Desde tiempos inmemoriales, los pescadores de Puerto Santander, en la región Caribe de Colombia, a 74 kilómetros de Cartagena, suben cada amanecer a sus canoas y reman ciénaga adentro. Van en cuadrillas, ubicándose en las partes donde la sedimentación de la contaminación no ha llegado. La ciénaga de María La Baja, en el departamento de Bolívar, es extensa, está rodeada de montañas y habitada por pájaros y garzas que vuelan de un tramo a otro por estas 4.800 hectáreas de agua que sustentan a más de mil pescadores.
En los tiempos ancestrales, hace una década, los pescadores sacaban de 15 a 30 sábalos y bocachicos con flechas y anzuelos; ahora, cuando tiran la atarraya a cielo abierto, pierden la faena desenrredandola entre los desechos que son arrojados en la ciénaga, y regresan a sus casas con las manos vacías.
Para conseguir pescar alguna peña o currula en proceso de crecimiento, tienen que remar kilómetros. Primero deben navegar por el arroyo Paso del Medio, que en su larga corriente, angosta y llena de maleza, desemboca a la ciénaga. En el camino, se pueden ver envases de bebidas, latas, plásticos y desechos. La brisa trae un olor a podredumbre. Más adelante, se ve a una ternera descompuesta en la orilla y otros esqueletos de animales que son arrojados al agua amarillenta y contaminada.
Antes, cuenta Deimer Munarris Pérez, acuicultor y líder de la comunidad, en la ciénaga de María La Baja no había que pescar toda la noche. “Las especies las encontrábamos aquí, cerca de la desembocadura de la ciénaga”, explica. Pero ahora tienen que ir a las ciénagas aledañas, porque los contaminantes han alejado a las especies. “Las aguas fétidas no tienen nada de oxígeno, hay puro agente contaminante”.
Según denuncian, lo que contamina sus aguas son tres lagunas de oxidación de la empresa Triple A Del Norte, que presta los servicios de acueducto, alcantarillado y aseo, sumado a los residuos de las empresas de monocultivo de palma de aceite, y los desechos que traen los arroyos a su desembocadura. Todo eso ha derivado en problemas de salud y una mortalidad de 50 toneladas de peces en los últimos años, estiman pescadores locales.
“Puerto Santander y la ciénaga son el sanitario de María La Baja, ya que las aguas residuales vienen con un drenaje hacia nuestra comunidad. Las lagunas de oxidación están a unos escasos metros de la ciénaga”, lamenta Pérez, líder social de 31 años, que ha visto cómo este cuerpo de agua ha ido perdiendo sus recursos. “Cuando empezaron a montar la planta de bombeo del alcantarillado y las tres lagunas de oxidación en 2013, durante el gobierno de (la alcaldesa) Diana Mancilla, los ingenieros dijeron que no iba a haber afectaciones y que las aguas iban a ser tratadas, que las podíamos incluso tomar, y nos echaron una mentira, porque no le han hecho ningún tratamiento”, afirma.
Según la Secretaría de Planeación, la alcaldía prevé hacer un diagnóstico sobre la contaminación este año. Además, tiene “varios proyectos” para proteger la ciénaga, como la recuperación del cauce del caño de Correa, una medida que para Betsy Aislant, directora de ese departamento municipal, es fundamental para resolver el problema. “María La Baja está teniendo problemas de desechos en las calles, alcantarillado, basuras en los caños”, explica. “Entonces, nosotros tratamos de recuperar esos caños que van a parar a la ciénaga”.
El pescador Pérez coincide en que la pequeña dimensión de la “tubería madre” del alcantarillado es uno de los problemas que provoca la contaminación, especialmente cada vez que se desborda. En esos casos, lamenta, “hay un reguero de aguas fétidas en las calles, y de ahí pasan al arroyo Paso del Medio, que desemboca en la ciénaga”.
“Vulneraron los derechos de nuestra comunidad”
Según el líder social Yorman Miranda, de 50 años, todos en la comunidad dependen de la ciénaga. Por eso, insiste en tomar acciones antes de que se convierta en un problema mayor, lo que podría pasar en caso de colapso en las lagunas de oxidación, cuyos taludes no están protegidos por geomembranas. Eso hace que las aguas de las tres lagunas lleguen directamente a la ciénaga. “Yo creo que vulneraron mucho los derechos de nuestra comunidad con el tema de las consultas previas. No se le consultó totalmente a la comunidad, nos engañaron”, lamenta. “Pudieron haber hecho unas lagunas más lejos de nuestra ciénaga, porque hoy está totalmente en riesgo nuestra seguridad alimentaria”.
Y eso no es lo único que está en riesgo. Hilda Patricia Marmol Ortiz, una mujer de 35 años de Puerto Santander, cuenta que sus tres hijos, de 16, 12 y 10 años, han tenido problemas en la piel por las aguas del alcantarillado que pasan al frente de su casa en el sector Higueron. “Les cayó una infección en las manos. Había que darles la comida, y para caminar había que cargarlos, porque no podían de las ampollas que tenían en la piel”, cuenta la mujer, que presentó un recurso legal para exigir el derecho a la atención de salud de sus niños. Tras llevarlos al médico, este achacó la infección en la piel al lodo del agua que quedaba en la arena con la que jugaban en el patio. “Ahora cuando las calles se llenan de esas aguas, yo los encierro de una vez, porque tan solo el olor les genera ronchas en la piel”, dice.
Paula Munarris, de 32 años y oriunda de Puerto Santander, hace parte de la Junta de Acción Comunal. Los fuertes olores de la planta de bombeo del alcantarillado cercano a su casa le llevaron a cerrar el negocio familiar, una panadería. “Desde que tengo uso de razón, mi mamá y mi papá siempre la han tenido, y nos tocó cerrarla”, lamenta. “Anteriormente, todo el mundo venía y se sentaba a consumir, pero desde que pusieron el alcantarillado ya no se podía. A veces, la gente llegaba, compraba y se iba rápido. Pero ahora ya no vendíamos ni 2.000 o 3.000 pesos (unos 0,71 dólares), y este era el sustento que teníamos como familia”.
En este municipio, casi cada vecino tiene un relato propio de pérdidas. “Mi casa se me ha anegado de aguas del alcantarillado, porque queda enfrente de la planta de bombeo”, relata Enrique Soto, un pescador veterano que se ha pasado faenando en la ciénaga las últimas 24 horas. “Si no tengo botas pantaneras, me toca meter los pies a esas aguas, y sacarla barriendo con escoba. Antes me sentaba en la terraza a reposar, pero ya no lo hago porque los fuertes olores no los resisto. Mis hijos trataron de hacer un negocio aquí para solventar vendiendo cerveza, y han tenido que irse a montar otros negocios fuera de este barrio, por el olor a pudrición”.
En busca de respuestas
En junio de 2023, algunos pescadores fueron a Cartagena a la emisora La Reina y la Fiscalía General de la Nación a denunciar los daños provocados por los problemas de alcantarillado. “Han sido evidentes y han afectado la salud de los niños”, lamenta Pérez sentado en una canoa a la orilla del arroyo Paso del Medio. Pero dicen no haber recibido ninguna respuesta de nadie, pese a que la obra requirió una inversión pública de miles de pesos y que se hizo en un terreno que pertenece al cementerio de Puerto Santander, según explica.
Euclides Mendoza, pescador y representante legal del Comité de Pescadores Afrodescendientes de Puerto Santander, dice que su organización también ha dado a conocer la situación ante la alcaldía, la empresa Triple A Del Norte y Cardique (Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique, que regula y fiscaliza la actividad ambiental en el departamento de Bolívar), sin recibir respuesta. “No nos han dado una respuesta exacta, sino que es agua bien tratada, y eso no es así”, asegura. Al cierre de este reportaje, estas empresas no han respondido a una solicitud de información de América Futura.
Pro su parte, Betsy Aislant, de la alcaldía, asegura no haber recibido ningún tipo de citación correspondiente a una denuncia formal. “La comunicación con ellos [los afectados] es permanente y no está relacionada a un punto específico. Cuando se sienten afectados por alguna situación, siempre se acercan acá, por lo menos conmigo en Planeación”, sostiene.
Para Elías Maldonado, director de las Unidades Municipales de Asistencia Técnica Agropecuaria de la alcaldía, la contaminación en la ciénaga por el alcantarillado se debe a que personas que no estaban de acuerdo con la instalación del alcantarillado robaron las geomembranas de las lagunas de oxidación, por lo que insiste en las campañas de concienciación de la comunidad. No obstante, dice estar negociando mejoras en las instalaciones con la empresa de alcantarillado. “Estamos tratando que la Triple A Del Norte, en la medida de lo posible, haga los ajustes respectivos, porque sabemos que hay una contaminación en relación del alcantarillado, no podemos negarlo. Se hace necesaria una reconstrucción de las lagunas para que las aguas que se viertan a la ciénaga lleguen descontaminadas”, afirmó.
Mientras la comunidad sigue luchando para que alejen la planta de bombeo y las lagunas de oxidación de la ciénaga para garantizar su seguridad alimentaria, Yorman Miranda insiste en que la administración debe hacer un análisis exhaustivo de las afectaciones directas en la población de Puerto Santander y sus recursos naturales para saber la magnitud del problema que enfrentan. “Somos más de 5.000 familias que dependemos de este cuerpo de agua”, asegura el líder comunitario, quien considera aún hay “tiempo de corregir”. “Nosotros somos felices en nuestra ciénaga porque por años ancestrales hemos subsistido de esto. No queremos ver ningún desplazamiento forzado a causa de esta contaminación”.
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