La lucha libre es historia, tradición, cultura. El ring, las arenas abarrotadas, la eterna pelea entre técnicos y rudos, los gritos, los insultos, las risas, los colores y todo lo que representa su tradición, es parte del espectáculo deportivo. En los últimos años se ha convertido en un emblema, en identidad y orgullo nacional. Incluso algunos se atreven a afirmar que la máscara de luchador es un símbolo más representativo que el sombrero charro. En corto, es de los mexicanos. Pero, ¿qué pasaría si todo lo que la compone fuera adquirido por una empresa estadounidense? Algunos creen que, si hablamos de fútbol, sería como si la Liga MX fuera comprada por la MLS o, peor incluso, como si la imagen de la Virgen de Guadalupe fuera vendida para su explotación a China.
Y así pasó. El 19 de abril en Las Vegas, en el estado de Nevada, fue anunciada la adquisición de la empresa mexicana Lucha Libre AAA por la World Wrestling Entertainment (WWE), con base en Estados Unidos, la compañía más grande e importante de lucha libre del mundo. En la antesala del evento más importante de este espectáculo deportivo del año para la promoción estadounidense, Wrestlemania, con luchadores a sus espaldas y los gritos de “¡Lucha! ¡lucha! ¡lucha!» de los aficionados en el fondo, Dorian Roldán, decía que es el comienzo de un nuevo capítulo para la lucha Libre.
El director general de la empresa mexicana, junto a su madre y presidenta de AAA, Marisela Peña, son herederos de un legado que fue iniciado hace 33 años por su tío, Antonio Peña, y que pasó la antorcha a Joaquín Roldán, su padre, hasta que falleció en 2017. El hijo daba a conocer la alianza con WWE y Fillip, una empresa mexicana especializada en revitalizar propiedades icónicas del deporte y entretenimiento, con el objetivo de demostrar que la lucha libre mexicana tiene un lugar en el escenario global.
“Lo que han creado es espectacular. No tenemos más que respeto por su producto y por la lucha libre. Grandes atletas del mundo han salido de AAA. Han llegado a WWE y se los ha visto por todo el mundo. El impacto cultural que ha tenido resuena a través de generaciones. […] Es increíble. Buscamos promover esa tradición. Lo llevaremos a otro nivel”, afirmó el exluchador y jefe de contenido de WWE, Paul Levesque.
El anuncio ha generado entre los aficionados curiosidad, suspicacia y hasta soñar, algunos en serio otros bromeando, con enfrentamientos entre personajes de ambas compañías, como El hijo del Vikingo contra Roman Reigns o La Parka versus el Undertaker, por mencionar un par. Desde una perspectiva económica, aunque no hayan trascendido los números, es un movimiento bueno, afirma Ernesto Ocampo, periodista del medio Superluchas.

Sin embargo, siente que se trata de una apropiación cultural, ya que aunque fue anunciada como una colaboración entre las tres empresas, “lo cierto es que parece más una absorción. La lucha libre mexicana podría ser traducida, reinterpretada y finalmente domesticada”, afirma.
La realidad, según Ocampo, es que la WWE quiere tener el mercado mexicano. Siempre buscó ingresar porque tiene un público muy entregado al producto. Sin embargo, durante muchos años las empresas, como la misma AAA o el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) formaron una especie de dique evitando el ingreso de la maquinaria del conglomerado fundado en 1953 por Vincent J. McMahon, cuando todavía era conocida como Capitol Wrestling Corporation.
Eduardo Bates, mercadólogo especialista en lucha libre, ve la expansión de WWE al mercado mexicano y latinoamericano como “una oportunidad muy grande”, ya que puede traer consigo mejores oportunidades laborales, no solo desde el aspecto económico, sino también en la forma de contratos en norma. Asimismo, cree que esta adquisición de la AAA puede ser una oportunidad de mejora y crecimiento para este espectáculo deportivo nacional.
“Siento que la lucha libre mexicana ha estado estancada por al menos unos 15 años. El Consejo [Mundial de Lucha Libre] está haciendo lo mismo de siempre. En Triple A teníamos un producto que no era el mejor. Esta movida es muy importante para ver igual el esfuerzo de otras promociones que son a lo mejor más pequeñas, pero igual muy buenas como The Crash o Kaoz, por nombrar algunas”, dice Bates.
La apertura de la WWE al mercado mexicano comenzará a lo grande. No han titubeado y esta alianza dará sus primeros pasos en Los Ángeles, con el evento Worlds Collide, a realizarse el 7 de junio. Se espera que la cartelera de 2025 incluya a luchadores mexicanos de AAA como Pagano, Psycho Clown, La Parka y Laredo Kid, además de otros talentos de la empresa del país vecino como Penta, originario de Ecatepec, uno de los más recientes fichajes para la vitrina del gigante estadounidense; o luchadores también mexicanos como Andrade, Rey Fénix o los primos Ángel y Humberto Garza. Una propuesta ambiciosa que busca unir dos estilos y dos culturas en una sola jornada de alto voltaje.
Este primer evento será transmitido por Netflix, como parte del contrato por 10 años con la WWE, valorado en 5.000 millones de dólares, que convierte a la plataforma de la gran N en el servicio de streaming exclusivo de todos los programas semanales de la empresa de luchas, así como de sus eventos de pago por ver en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Latinoamérica a partir de 2025.
WWE, una empresa “muy racista”
Una de las grandes críticas a la WWE, tanto de aficionados como de especialistas en el espectáculo deportivo a lo largo de los años, es que no ha sabido manejar o entender a su talento latino o proveniente de la lucha libre mexicana. La mayoría de las veces ha ofrecido un retrato folclórico, sin darles espacio de valor en la programación, en las historias o rivalidades. Siempre limitándolos a enfrentarse entre mexicanos y no por oportunidades o títulos importantes.
Oporto tacha a la WWE como una empresa “muy racista”, en general, aunque aclara que a veces han podido salirse de la caja de los prejuicios. “Si vemos lo que hacen en la actualidad, a todos los luchadores negros los ponen en rivalidades contra otros luchadores negros. Pasa lo mismo con los latinos y mexicanos”, complementa.
Tanto Bates como Oporto mencionan las excepciones de Eddie Guerrero y Rey Mysterio. Ambos de ascendencia mexicana, con un paso por la AAA y con un perfil más de luchador, lograron conseguir el máximo título de la WWE. Guerrero lo consiguió en 2004 y Mysterio en tres ocasiones en 2006 y 2010. O el caso de Alberto del Río, de San Luis Potosí, que fue considerado por sus rasgos diferenciadores, como su estatura, musculatura y dominio del micrófono en inglés, que lo llevó a conseguir hasta cuatro títulos de peso pesado en el momento más alto de su carrera en la empresa estadounidense.
El caso más reciente de éxito dentro de la promoción más grande del planeta es el de Penta, que ha logrado participar en importantes eventos de pago por ver y codearse en el ring con buques insignia de la empresa estadounidense como John Cena o Roman Reigns.

“Creo que ha cambiado el panorama en la WWE. Actualmente hay mucha exposición de talento mexicano y latinoamericano, muchos de ellos talentosísimos en el cuadrilátero. Lo más importante es la conexión con la gente y creo que eso lo ha demostrado Penta, por su carisma, quitándole el hecho de que es mexicano, hablando simplemente de la persona, del ser humano, el trabajo que ha hecho, es increíble. Desborda carisma y creo que eso es lo que le ha funcionado”, agrega Bates.
Aún quedan muchas dudas sobre cómo irá a evolucionar el negocio de la WWE en México. Como respecto al nuevo talento y promesas que puedan ir surgiendo. “Pueda que la AAA les eche el ojo y sí se los lleven. De la mano de la WWE podría convertirse en una empresa con un elenco demasiado grande que no pueda ponerles el reflector a todos, pero finalmente el objetivo puede ser comerse el mercado y perjudicar sobre todo al Consejo Mundial de Lucha Libre”, analiza Bates.
“Quizá los planes de expansión no son tan ambiciosos como se ha pensado, porque apenas están explorando el mercado”, dice Ocampo y agrega que aún queda ver cómo se manejará el talento de AAA internamente en el mercado de la lucha libre mexicana, ya que muchos luchadores son llamados por promociones más pequeñas para estelarizar sus eventos. “Es posible que con la expansión de la AAA sean más restrictivos respecto a la participación y selección de eventos para sus estrellas”, precisa Ocampo.
La lucha libre mexicana ha salido a una nueva arena y se enfrenta en el ring, de la mano de la WWE, a una oportunidad que puede ser una catapulta para muchos logros a nivel global, pero también podría ser una máquina destructora de sueños. Queda por saber quiénes son los rudos y quiénes los técnicos; y cuál de ellos prevalece en esta caída de expansión luchística.
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