Las Bolsas se han rehecho tras el peor de los escenarios, el que presentó Donald Trump el pasado 2 de abril, aunque el temblor de aquel día ni mucho menos haya desaparecido del todo. El presidente de Estados Unidos actuó entonces como él mismo había avanzado meses atrás que haría y pocos quisieron creer, con un planteamiento de máximos en su cruzada arancelaria que ponía patas arriba el comercio mundial y dirigía a la economía de su propio país hacia el precipicio de la recesión. Mes y medio después, los ánimos se han templado, Trump ya ha cerrado un acuerdo comercial con Reino Unido y, lo que es más importante, ha acordado una tregua de aranceles con China, la potencia asiática con la que EE UU se juega el liderazgo económico y geopolítico mundial. La deriva no ha sido inmediata y las Bolsas han ido recuperando terreno a medida que esa amenaza de tarifas se suavizaba o se ha ido aplazando. Los principales índices bursátiles han regresado a la casilla de salida. La gran duda es si, superado este primer asalto, hay margen para más subidas o, en un acto de prudencia aconsejable en tiempos tan inciertos, conviene plantarse.

Analistas y gestores coinciden en que el peor momento de la declaración de guerra comercial de Donald Trump puede haber quedado atrás, aunque sea difícil bajar la guardia ante el carácter imprevisible del inquilino de la Casa Blanca. Las Bolsas se han recuperado, los índices europeos vuelven a brillar con alzas cercanas al 20% en el año y el S&P ya ha abandonado las pérdidas en 2025, pero llegado el alivio, toca hacer recuento de daños. Y el panorama para la inversión que queda a partir de ahora es bien distinto al previo al día de la liberación.
“Probablemente hayamos superado el punto álgido de la guerra arancelaria de Trump. Pero una incertidumbre sigue a otra“, explica Kevin Thozet, miembro del comité de inversión de la gestora francesa Carmignac. El mundo financiero está en una tregua, en la cuenta atrás de los 90 días pactados entre EE UU y China durante los que los aranceles estarán lejos de los niveles a los que quedaron tras la escalada de tensión comercial. En esos días, Washington reducirá las tarifas comerciales sobre los productos chinos del 145% al 30% y Pekín lo hará del 125% al 10%.
Los inversores parecen haber descartado el peor de los escenarios, el de una recesión con riesgo incluso de shock financiero que se manejó en abril. La última encuesta a gestores de Bank of America muestra que la probabilidad de una recesión ya es residual y que la tesis principal vuelve a ser el aterrizaje suave de la economía. Hay menos pesimismo, aunque la estrategia mayoritaria es la prudencia. Con Trump nunca se sabe y hay daños que ya son irreversibles.
De entrada, y aunque las negociaciones en curso apunten a unos aranceles muy inferiores a los planteados inicialmente por Trump, las tasas al comercio van a ser muy superiores a las que había antes de su llegada a la Casa Blanca. Nabil Milali, gestor de multiactivos en Edmond de Rothschild AM, recuerda que la reducción de aranceles pactada con China es solo temporal y las tasas se mantienen aun así en niveles muy altos. “Washington está decidido a mantener los aranceles pase lo que pase, probablemente en el 10% como mínimo, de modo que el tipo medio efectivo en todos los países debería permanecer en torno al 15% al final de esta guerra comercial (frente al 2-3% anterior)“, añade. En su opinión, el potencial de subida adicional de las Bolsas es limitado cuando la incertidumbre comercial va a seguir deteriorando el crecimiento y persiste el riesgo inflacionista.
En UBS también creen que el arancel medio a las importaciones, sin incluir China, quedará finalmente entorno al 15% a final de año. “Las amplias concesiones realizadas por el gobierno británico —incluida la concesión de un mayor acceso a los productos agrícolas estadounidenses— podrían ser una señal de que otras naciones líderes pueden estar dispuestas a aceptar compromisos incómodos para evitar una escalada del conflicto comercial con EE UU. La prueba clave de ello será el progreso de las conversaciones con China y la UE”, señalan. E insisten en la importancia de seguir en el mercado, sacando partido a estrategias de volatilidad con las que surfear las subidas y bajadas bursátiles.
La paciencia y el no dejarse llevar por la ola vendedora han dado la razón a quienes no se salieron del mercado el 2 de abril. Pero el mar de fondo sí ha cambiado y exige nuevas estrategias. De hecho, si tras el primer asalto va a quedar una economía con más aranceles, la otra gran cicatriz que va a marcar las estrategias de inversión en los próximos meses es la debilidad del dólar. “Uno de los puntos fuertes de la economía estadounidense en los últimos 30 años ha sido su estabilidad, sin grandes cambios políticos. Ahora, el excepcionalismo estadounidense ha llegado a su fin”, asegura David Ross, gestor de renta variable internacional en la gestora francesa Financière de l’Échiquier.
Ese fin del excepcionalismo de Estados Unidos como destino obligado de inversión —en el que muchos expertos ven una moderación pero no un punto y final definitivo— es el que está dirigiendo la inversión a la Bolsa europea, un movimiento que promete continuar. Así, la sobreponderación de la Bolsa europea está en máximos mientras que la infraponderación de la estadounidense está en mínimos de dos años, según muestra la encuesta de Bank of America. En Carmignac reconocen haber aumentado ligeramente su exposición a la renta variable europea. “Aunque hemos considerado principalmente empresas europeas desde una perspectiva internacional (es decir, buscando líderes mundiales con sede en Europa), también hemos añadido empresas con exposición doméstica para las que la combinación de precios energéticos más bajos, estímulos fiscales duraderos, flexibilización monetaria y un punto de partida atractivo en términos de valoración es muy prometedora”, explica Kevin Thozet. En Bank of America creen que el momento requiere la incorporación de opciones en la cartera y ante la posibilidad de que EE UU pueda alcanzar un preacuerdo comercial similar al de China con la UE, optan por opciones de compra sobre el Euro Stoxx 50 a medida que la volatilidad se acerca de nuevo a mínimos.
La Bolsa de EE UU también tiene sus partidarios, más aún después de la tregua acordada con China. Un día después del pacto, Goldman Sachs subió el precio objetivo para el S&P 500 a un año de los 6.200 a los 6.500 puntos. Para final del año, el gigante de la banca de inversión cree que el S&P 500 podría situarse en los 6.100 puntos. “Elevamos nuestras previsiones de rentabilidad y beneficios del S&P 500 para incorporar unos aranceles más bajos, un mejor crecimiento económico y un menor riesgo de recesión de lo que esperábamos anteriormente”, explica la entidad, que además ha aumentado su previsión de incremento del beneficio por acción del índice al 7% para este año y otro 7% para 2026 —frente al repunte del 3% y del 6% estimado anteriormente—. Los resultados del primer trimestre, mejores de lo previsto, y unas perspectivas de crecimiento económico en EE UU más sólidas en los próximos trimestres apuntalan la previsión. De hecho, según añaden desde Carmignac, “no se trata solo de los aranceles de Trump. La temporada de resultados ha sido sólida, con una recuperación generalizada en el primer trimestre y unos datos económicos sólidos que apuntan a una economía resistente. Los precios del petróleo han bajado considerablemente, al igual que el dólar estadounidense, lo que, en términos agregados, debería ayudar al S&P 500″. Otro argumento a favor de la continuidad del repunte de Wall Street es que en los próximos meses los anuncios de Trump se centren no ya en los aranceles sino en la reducción de impuestos —en paralelo a los mayores ingresos por las tasas al comercio—.
En UBS AM ven al S&P 500 en los 5.800 puntos, en línea con el nivel actual. “Aunque las negociaciones comerciales siguen siendo el motor de los mercados, la confianza también se ha visto reforzada por el hecho de que la reunión de la Fed transcurrió sin alarmar a los inversores. Aunque Powell afirmó que la Fed no tenía prisa por recortar los tipos, subrayó que esto se debía a que la economía estadounidense seguía en buena forma y que la Fed podría actuar con rapidez si fuera necesario”, añaden en la entidad suiza. Otras firmas como Beka Finance son, en cambio, son mucho más pesimistas y establecen un escenario de franco retroceso para el principal índice bursátil del mundo, con un nivel objetivo del S&P 500 en los 4.900 puntos, propio de una economía en recesión.
Por delante quedan nuevas incertidumbres. La primera de todas, ver si los acuerdos iniciales sobre aranceles se quedan o no en palabras vacías. Y, sobre todo, calibrar si el daño económico de la guerra comercial, que ya se ha reflejado en indicadores adelantados y de confianza, cala también en indicadores de primer nivel, como el PIB y el IPC. “No hay que tomarse a Donald Trump al pie de la letra, pero hay que tomárselo en serio. Los inversores tienen que prepararse para cuatro años de órdenes ejecutivas: un entorno rico en oportunidades potenciales, pero en el que la cautela será esencial”, concluyen en la Financière de l’Échiquier.
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