Mientras modernos y fiesteros esperan todo el año para que llegue la época de los festivales en Barcelona y poder bailar al ritmo de la música frente al mar o pegados a los altavoces, hay otra tribu que espera cada año a que llegue su Primavera Sound particular: los empresarios. Este lunes empezaron las tradicionales jornadas del Cercle d’Economia, y había mucha tela que cortar. Después de muchos años en los que el procés, las citas electorales y las tensiones territoriales habían puesto a la política en el rol protagonista, en esta edición —la 40ª que celebra la entidad presidida por Jaume Guardiola— por fin se baila al son de la economía. No solo por el papel de las empresas en los desafíos que plantea la guerra comercial de Donald Trump, sino también por un asunto más local pero que marca el ritmo de estos días: la opa planteada por el BBVA sobre el Banco Sabadell. Aunque en el fondo, esta música también es política.

Fue hacia la mitad del discurso inaugural del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando un adjetivo sirvió de catalizador para colmar todas las expectativas que estaban ya a punto de ebullición en el Palau de Congressos de Barcelona, donde se celebran las jornadas del Cercle. “Hostil”, dijo Sánchez sobre la opa. Acto seguido soltó la novedad del día: el Gobierno, que ahora tiene 15 días antes de elevar a Consejo de Ministros para que este decida en un plazo máximo de un mes si da luz verde a la operación después de que la CNMC la haya validado —con condiciones—, abrirá un periodo de “consulta pública” para ver si la opa se alinea con el “interés general” de la ciudadanía.

¿Qué significa esto concretamente? A la espera de más detalles, las piezas se van situando. Sobre todo entre el público, donde estaban algunos de los protagonistas. Cuando Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, salió del recinto despachó al grupo de periodistas que aguardaba en la puerta con una declaración sucinta: “Positivo”. El escaso dispendio lingüístico le bastó al presidente del Banco Sabadell para señalar que había recibido con buen gusto el anuncio de Sánchez. “Siempre es bueno que quien tiene que tomar una decisión, escuche opiniones”, había detallado un rato antes el consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno. Las caras eran más largas en el lado del BBVA. El presidente del banco vizcaíno, Carlos Torres, se limitó a comentar que sentía “máximo respeto” hacia la propuesta del Gobierno, y que sigue pensando que la opa “conduce a beneficios para todos”.

El presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, conversa con Antoni Cañete, presidente de Pimec, este lunes.

Oliu y Torres se vieron y saludaron un momento, con cordialidad. Pero quien jugaba en casa era el primero. En la mayoría de corrillos que se formaban, si no se hablaba de los cambios en la cúpula de La Caixa, el otro tema estrella de la semana, era el tema de la opa lo que sonaba como un estribillo. Y, con un auditorio mayormente formado por empresarios catalanes, no había dudas acerca de hacia donde se iba a inclinar el marcador de apoyos. Por si hacía falta recalcarlo, ahí estaba Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment del Treball, siendo el primero en atender a la prensa de buena mañana para señalar que la resolución de la CNMC sobre la opa es “insuficiente, decepcionante, inapropiada y precipitada”. El líder patronal también pidió al Gobierno que paralice la opa porque hay riesgo de perder 70.000 millones de euros en créditos para el tejido productivo español.

A juicio del presidente de Foment, “el Gobierno no va a tener más remedio, habiendo escuchado a todos los sectores afectados, que paralizar esta operación, que sería muy negativa y nociva para todas las pymes”. Tras escuchar a Sánchez, Antoni Cañete, presidente de Pimec, la patronal de la pequeña y mediana empresa, destacó que “aún hay partido”, y calificó el anuncio de consulta pública como una noticia “muy positiva”.

La batalla bancaria tiene un claro trasfondo político, y los grandes empresarios de Cataluña lo viven como una oportunidad para marcar perfil propio. Pero en esta primera jornada, la pura política de partidos perdió peso con respecto a años anteriores. Si el año pasado Salvador Illa era el foco de todas las miradas por si podía o no formar gobierno, ahora, ya como president y con la calma en la que ha sumido a la política postprocés, apenas se le mencionó porque era su cumpleaños.

La opa marcó la primera sesión de las jornadas económicas, y mucho tienen que cambiar las cosas para que el asunto no sea protagonista también este martes, cuando están previstas las intervenciones de Alberto Núñez-Feijóo y del ministro de Economía Carlos Cuerpo. Pero aunque la actualidad manda, hay temas de fondo de los que el Cercle quería hablar: las guerras comerciales, los retos geopolíticos, la transición energética —mención del apagón incluida— o la digestión que todavía se está haciendo de los informes Letta y Draghi sobre los desafíos de Europa. Las jornadas llevan un título que apela al despertar —Europa: wake up call?— en un contexto de creciente tensión. Y las alertas iban sonando: «Hay ciudades que están a 15 minutos de un misil hipersónico», dijo Josep Borrell, ahora presidente del CIDOB, para hablar de la guerra en Ucrania.

Y para estas alertas globales, las recetas son distintas que para los temas locales. Mientras sobre la opa bancaria los empresarios defendían la diversidad y la pluralidad de opciones, en otros asuntos se apuesta por la concentración. Es el caso de las telecomunicaciones, donde se reclamaba la integración de empresas para crear grandes campeones europeos que puedan invertir en tecnología. Así lo defendió Marc Murtra, presidente de Telefónica, que regaló a los oyentes una lista de términos bélicos y hechos históricos —“Las bayonetas vienen de Bayona”, fue uno de los apuntes que aportó— que recuerdan que, hasta hace poco, presidía la compañía de defensa Indra. En esta música, la melodía se antoja más grave.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la primera fila del auditorio de las jornadas del Cercle d'Economia.



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