Las investigaciones en torno a la veintena de pintadas aparecidas en el entorno de la Alhambra de Granada el viernes pasado apuntan a un grupo de grafiteros alemanes que viaja de país en país atentando contra el patrimonio. O al menos, que cuando viaja deja claro su interés por hacerse notar con el incivismo de su pintura en espray. Fuentes del Patronato alhambreño apuntan a esa teoría, asentada gracias a la colaboración ciudadana y de quienes conocen el historial de esa gente, aunque no son capaces de poner nombre aún ni al grupo ni a ninguno de sus miembros.

Varias de esas pintadas mostraban un esqueleto con un parche en el ojo y mensajes referidos a una inexistente página web borrachospuntocom. En otras aparecen las letras “schff”, con las efes al revés, que quizá puedan leerse entonces como “sch77”. En una de las pintadas se lee “Palanka colectivo 2025”, un colectivo con perfil en Instagram. La policía local pidió ayuda a la ciudadanía a través de sus redes sociales y así ha sido como se ha identificado a este grupo de vándalos como presuntos culpables.

Pintada vandálica hecha en los alrededores de la Alhambra de Granada el viernes pasado, en una imagen cedida por vecinos de la zona.

Por otro lado, la aparición de estos grafitis, tanto en la Puerta de los Siete Suelos alhambreña como en diversos espacios del recinto nazarí, ha acelerado la instalación de hasta 60 cámaras de videovigilancia en el perímetro del recinto nazarí. El Patronato de la Alhambra contaba con empezar a instalarlas tras el verano pero estas pintadas han alarmado a los responsables de la Alhambra y han decidido comenzar a instalarlas de inmediato. El proyecto estaba un poco a la espera de encontrar el mejor modo de proteger un perímetro que alcanza los 2,5 kilómetros y que, explican desde la Alhambra, no es un asunto fácil. El atentado contra el patrimonio de estos días ha acelerado la instalación.

Las pintadas, sin embargo, van más allá de los muros de la Alhambra. En la mañana de este martes aparecieron varias pintadas similares en el barrio del Albaicín, declarado patrimonio de la humanidad hace tres décadas, en 1994. La Asociación de Andalucía para la Unesco, antes denominada Centro Unesco de Andalucía y que data del año en el que se declaró el barrio patrimonio mundial, ha mostrado su preocupación por “la proliferación de pintadas vandálicas en el Albaicín y sus murallas”. Para esta institución, las pintadas son un mal que se arrastra desde hace más de veinte años y que “daña irreversiblemente elementos patrimoniales únicos”, a la vez que transmite una imagen de abandono de las instituciones y de falta de conciencia de la ciudadanía.

Una larga historia de grafitis en la Alhambra

La Alhambra está acostumbrada a los grafitis. En 1630, un pintor y escultor ilustre, Alonso Cano visitó el recinto nazarí y dejó su firma en el Mirador de Lindaraja. Y no lo hizo con spray. Usó un buril, con lo que su firma sigue allí. En el siglo XIX, Owen Jones, escritor inglés, sacó el buril y no contento con poner su nombre, escribió varias líneas. Esa práctica fue la que impulsó el libro de firmas que el diplomático y príncipe ruso Dimitri Dogoroukov inauguró en 1829. La intención era que el libro amortiguara el deseo de los firmantes en las columnas. Un libro acabó con eso y ahora, decenas de cámaras quieren acabar con los grafitis en el exterior.



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