Hace casi un mes, a mediados de abril, el juez daba luz verde para que los hermanos Menéndez, que mataron a sus padres hace 35 años, siguieran buscando su libertad. Ahora, tras siete meses de vistas legales, el magistrado Michael Jesic ha considerado en firme la petición que Lyle, de 57 años, y Erik, de 54, le han hecho acerca de una nueva condena y ha decidido definitivamente dar a los hermanos la oportunidad de tener una nueva sentencia. De hecho, ya la ha dado él mismo: les impone una condena de 50 años de cárcel, en vez de a la cadena perpetua, como hasta ahora. Eso les da tener la posibilidad de salir a la calle pronto gracias a una petición de libertad condicional y tras cumplir 35 años en prisión.
El paso adelante del juez llega en oposición frontal a las recomendaciones del fiscal. El pasado 10 de marzo, el nuevo fiscal general de Los Ángeles, Nathan Hochman, que fue elegido en las elecciones del pasado 5 de noviembre, rechazó que hubiera una nueva sentencia (justo al contrario que su predecesor, George Gascón, que fue quien volvió a poner en marcha todo el caso el año pasado). Para Hochman, los hermanos no merecían quedar libres porque llevaban tres décadas mintiendo acerca de una veintena de cuestiones fundamentales relacionadas con el caso. “Nunca admitieron que dieron identificaciones falsas para tratar de comprar las armas en San Diego. Intentaron justificar que estuvieron fuera de la casa todo el día del asesinato, cuando no fue así […] De nuevo, mentiras”, puso como ejemplos Hochman en una multitudinaria rueda de prensa.
Un mes después, el caso pasó al juez Michael Jesic. Llegaba con todo el peso del rechazo por parte de la fiscalía a una nueva sentencia. Sin embargo, Jesic se puso a su favor, y hace un mes dio luz verde a que el abogado de los Menéndez, el mediático Mark Geragos, solicitara una nueva sentencia el jueves y el viernes, 17 y 18 de abril. “Hoy es quizá el día más importante para ellos desde que fueron encarcelados”, afirmó Geragos la pasada semana. “Han esperado mucho tiempo a que se haga justicia”.
Ahora los mediáticos hermanos podrán optar a una libertad condicional porque cometieron el asesinato antes de tener 26 años, lo que por las leyes de California permiten esa posibilidad. Dicha posibilidad tiene que estar aprobada por una junta específica en la que está presente el gobernador de California, Gavin Newsom, y por tanto, en un giro político, siempre puede llegar a no aprobarla.

El caso se remonta al 20 de agosto de 1989. Esa noche, Lyle y Erik Menéndez, de entonces 21 y 18 años, mataron a sus padres con una treintena de balazos en el salón de su casa de la acomodada Beverly Hills, en California, mientras ellos veían la tele y comían helado. Inicialmente trataron de hacer pasar el crimen como un asesinato cometido por la mafia, pero finalmente se demostró que ellos habían comprado armas y munición de manera ilegal y habían asesinado a José y Kitty Menéndez, ejecutivo musical y ama de casa. En su primer juicio, en 1993, argumentaron que su padre llevaba años abusando sexualmente de ellos y que actuaron en defensa propia. Sin llegar a una conclusión, el juicio se declaró nulo y se repitió en 1996, cuando fueron declarados culpables y sentenciados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Los hermanos pasaron 22 años en prisiones diferentes hasta que se encontraron en el correccional Richard J. Donovan de San Diego, donde desde 2018 cumplen condena juntos. La justicia decidió concederles la posibilidad de estar juntos después de sus esfuerzos por la reinserción. Ambos han obtenido títulos universitarios en la cárcel y, mientras que Lyle está más enfocado al deporte y hace funciones de intermediario y líder entre los reclusos y el personal de prisiones, Erik se ha dedicado más a la mediación y tiene habilidades más centradas en el arte. Su caso ha vuelto a ponerse de manifiesto por distintos documentales y pódcast, pero sobre todo por una serie de Netflix creada por Ryan Murphy donde se expone, aunque con licencias de ficción, su historia. El pasado viernes, Cooper Koch, el actor que encarnó a Erik en la ficción, acudió a la vista en la corte.

Además de la resentencia, habría otros dos posibles caminos para que los hermanos Menéndez quedaran en libertad. Uno sería a través de una petición de habeas corpus, por la que un preso pide evaluar una sentencia ante el hallazgo de nuevas pruebas. En este caso, estaría sobre la mesa la cuestión de que José Menéndez abusó de sus hijos, pero no solo de él: también de un miembro de la banda Menudo, que declaró contra él en un documental, algo que apoyaría el testimonio de Lyle y Erik y que podría abrir un nuevo juicio. Eso sí, el fiscal Nathan Hochman también se opone a esta opción, por lo que no parece una vía probable.
El otro escenario sería que la máxima autoridad de California, su gobernador, Gavin Newsom, decidiera examinar el caso y perdonarles. La posibilidad no es tan lejana. A principios de enero, Newsom habló acerca de introducir cambios en el sistema de libertad condicional: “La justicia puede ser ciega, pero no deberíamos estar a oscuras a la hora de determinar si alguien está rehabilitado y preparado para salir de prisión”, escribió en un comunicado emitido poco antes de que el fiscal Hochman diera un voto negativo acerca de la resentencia. “Este nuevo proceso ayudará a garantizar aún más que las víctimas y los fiscales de distrito formen parte del proceso de conmutación y mejorará la seguridad pública al adelantarse a la evaluación de riesgos, como estamos haciendo en el caso Menéndez”. Otro camino, extremo pero posible, sería que el propio Newsom bloqueara esa libertad condicional.
Hochman, más conservador, y Newsom, uno de los referentes de los demócratas en todo el país, son opuestos políticos. Que el gobernador se decidiera a perdonar a los Menéndez sería todo un golpe contra la fiscalía por su parte y daría una imagen complicada de él. Hay dos vistas para la clemencia, una para cada hermano, previstas para el 13 de junio. Habrá que esperar para ver si finalmente llegan a esa fecha o si, gracias a la resentencia, logran antes la libertad.
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