Los días tranquilos escasean en la frontera que comparten México y Estados Unidos, metonimia que disfraza la relación binacional, un puñado de afluentes caprichosos que desembocan en un río de cauce cambiante. Con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, en enero, la negociación en materia de seguridad se ha enfocado en el combate al tráfico de fentanilo y los grupos criminales dedicados a ello. Trump exigió resultados y sacó el monstruo de los aranceles como amenaza. Era un aviso de lo esperable en los meses siguientes, actitud que ha llevado a la paranoia al Gobierno mexicano, defensor de la cooperación como método, sobresaltado estos días por dichos y hechos nacidos al otro lado de la frontera.
La última controversia germinaba el miércoles de un mensaje del ICE en redes sociales. El servicio de Control y Protección de Aduanas estadounidense, ICE por sus siglas en inglés, informaba de la desarticulación de tres laboratorios de producción de drogas sintéticas a gran escala en Sinaloa, en un operativo liderado por un grupo de elementos de la Fiscalía mexicana, certificados por la agencia estadounidense. En una de las fotos que acompañan al texto, aparecen agentes uniformados, que algunos medios han tomado en México como prueba de la acción de policías del país vecino, en suelo nacional.
Es una de las fibras sensibles del matrimonio sureño de Norteamérica, la actuación de agentes estadounidenses en territorio mexicano. Para evitar malentendidos, la embajada de EE UU en México se apresuró a matizar que los de la foto eran agentes mexicanos, pero la bola de nieve ya agarraba velocidad en la ladera, alimentada por detalles sospechosos de la imagen: una placa parecida a las del ICE, las barras tumbadas de una bandera en un casco… Esta aclaración ocurría, ironías de la vida, horas antes de la llegada del nuevo embajador estadounidense a México, Ron Johnson, que ha defendido la intervención armada contra los carteles en el país.

Sea como sea, el caso ha llegado este jueves a la conferencia de prensa matutina de la presidenta, Claudia Sheinbaum, que ha aplanado aún más la pendiente a la controversia, con matices que dificultan la comprensión del episodio. La mandataria ha dicho que la fotografía del mensaje del ICE en redes no corresponde a ninguna operación en México. ¿De dónde salió esa fotografía, primero?”, ha cuestionado, “¿a qué corresponde? No es una fotografía que corresponda a lo que viene ahí en esa publicación», ha añadido. Como es habitual, la Fiscalía General de la República (FGR), dependencia a la que pertenecen supuestamente los agentes que certificó el ICE, no ha dado información alguna del asunto. ¿Hubo un operativo? ¿Cuándo fue? Y, ¿cómo participó el ICE exactamente?
Es posible que ese asunto hubiera pasado desapercibido, si no fuera por los antecedentes. México y Estados Unidos viven desde enero en la arena de un circo. Las amenazas de Trump con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas anticipaban una serie de amenazas veladas, ninguna tan grave con el envío de tropas al sur del río Bravo, posibilidad que encanta al republicano y su gabinete. Para ellos, esa es la mejor opción para combatir a los carteles del narcotráfico. En ese contexto, la participación de agentes de EE UU en operativos en México, más allá de su pertinencia y sus beneficios, se toma al sur como una escalada en las amenazas.
Y no son solo las amenazas, es la sensación de que hay cantidad de asuntos que se despachan a espaldas del Gobierno de Sheinbaum, cuestiones que atañen, en el fondo, a ambos países. Así, el caso del ICE ocurre unos días después del traslado a EE UU de 17 familiares del presunto narcotraficante Ovidio Guzmán, capturado en México en enero de 2023. El gabinete de seguridad mexicano ha señalado que los familiares no tenían cuentas pendientes en el país, pero ha insistido en que el Departamento de Justicia debería informar a sus pares en México. Una cuestión de respeto, de lealtad institucional: fueron militares mexicanos quienes capturaron al reo.
En estos meses, México ha accedido a prácticamente todas las peticiones del Gobierno vecino. Aviones estadounidenses han sobrevolado Sinaloa, en operativos de inteligencia; más de una treintena de reos han salido de cárceles mexicanas en dirección al norte, para vanagloria del Ejecutivo republicano; de acuerdo a los números del Gobierno de Sheinbaum, los decomisos de droga y la destrucción de laboratorios han alcanzado niveles nunca antes vistos… Pero la respuesta del norte siempre roza lo condescendiente, como si no fuera suficiente. La rueda sigue girando. En México, el norte no se pierde de vista.
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