Colombia ha retrocedido en su ya larga batalla contra el encarecimiento de la vida: la inflación subió en abril en su lectura interanual a 5,16% –0,7% más que en marzo–. De esta forma, el país aún ve lejano el trayecto hacia el objetivo fijado por el Banco de la República en 3%. Las perspectivas para este año son reservadas. Los economistas no pierden de vista que en febrero ya se había registrado un leve repunte. Estos datos, divulgados al final de la tarde del jueves por el Departamento Nacional de Estadística (DANE), también refuerzan la idea de que el deslizamiento hacia la meta será lento. Sin duda, más largo de lo esperado. Y con algunos patrones tangibles como la presión de los productos energéticos y de ciertos alimentos.
A pesar de ello, la directora del DANE, Piedad Urdinola, ha dejado entrever que el proceso de normalización va bien encaminado. La inflación mensual para el cuarto mes del año fue de 0,66% frente a marzo, cuando un año atrás había sido de 0,59%. Un vector clave en los resultados fue el peso de la Semana Santa, que el año anterior ocurrió en abril. La contribución del consumo en hoteles, tiquetes, peajes o restaurantes influyó en el impulso alcista. El crecimiento mensual de este rubro fue de 0,63%. Y se ubicó en tercer lugar, detrás de los alimentos y las bebidas no alcohólicas (1,10%) y el alojamiento, agua, electricidad y gas (0,74%). Por su parte, en la lectura anual el renglón que más ha pesado es el de restaurantes y hoteles (7,71%), seguido de educación (7,38%) y alojamiento, agua, electricidad y gas (6,09).
El Banco de la República, que en su encuesta mensual de expectativas de analistas económicos había consignado la posibilidad de que se rompiera el piso del 5%, toma nota para la próxima reunión de su junta directiva. Tendrá que revisar sus mecanismos de intervención a las tasas de interés de referencia (9,25%). Es probable que el plan vuelva a cambiar tras un inesperado recorte de 25 puntos básicos en abril y regrese al tono cauteloso. “La cifra muestra que, en el largo plazo, se sigue reduciendo la inflación. Si comparamos este 5,16 anual con el 7,16 de abril de hace un año, ha habido una tendencia bajista. En el corto plazo, sin embargo, se ve una presión que en el mes pasado responde a dos categorías: por un lado, alimentos y bebidas, y por el otro, el que tiene que ver con alojamiento y servicios públicos”, afirma el economista de la Universidad del Rosario Alejandro Useche.
Sin embargo, en su opinión, esta neblina momentánea que ha surgido en los últimos meses es preocupante: “Estos grupos [que están generando presión] se consideran básicos dentro de la canasta, y otras categorías tuvieron un comportamiento por debajo del promedio. La inflación se mantiene, con un alza leve, y nos conduce a que el país cierre el año con una tasa de 4,55%. Todavía por encima de la meta del Banco de la República, que probablemente alcanzaremos en 2026 o 2027. Por eso, muy seguramente, el banco central será muy cuidadoso con la reducción de las tasas de interés”.
Sobre todo porque, como recuerda la académica de la universidad EAFIT, Liz Londoño, la inflación en Colombia está muy atada a la situación política en Washington. En esta historia juegan factores como el cambio del dólar o las decisiones de la Reserva Federal, entre otras. Y hoy ninguno de estos campos atraviesa cielos despejados. Diversas proyecciones apuntan que las políticas aduaneras impulsadas por el presidente Trump, por ejemplo, empujarán la inflación para final de año desde el 2,4% registrado en marzo hasta 4%.
Se trata de un factor que despierta preocupación en Bogotá. El costo de las importaciones desde Estados Unidos, que representan cerca del 25% del total de bienes que ingresan a Colombia, tienen un papel fundamental: el precio final de varios productos de la canasta básica depende del valor de insumos provenientes de Estados Unidos. Por eso, el economista Useche destaca la nube de incertidumbre que flota sobre el comercio internacional, y que la lectura de la coyuntura mundial en el corto plazo no es sencilla.
El director de estudios económicos del Grupo Bolívar, Andrés Langebaeck, anticipa que la tasa anual cerrará este año en torno a 4,44%. Y Jackeline Piraján, economista en jefe de ScotiaBank Colpatria, asegura que los resultados de mayo y junio tienen altas probabilidades de regresar a la senda de la moderación: “Ya pasamos los meses en los que los precios se indexan más, que son enero y febrero, y de aquí en adelante la tasa de inflación puede ser más controlada, dando espacio para retroceder en la lectura anual”, detalla.
En la segunda mitad del año, sin embargo, las tensiones podrían regresar, alerta. Así es que como la necesidad de afrontar varios frentes, domésticos e internacionales, ha obligado a los analistas a ir mes a mes para comprender las subidas y bajadas. Además, cualquier racha es proclive a convertirse en un espejismo. Quizás por ello, Langebaeck incide sobre la sombra de los lastres internacionales, que podrían darle aliento de nuevo a la inflación en cualquier instante: “El principal, a mi juicio, es cambiario. Si no se recupera la confianza de los inversores extranjeros en TES (Títulos de Tesorería) podríamos ver fuertes salidas de capital, una mayor tasa de cambio y una presión de esta sobre la inflación”.
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