La Suprema Corte de Justicia de México (SCJN) ha dado un paso histórico en favor de las víctimas de feminicidio en el país. La tarde de este miércoles, la Primera Sala aprobó por unanimidad la sentencia propuesta por la ministra Margarita Ríos Farjat en un amparo de revisión correspondiente al caso de Fátima Varinia Quintana Gutiérrez, asesinada brutalmente cuando tenía 12 años en Lerma, Estado de México. Esta resolución reconoce, una década después de su asesinato, a su familia como víctimas indirectas del feminicidio y ordena reparar el daño, así como poner en marcha medidas de no repetición.
El proyecto de la ministra Ríos Fajart y su votación unánime en la Corte, constituyen un hecho inédito en México en el que se obliga a dar una reparación del daño a las víctimas indirectas del feminicidio de Fátima; una acción que el Primer Tribunal Colegiado del Segundo Circuito negó a sus padres y que ahora la SCJN sienta como un precedente. La decisión también llama al Gobierno del Estado de México a garantizar medidas de satisfacción y de no repetición como parte de la reparación integral del daño.
Dicta, además, medidas de no repetición, como la pavimentación de caminos inseguros, vigilancia policial, instalación de cámaras de seguridad, entre otras. Así como medidas de satisfacción en memoria de Fátima, entre los que se incluye una disculpa pública con la presencia de su familia.
Durante este tiempo, los familiares de la pequeña han sido desplazados forzosamente, amenazados e intimidados, y en noviembre de 2020, vivieron la muerte de Daniel Quintana, de 16 años, hermano de Fátima, a causa de una negligencia médica en Nuevo Léon, después de que le negaran la atención médica en cuatro hospitales, justo cuando su familia ya tenía medidas de protección.
A solo unas horas de la resolución, Lorena Gutiérrez, madre de Fátima, ha confesado que prefirió no ver la sesión, pese a que estaba enterada de que tendría lugar cerca de las 14.00 horas. Sin embargo, con esa voz característica que ha levantado desde hace una década en la calle y en medios de todo el mundo, Lorena asegura, con cierta emoción, que para ellos esto es un logro: “Fue una tristeza enterarnos de que el Poder Judicial de la Federación no nos tenía reconocidos como víctimas, que ellos normalizan que pasemos por estas situaciones y de verdad que fue un golpe muy fuerte saber que para ellos no importamos y que ni siquiera nos merecíamos ser nombrados como víctimas indirectas, como nos dicen, del feminicidio de mi hija”, recuerda, a través de una comunicación telefónica.
Con la emoción que le corta la voz, Lorena ha agradecido a sus abogadas, a la propia ministra Ríos Fajart y al Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, que ha acompañado su caso en los últimos años. También ve este logro como uno para todas las que ya no están y para todas esas familias detrás de sus nombres y vidas: “Compartimos este logro y lo hacemos extensivo. Les abrazamos hoy y les decimos que la lucha es por todas”, concluye.
El feminicidio que sacudió a México
Han pasado ya más de diez años desde aquel 5 de febrero, cuando tres hombres, uno de ellos menor de edad, asesinaron de una forma brutal a la pequeña Fátima Varinia Quintana Gutiérrez, de 12 años de edad, cuando se dirigía hacia su casa después de la escuela, en el municipio de Lerma, en el Estado de México. Lorena Gutiérrez, la madre de Fátima y una incansable activista que ha luchado desde aquel día por encontrar justicia tras el femicidio de su hija, contaba a este diario las condiciones en las que su pequeña fue asesinada: “Fue violada, la apuñalaron más de noventa veces, le abrieron el pecho, le cercenaron la entrepierna, le rompieron sus tobillos, fracturaron sus manos. Y mi hija luchó hasta el final, aun con todo eso no murió hasta que le arrojaron tres piedras de más de 30 kilos cada una, que fue lo que terminó con su vida”.
Lorena Gutiérrez y su familia no ha tenido un minuto de descanso en 10 años y, hasta ahora, pocas señales de una justicia tardía y nula en la mayoría de casos como el de ella, en un país como México, en el que todos los días asesinan a un promedio de 10 mujeres. “Nos asesinaron junto con ella”, ha repetido durante una década Lorena Gutiérrez a cuantos periodistas y funcionarios se le han acercado.
En 2021 un juez sentenció a cárcel vitalicia por el feminicidio a uno de los tres jóvenes que asesinaron a Fátima, y cerró el caso. El atacante, que era menor de edad al momento de cometer el delito, fue dejado en libertad en mayo de 2022. Sin embargo, una cadena de negligencias, persecuciones e inconsistencias hicieron que el caso se convirtiera en un símbolo del terror de la violencia machista en México y de la impunidad que impera en el país.
Una reseña sobre la pequeña Fátima, hecha por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia A.C. (IMDHD), rescata: “Fátima era una niña soñadora amante de novelas fantásticas como los Juegos del Hambre, Narnia, El Señor de los Anillos y Harry Potter. Era fan de la poesía, especialmente del poema a Margarita Debayle de Rubén Darío. Adoraba jugar con su hermano Dany en el majestuoso ocote fuera de su casa. Soñaba con convertirse en médica; quería curar todas las enfermedades y que sus papás siempre estuvieran con ella. ‘Los voy a curar a los dos y van a durar muchos años’, ha recordado Lorena sonriendo. Llegado el año 2015, Fátima era una joven adolescente de ojos oscuros, piel morena, cabello negro y lacio que iba a la secundaria”.
Comentarios