La persistente protesta de maestros que tiene en jaque la capital de México es quizá uno de los golpes políticos que menos se esperaba la presidenta Claudia Sheinbaum. Mientras el sindicato mayoritario, el SNTE, permanece calladito y cooperando, son los docentes de la Coordinadora Nacional (CNTE) quienes han sacado a sus huestes de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y otras entidades donde tienen buena representación y altas dosis de pobreza. La CNTE se opuso con fuerza a la reforma del Magisterio de Peña Nieto con los mismos criterios que compartió el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador y que secunda la actual presidenta. Decir maestros entonces era casi lo mismo que decir 4T, una fuerza de oposición unida. Así que hoy puede afirmarse que en las calles se oye fuego amigo. Quién lo iba a decir.

Los docentes bajaron las armas cuando López Obrador llegó al poder y modificó algunos aspectos, los más lacerantes, de la reforma peñista. Andando el sexenio se aprobó una subida de sueldos significativa y se hizo fijo a miles de profesionales que no tenían su plaza asegurada. La actual protesta se ha recibido con suavidad en sus primeros momentos, siempre con buenas palabras para los manifestantes y apertura al diálogo, que son los maestros, los nuestros, cabía interpretar de las calmadas palabras de la presidenta. El 15 de mayo, en plena protesta, Sheinbaum anunció otro aumento salarial del 9% y algunas cesiones, como congelar la edad de jubilación, para satisfacer las demandas que se gritan en las calles. No ha sido suficiente.

La madeja se ha ido enredando en una cuestión de dinero, el que se necesita para revertir el sistema de pensiones por completo y volver al modelo solidario que se cargó Felipe Calderón, dejando en los huesos el retiro de muchos docentes que apenas alcanzaban una paga de jubilados de 4.000 pesos. Eso también se ha solucionado, dice la presidenta, pero ha repetido que echar abajo por completo la polémica ley del ISSSTE no es factible en estos momentos para las arcas públicas. Y ahí sigue el asunto. Los manifestantes proponen que se rellenen las extenuadas bolsas del ISSSTE con el pago de la deuda que tienen contraídas los Estados con el instituto de seguridad social de los trabajadores, algo que parece improbable, porque esos Estados también se ven muy apurados para pagar a sus docentes. Falta dinero y las tensiones no han hecho más que empezar.

Los maestros en México son pobres, muchos tienen que compaginar su jornada con otros empleos y los que la tienen completa tampoco consiguen un sueldo equiparable a una clase media. 16.000 pesos al final de la vida laboral (unos 830 dólares) es casi una broma. ¿Algunos cobran más? Sí, y otros menos. Es lógico que los maestros exijan al Gobierno que confían en que los entenderá y que compartirá su preocupación al jubilarse. Ellos también son pobres. ¿No era este el gobierno de los pobres? Desde luego quienes se manifiestan están muy lejos de parecer fifís. La pregunta es hasta dónde estarán dispuestos a llegar contra este gobierno, del que no puede decirse -tampoco del anterior- que no haya hecho esfuerzos para mejorar sus condiciones salariales. Pero los maestros echan cuentas y no les salen, máxime en esas zonas humildes de Oaxaca, Guerrero o Chiapas, donde, ellos lo cuentan, lo que se les detrae para atención médica no tiene un reflejo que pueda llamarse digno en el sistema público de sanidad. O en la propia Ciudad de México, donde la renta de un departamento pequeño cuesta esos mismos 16.000 pesos o buena parte de ellos.

Harto el Gobierno de las protestas que han colapsado las calles y el aeropuerto y ahora amenazan con obstaculizar las elecciones judiciales, en las que Morena y su presidenta se juegan mucho para movilizar a la gente a las urnas, los ataques se han vuelto más rudos, donde más duele: los manifestantes comparten los argumentos con la derecha, ha repetido la presidenta Sheinbaum en la Mañanera. ¿Sospecha de un acercamiento de la CNTE con la oposición, que es contraria a la elección judicial?, le preguntaron este lunes. “En términos de argumento, sí, se acercan, los argumentos. No tengo ninguna evidencia de que estén juntos, no; pero ¿qué tiene que ver bloquear el INE con sus demandas?, ¿qué tiene que ver la elección al Poder Judicial con sus demandas?”, respondió Sheinbaum. Órale, ¿pues no es que hace unos meses los maestros eran los aliados de la 4T? Sheinbaum repite que se ha concedido todo lo posible y que el resto de las demandas es imposible. ¿Hasta cuándo mantendrán el pulso?

Mientras las calles gritan cada día sus reclamos, se hace atronador el silencio del gran sindicato mexicano, el SNTE, que recibió con aplausos la subida salarial del 9% el 15 de mayo y cuyo líder nacional, Alfonso Cepeda, recién afiliado a Morena, ofreció la afiliación de millones de maestros para el partido gobernante, rechazando, de paso, que su actuar semejara las antiguas mañas del sindicato en tiempos del PRI. Si se pueden ofrecer afiliaciones por millones, ¿cuántos maestros podría llevar el sindicato a votar en estas elecciones judiciales?



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