanzada por la India en la madrugada del miércoles, como reacción al atentado del pasado 22 de abril en la Cachemira india, el primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, ordenó a las Fuerzas Armadas que se preparen para ejecutar “acciones pertinentes” en defensa propia ante un ataque que el país ha calificado de “violación flagrante de su soberanía”. El Ministerio de Defensa indio ha informado este jueves de que ha neutralizado los intentos de Pakistán de atacar varios objetivos militares en sus regiones norte y oeste la noche del miércoles y la madrugada del jueves. La versión de Islamabad difiere. Según el Ministerio de Información paquistaní, el ejército ha “volado” las instalaciones militares indias en la frontera de facto entre los dos países, según informa Reuters.

Analistas citados por medios internacionales han apuntado en las últimas horas que Pakistán se debate entre lanzar una represalia limitada —con la posibilidad de que la India responda y escale el conflicto— y la opción de presentar una victoria simbólica. Ese triunfo podría ser el derribo de cinco cazas indios que Islamabad asegura haber conseguido.

Pakistán afirma que, en medio de la respuesta inmediata a los bombardeos, se produjo una confrontación aérea en la que participaron más de un centenar de aviones de combate de ambos países, sin que ninguno cruzara la frontera. Según la versión paquistaní de los hechos, su Fuerza Aérea logró abatir cinco aeronaves indias durante el enfrentamiento, que describen como uno de los más intensos y prolongados de las últimas décadas. Aunque Nueva Delhi no ha confirmado ni desmentido la pérdida de aviones, un alto funcionario del Ministerio de Defensa de Francia citado por varias agencias aseguró que al menos uno de los cazas Rafale indios, de fabricación francesa, fue derribado.

El Gobierno y el ejército indios, por ahora, mantienen silencio sobre esta batalla. La única reacción al supuesto derribo de los cazas ha sido, por el momento, una publicación en la red social X de la embajada de ese país en China dirigida al rotativo chino Global Times como respuesta a un artículo sobre ese incidente. En esa respuesta, la legación diplomática recomienda al periódico “verificar los hechos y contrastar las fuentes antes de difundir este tipo de desinformación”. También denuncia la circulación de imágenes supuestamente vinculadas a los derribos que, según la Embajada, en realidad corresponden a incidentes anteriores ocurridos en 2021 y 2024.

Pakistán podría declarar la victoria si se confirma el derribo, incluso si las circunstancias siguen siendo poco claras. Eso le permitiría afirmar que ha infligido costes al aparato militar indio, sin necesidad de responder con más ataques”, declaró a CNN Milan Vaishnav, director del programa para Asia del sur del centro de estudios Carnegie Endowment for International Peace.

“Evitar una guerra total”

Pero otra posibilidad es que Pakistán responda con un ataque propio, ya que algunos de los bombardeos indios alcanzaron zonas densamente pobladas fuera del territorio de Cachemira, el límite tácito que ambos países habían respetado desde el alto el fuego de 2003. El ministro de Defensa, Khawaja Asif, ha prometido que cualquier respuesta militar se limitará a instalaciones estratégicas y no afectará a civiles, con el fin de “evitar una guerra total”. No obstante, también subrayó que su país “no puede permitirse ser sorprendido con la guardia baja”.

Varios expertos opinan que la decisión final podría recaer en el jefe del ejército, Syed Asim Munir, a quien se considera más firme y proactivo que su predecesor, Qamar Javed Bajwa, quien estuvo al frente durante la última gran crisis militar entre ambos países, en 2019. Entonces, la respuesta a los ataques indios fue rápida, medida y centrada en evitar una escalada abierta, aunque con una clara intención de mostrar capacidad de disuasión.

La operación militar india del miércoles, bautizada como Sindoor, fue la respuesta directa al atentado del 22 de abril en la localidad turística de Pahalgam, en la Cachemira administrada por Nueva Delhi, donde un grupo armado asesinó a 26 turistas indios, en su mayoría hindúes. La India atribuye la autoría a grupos insurgentes con base en Pakistán, en particular a Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed. Este último ha reconocido la muerte de una decena de familiares de su líder, entre ellos cinco menores, en el ataque de represalia indio.

Desde ese atentado de abril, los cruces de fuego a lo largo de la frontera se han vuelto casi diarios. Este miércoles, bombardeos paquistaníes causaron la muerte de 16 civiles en la región india de Cachemira, a lo que el ejército indio respondió con fuego de artillería. La escalada ha alterado la vida cotidiana en la región. Las escuelas permanecen cerradas y 21 aeropuertos en el norte de la India no operarán antes del sábado, según las autoridades.

En la zona de Karnah, cercana a la Línea de Control, la frontera de facto entre ambos países, varios residentes han relatado daños en viviendas y disparos “intensos” que se prolongaron el miércoles hasta bien entrada la noche. Algunos han dormido en búnkeres subterráneos. Otros aseveran que los tiroteos han continuado este jueves por la mañana en Kupwara, más al norte, aunque han sido menos intensos que en la víspera.

La incertidumbre sobre el próximo paso que dará Islamabad se está mezclando con una batalla entre ambos gobiernos por el control del relato. Nueva Delhi asegura haber atacado exclusivamente infraestructuras vinculadas al terrorismo y busca proyectar firmeza de cara al país, pero sin mostrarse abiertamente agresiva ante la comunidad internacional. Islamabad, por su parte, sostiene que todos los blancos golpeados por la India eran civiles.



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