Superadas las pruebas que debían determinar su participación o no, Carlos Alcaraz se dispone a competir por segunda vez en el Foro Itálico, el de aquella pesadilla vivida hace dos años ante Fabian Marozsan. Entonces, el húngaro apeó al español en la tercera ronda y ahora su víctima es João Fonseca, descabalgado a las primeras de cambio en Roma; áspero escenario últimamente para las promesas que emergen o las que se han consolidado ya, caso del murciano. Ese fue su primer y único paso por el torneo hasta ahora, así que confía en irse con mejor sabor de boca esta vez. De momento, el cuerpo le responde, que al fin y al cabo era la incógnita que estaba en el aire.
Hace menos de tres semanas, su musculatura le advirtió durante la final del Godó. En concreto, el número tres del mundo sufrió una rotura en el aductor de la pierna derecha de la que, dice, ya se ha recuperado. Descartó Madrid, pero llega a tiempo a Roma. “Jugué dos torneos muy buenos en Montecarlo [donde triunfó por primera vez] y Barcelona. Y no estaba preocupado en absoluto por esta lesión. Estoy listo y con ganas de volver. Mi nivel está en un buen momento. Estoy preparado al cien por cien para empezar el torneo”, afirma el de El Palmar, que debutará este viernes (no antes de las 13.00, Movistar+) contra el serbio Dujan Lajovic, al que batió en los cuatro precedentes.
Alcaraz no desfiló las dos últimas semanas sobre la arena de la Caja Mágica. Sin embargo, su nombre salió a colación una y otra vez. Él quiere hacerlo A su manera, título de la docuserie que estrenó recientemente Netflix, y la apuesta ha generado debate. Los hay quienes aplauden su osadía, esa elección transgresora para tratar de alcanzar la cima histórica de su deporte, pero también hay quienes la censuran. ¿Una realidad alcanzable o acaso bravuconadas propias de la edad?
Resonaron con fuerza las palabras de su compañero Roberto Bautista, que se expresó de manera diáfana en Madrid: “Yo creo que el tenis de máximo nivel demanda mucho. No creo que Carlos vaya a ganar Grand Slams acostándose a las siete de la mañana. El tenis es un deporte muy exigente. Ahora todo es muy bonito, es muy joven, pero tiene que ver que si quiere igualar los números de los tres cracks [Djokovic, Nadal y Federer, 24, 22 y 20 grandes respectivamente] tiene que jugar 15 años a gran nivel y, bueno, le considero un jugador y una persona inteligente. Seguro que poco a poco se va a ir dando cuenta de lo que necesita para estar a ese nivel y seguro que lo va a implementar”.
Distintos ángulos
Unos días después, quien se refirió a la filosofía particular del murciano fue Carlos Moyà, en su momento número uno (1998) y técnico de Rafael Nadal en la etapa final del mallorquín. “Es una opción viable si quieres ganar Grand Slams a corto plazo”, puntualizó en un acto organizado en la capital española; “A largo plazo es complicado porque el tenis es una carrera de fondo. Yo me veo un poco en la figura de Alcaraz. Yo también tuve 21 años, es verdad que a otro nivel que el suyo. Lo que pasa es que mi ambición nunca fue ser el mejor de la historia. Quizás eso es lo que choca […]. Nadie lo ha hecho de la manera que él dice, pero igual es un gurú o un pionero y lo consigue”.
Cuestionado en Roma por el revuelo, Alcaraz asegura que mucha gente le ha dado su bendición y que se alegra del impacto de su historia, una suerte de soliloquio en voz alta: “¿Realmente quiero esta vida o no?”, se pregunta. Al mismo tiempo, el tenista señala que se intenta blindarse mentalmente para que no le afecte la crítica exterior. “Trataba de mostrar cómo soy”, dice. “Pero una cosa que ha aprendido es a no pensar en lo que la gente me diga, o al menos gente que no sea de mi círculo, mi equipo, mi familia, mis amigos cercanos. Oigo cosas buenas y otras malas, pero yo quiero seguir mi camino, hacerlo a mi manera”, prosigue el ganador de cuatro grandes.

En ocasiones, recalca, a su equipo se la hace “raro” seguir esa ruta “no tan profesional”, no tan al uso, quizá desafiante, pero insiste en que mantendrá el mismo rumbo y que las desconexiones son imprescindibles para él, porque de lo contrario rinde peor. “Sigo haciendo las cosas que quiero, las cosas que me gustan”, enfatiza. “No digo que sea una pelea, pero ese tipo de conversaciones que tenemos, entre técnico y jugador, las tienen todos. Charlamos sobre los entrenos, los torneos, sobre algunas cosas que quiero hacer y que probablemente no debería. Quien diga que no las tiene, miente. Pero eso es lo bonito: sentimientos distintos, puntos de vista diferentes. Vamos todos unidos”.
Más allá de esto, en Roma existe expectación por comprobar cuál es su estado de forma y cómo reacciona el aductor —protegido por una malla compresora, que empleará también ante Lajovic— a la carga competitiva que se avecina. Recién cumplidos los 22 años, Alcaraz tratará de sumar otro trofeo más, que supondría el tercero de la temporada —tras Róterdam y Montecarlo— y el decimonoveno de su carrera; a la vez, el que cerraría el círculo de la gira sobre tierra batida, puesto que ya se ha hecho con el del Principado, Barcelona (2), Madrid (2) y Ronald Garros. El major parsisino está a la vuelta de la esquina —a partir del día 25— y asoma otra vez el número uno, Jannik Sinner.
“ES BUENO PARA EL TENIS Y PARA MÍ”
A. C.
Después de cumplir una sanción de tres meses por un doble positivo por clostebol, Sinner volverá a la acción. Lo hará este sábado, frente al argentino Mariano Navone. Y lo celebra Alcaraz porque, entiende, repercutirá de forma beneficiosa para el espectáculo e incluso para sí mismo.
“Es genial tenerle de vuelta, tanto para él, como para mí como para el tenis. Espero encontrarme con él en la final [van por lados opuestos en el cuadro]. Disfrutaré viéndole jugar de nuevo”, afirmó el murciano, tercero en el ranking tras el italiano y Alexander Zverev.
Por otra parte, la jornada deparó los triunfos de Bautista (6-4 y 6-3 a Matteo Arnaldi) y Jaume Munar (4-6, 6-2 y 7-5 a Tomás Barrios). En el cuadro femenino, Paula Badosa no pudo saltar a la pista ante Naomi Osaka a raíz de su lesión en la espalda.
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