Argentina necesita dólares y el Gobierno de Javier Milei se las ha ingeniado hasta ahora para conseguirlos. Primero fue un blanqueo de capitales de 20.000 millones de dólares; luego un crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI) por otros 20.000 millones; ahora llegó el momento de ir por el premio: 270.000 millones de dólares que, estima el Gobierno, las familias guardan “bajo el colchón” o fuera del sistema. Este jueves, el Gobierno presentó por decreto presidencial un plan de seducción que, en líneas generales, consiste en no preguntar de donde salieron los dólares que se utilicen para comprar, por ejemplo, pisos y coches o colocar en el banco.
El portavoz de Milei, Manuel Adorni, presentó la reforma impositiva como “un cambio de chip” en el que “el Estado respeta una verdad elemental: tus dólares, tu decisión”. “Lo hemos llamado Plan de reparación histórica de los ahorros de los argentinos. Lo tuyo es tuyo y podés gastarlo como quieras sin tener que andar demostrando a cada rato de dónde lo sacaste. Los argentinos vuelven a ser inocentes hasta que Arca demuestre lo contrario”, dijo.
Desde el 1 de julio, el piso de las transferencias bancarias que quedará fuera del radar del Estado pasa de 830 dólares a 43.000 y se podrán colocar plazos fijos de hasta 85.000 dólares sin justificar su origen, entre otras medidas por el estilo. En una segunda etapa, el Gobierno enviará las reformas al Congreso para que se conviertan en ley.
Los 270.000 millones de dólares guardados “bajo el colchón” suponen una enormidad para una economía raquítica de divisas como la argentina: representan el 45% del PIB del país y multiplican por siete las reservas brutas del Banco Central. Milei necesita ese ahorro en negro para sostener el crecimiento económico mientras controla la inflación con emisión cero.
Todos los gobiernos desde los años ochenta hasta ahora intentaron con más o menos éxito convencer a los argentinos de que ahora sí era el momento de invertir esos ahorros en el país. La duda por resolver es si la reticencia de los argentinos se debe al cobro de impuestos, como parece entender el Gobierno ultra, o a la desconfianza que suscita una economía que vive de crisis en crisis. El ministro de Economía, Luis Caputo, dijo, durante la presentación del plan, que hoy Argentina tiene una “macroeconomía mucho más ordenada” y “respeta la propiedad privada y los contratos”.
El principal cuestionamiento al plan de blanqueo de capitales tiene que ver con el origen de los fondos. Adorni insistió en que ahora se perseguirá solo a “delincuentes y narcotraficantes”, pero no hay nada en la nueva normativa que haga suponer que no se convertirá en una puerta abierta de par en par para el lavado de activos. El año pasado, Argentina superó la evaluación del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional), que castiga a países que no se esfuerzan lo suficiente en el control del dinero negro. La atención de la Casa Rosada estuvo puesta ahora en el FMI, con quien tiene abierto un programa de crédito.
La secretaria de Comunicaciones del Fondo, Julia Kozack, recordó este jueves desde Washington que el Gobierno de Milei se comprometió durante la negociación del rescate “a fortalecer la transparencia financiera y respetar las normas antilavado”. Y lanzó una advertencia: “Cualquier medida nueva que pueda tener como objetivo alentar el uso de activos no declarados debe ser coherente con estos compromisos. Lo único que puedo decir ahora es que estamos viendo lo que está ocurriendo [en Argentina] con suma atención”.
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