Aquí está, aquí viene. Ya está Jannik Sinner por aquí, pero, ¿en qué condiciones? Incógnita resuelta. A falta de consolidar el ritmo y la velocidad de crucero, sujeto esto siempre al rodaje y los partidos, se podría decir que en un excelente estado de forma. “Es lo más cercano a la perfección que he visto jamás en un rival”, decía el jueves Casper Ruud, fagocitado por el implacable proceder del número uno. Tres meses de ausencia, castigado, pero como si nada hubiera sucedido. El Sinner de hoy es el mismo Sinner demoledor de ayer, y a su vuelta ha enseñado sus cartas de inmediato. En un abrir y cerrar de ojos, la final que todo el mundo demandaba: él contra Carlos Alcaraz.

Esta tarde (17.00, Movistar+), los dos nuevos bastiones del tenis masculino se reencontrarán siete meses y medio después de su último careo. Es decir, una eternidad. Allá queda la final de Pekín, favorable ese pasaje al español, y acoge ahora el Foro Itálico un episodio de campanillas que sucede al periodo primaveral de las alternativas. Una vez que el de San Cándido entró en la reserva, sancionado tres meses a raíz del clostebol, se abrió la puerta a los nuevos vientos que han enriquecido el circuito en las últimas fechas, a los Draper, Mensik o incluso al veterano Ruud (26), que triunfó en la Caja Mágica y luego se dio de bruces con la realidad: Sinner en acción.

Pocas dudas hay en torno a él. Si el resto no aguanta el tirón, terminará quedándose solo. A su extraordinaria fiabilidad sobre pista dura ha ido incorporando mayor prestancia en hierba y también en tierra batida, donde empieza a redimensionarse sin apenas haber competido esta temporada. Si termina descifrando los códigos, su tiranía podría expandirse más, y de ahí el interés por este cruce con Alcaraz. Más allá del título, el desenlace romano supone un examen de situación. Sin él sobre el tapete, el abanico se ha abierto y Alcaraz se encuentra ahora ante una prueba en toda regla y, además, a las puertas de Roland Garros. De no triunfar, el paisaje cambiaría de manera significativa.

Ninguno de los dos escondía su deseo de reunirse otra vez, de probarse frente a frente. El chequeo les dirá a uno y otro dónde están, cuál es la diferencia real. “Sería genial, no voy a mentir”, concedía Alcaraz tras sortear a Lorenzo Musetti en la primera semifinal. “He visto sus partidos y está a un nivel realmente alto. Siempre es muy duro jugar contra él, muy difícil, pero al mismo tiempo lo disfruto. Y hacerlo aquí, en su casa y con su gente, sería un reto aún mayor”, ampliaba el de El Palmar, al que le ha bastado una versión intermedia para triunfar en Montecarlo y alcanzar las finales del Godó y Roma.

Agassi y las superficies

Manda en los precedentes (6-4), aunque hay equilibrio sobre arena (1-1). Para él, vencer significaría un serio golpe de autoridad; para el rey del circuito, potenciar el debate de cara al grande francés. Le interesa a Sinner también, pues, comprobar si puede sostener el pulso con el actual dominador de la arcilla. “Jugar contra él antes de Roland Garros y Wimbledon me servirá de referencia. Sabré en qué aspectos debo mejorar y podré hacerme una idea clara de cuál es mi nivel ahora mismo”, razona. Cinco partidos le han bastado para demostrar que su instinto y su ascendencia continúan intactos. Altibajos, pero en líneas generales, la jerarquía de siempre.

Alcaraz sirve durante la semifinal contra Musetti.

Las 26 victorias que enlaza suponen un hecho inédito en este siglo, incluso para colosos de la talla de Novak Djokovic, Roger Federer, Rafael Nadal o Andy Murray, que se quedaron en 25. Se dejó un set ante Tommy Paul, pero reaccionó a su manera, y a lo largo del trazado ha ofrecido más certezas que dudas. Alcaraz, por su parte, sufrió ante el ruso Karen Khachanov en los octavos, pero más allá de ese envite ha sabido resolver sus compromisos sin excesivos apuros. Uno y otro querían volver a verse, y el aficionado quería que se vieran. Sucede ahora, en Roma, y Andre Agassi analiza la proyección de ambos. Buen olfato el del estadounidense a la hora de interpretar.

“Lo que más me impresiona de Alcaraz es cómo se mueve, la habilidad que tiene para no rebajar la velocidad en las superficies resbaladizas. Otros jugadores rápidos como Paul o De Miñaur pierden un punto, pero él la disminuye menos. Es casi como si fuera una nave espacial jugando contra aviones normales. Su movilidad es excelente. Su capacidad para ir hacia delante, llegar a las dejadas y otros golpes es… Lo cubre todo, y creo que eso tiene mucho que ver con la fuerza y el equilibrio de sus piernas”, subraya el campeón de ocho grandes; “y Sinner es capaz de dominar la bola en dura, de aprovechar la fuerza y la energía de la pelota, de castigarla y darle dirección”.



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