Trabajadores del Gobierno de Nicaragua, durante la celebración del 1 de mayo en Managua.

Daniel Ortega ha roto 100 días de cautela y silencio ante Donald Trump: en la víspera del primero de mayo, durante el acto del Día Internacional del Trabajador en plaza pública, el caudillo sandinista ha despotricado contra el presidente republicano, horas después que el Departamento de Estado publicara un informe –autolaudatorio, a propósito de los cien días de gestión del magnate– que coloca al régimen “copresidencial” entre sus “adversarios a combatir”. Si antes de ese día en Managua había una política cooperante recibiendo en silencio aviones cargados de deportados, o abandonado la causa sudafricana ante la Corte Internacional de Justicia que acusa a Israel de genocidio para alinearse con Washington, esta semana el viraje ha sido total.

Rosario Murillo y Daniel Ortega, durante la celebración por el 1 de mayo, en Managua, (Nicaragua).

Ortega cargó contra Trump durante más de media hora, desde la política antimigratoria, la guerra arancelaria, las ansias expansionistas y los ademanes autoritarios del republicano. “Son crímenes ya horrendos; horrendos como tener en prisión, ahí secuestrada, a una niña de dos años y la pobre madre atacada”, dijo el mandatario sandinista, en referencia a una mujer deportada a Venezuela y que perdió el rastro de su hija en Miami.

“Adversario a combatir”

La Administración de Trump –como parte de sus autocelebraciones por los primeros 100 días de gestión– aseguró que el secretario de Estado, Marco Rubio, “ha implementado una política exterior decidida y enfocada en el principio de América Primero”, y enlista una serie de “logros”, entre los que aparece Nicaragua en el apartado cinco del informe, titulado “Combatiendo a nuestros adversarios”. “Hacer que la dinastía autoritaria Ortega-Murillo rinda cuentas: impuso restricciones de visa a más de 250 funcionarios del régimen nicaragüense para hacerlos responsables de privar al pueblo nicaragüense de sus libertades fundamentales y obligar a muchos al exilio”, especifica el Departamento de Estado.

Esa mención del informe ha irritado a los Ortega-Murillo, quienes habían mantenido una reserva total ante sus movimientos. La pareja dictatorial estaba expectante, a la espera de señales más claras para reacomodarse en el ajedrez geopolítico –y en extremo caótico– provocado por el mandatario estadounidense, que desde sus primeras semanas ha dado señales de afinidad con la Rusia de Vladimir Putin y se ha distanciado de aliados históricos de Estados Unidos, como Europa. En sintonía, de alguna forma, con la política exterior orteguista alineada con Moscú.

Sin embargo, en la víspera del Primero de Mayo, Ortega no solo volvió a ser propalestino, sino que criticó con profundidad las deportaciones de Trump, en especial el envío de migrantes a El Salvador de Nayib Bukele. También se refirió a los nicaragüenses retornados, a quienes Washington ha obligado a hacer escala en la cárcel de Guantánamo, en Cuba, y de quienes el “copresidente” dijo que este 30 de abril llegaron más al aeropuerto Augusto C. Sandino, sin precisar mayores detalles. También arremetió contra la guerra arancelaria en la que a Nicaragua se le impuso 18% de tributo.

“Ha caído otra bomba sobre el mundo y viene del presidente de los Estados Unidos, que ha lanzado un paquete de medidas económicas [aranceles] sin consultar con ningún país”, dijo Ortega por primera vez sobre la segunda presidencia de Trump. Al mismo tiempo, se alineó totalmente con China y se deshizo en elogios hacia Xi Jinping.

“Simplemente lo decidió y ahí está: amenazando la economía mundial y amenazando también a la economía norteamericana. Ya el mismo pueblo norteamericano se empieza a rebelar. ¿Por qué? Porque sienten el impacto del encarecimiento de la vida. Y, por otro lado, la actitud criminal del Gobierno norteamericano de estar persiguiendo, encarcelando a todos los que han estado ahí trabajando por años”, en referencia a los migrantes. “Que han estado derramando sudor y sangre para que ese país tuviese más riqueza”, agregó sobre las deportaciones.

“El poder es solo él”

Ortega –que ha tenido miles de presos políticos torturados en las prisiones de Nicaragua, sin el menor respeto a las reglas Nelson Mandela– criticó a Trump por no respetar el debido proceso de las personas deportadas. “Sin ley alguna, [Trump está] pasando en contra de las decisiones de los poderes judiciales de los Estados Unidos. Es decir, está actuando como que en Estados Unidos, con su llegada al gobierno, desaparecieron todos los poderes y el poder es solo él. Y él decide qué se hace y qué no se hace”, resaltó Ortega, tal cual como si describiera su manera despótica de gobernar.

Manuel Orozco, investigador de Diálogo Interamericano, dice a EL PAÍS que, de nuevo, el cálculo político de los Ortega-Murillo se quedó corto. “Acudieron a una expresión moralista, acuerpados en la crítica internacional hacia el presidente Trump, asumiendo que ellos son parte de esa protesta internacional. Sin embargo, estos gobernantes carecen del tacto político. Al haber sido puestos en el sitio de los indeseables, como enemigos de la humanidad, hay preparada una lista de abordaje hacia ellos. Una fila de espera que está cerca para la acción”, analiza Orozco.

Ortega y Murillo presidieron el acto en Managua rodeados de policías y militares, de la mano de su legión de paramilitares encapuchados. En un mundo en descenso al fascismo, esas millares de capuchas negras, rodeadas de fusiles en plaza pública, resultaron una imagen fehaciente de esa involución que en Nicaragua inició en 2018 con la comisión de crímenes de lesa humanidad…. Mucho antes del retorno de Trump al poder, y cuyo movimiento político y cultural MAGA ha azuzado las fuerzas de ultraderecha alrededor del planeta. En síntesis y guardando distancias, en la víspera del Primero de Mayo, las críticas de Ortega sobre Trump le calzaban a él mismo. Era como escuchar un autorretrato del caudillo sandinista.



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