Gregg Popovich era una de las pocas entidades perennes dentro de la siempre cambiante NBA, uno de sus iconos globales dentro y fuera de la pista, capaz de trascender incluso a sus jugadores, las grandes estrellas del tinglado. Sus palabras, ya fueran sobre un triple mal defendido o sobre el nefasto liderazgo político de Donald Trump, pronto se convertían en un mantra. También sus acciones. Bajo su mandato de tres décadas, el técnico estadounidense fue pionero en la inclusión de los talentos internacionales sobre la pista, en el acercamiento a los planteamientos tácticos europeos e incluso en la aparición de las mujeres en la banda.
Su huella eterna se puede resumir hojeando el currículum de los actuales entrenadores de la competición. Es muchísimo más rápido determinar cuáles no le tuvieron como mentor durante su ascenso a uno de los 30 asientos más codiciados del baloncesto mundial: David Adelman, Nick Nurse, Chris Finch y Jordi Fernández. Y aun así, Popovich tenía tiempo para repartir sabiduría con ellos. Por ejemplo, cuando se enteró de la promoción histórica del entrenador español con los Brooklyn Nets, cogió el teléfono y le llamó personalmente para felicitarle. “Me aconsejó que fuera yo mismo, que fuera leal a mis principios y a mi persona”, recordaba el técnico de Badalona en una entrevista con EL PAÍS a las puertas de su debut.
Aunque la renuncia definitiva de Popovich a los banquillos no puede calificarse de sorpresa a sus 76 años, especialmente después del derrame cerebral que le apartó a comienzos de la presente campaña, el anuncio no debe leerse como una retirada definitiva del gran artífice del éxito de los Spurs. Como presidente del equipo, seguirá teniendo la voz cantante en la era que arrancó con la elección del prodigio francés Victor Wembanyama como número uno del draft de 2023.
29 seasons.
5 championships.
1,422 wins, the most of all-time.Congrats on an incredible coaching career and good luck with your next chapter, Gregg Popovich!pic.twitter.com/sa1tV5xfnX
— NBA (@NBA) May 2, 2025
Cuando el entrenador nacido en East Chicago, una pequeña población de 20.000 habitantes de Indiana, apareció por primera vez en titulares de alcance nacional en Estados Unidos, era 1996 y la franquicia texana era apenas una nota al margen dentro de la NBA. “¿Quién demonios es Gregg Popovich?”, fue la gran pregunta el día en que, en calidad de gerente del equipo, decidió despedir al entrenador Bob Hill tras un inicio de curso con tres victorias y 15 derrotas para tomar el mando del grupo él mismo. La respuesta es historia y llegó a lo largo de las siguientes tres décadas en las que se ha mantenido al frente del banquillo y las operaciones deportivas de una de las franquicias más exitosas del siglo XXI: cinco anillos de la NBA entre 1999 y 2014, los récords absolutos de 1.422 victorias y 22 temporadas consecutivas con balance ganador, sus tres distinciones como el entrenador del año, el oro olímpico con la selección de Estados Unidos en 2020 y la entrada al Salón de la Fama Naismith en 2023.
De padre serbio y madre croata, la formación de Popovich en estudios soviéticos y sus cinco años de experiencia dando vueltas por el este de Europa como miembro de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, sentaron las bases de su visión globalizadora del baloncesto, pero también de las sociedades y la política. “Hay gente inteligente en todos los sitios, nadie lo tiene todo resuelto y cada persona aporta algo encima de la mesa que quizás no habías pensado”, reflexionaba. Como capitán de su división en los torneos amateur entre militares, pudo ver mundo y darse cuenta de que había muchísimo talento y potencial en otros rincones del planeta. Por ello no dudó en reclutar al argentino Manu Ginóbili o al francés Tony Parker en su día, ni tampoco a los Luis Scola, Tiago Splitter, Boris Diaw, Fabricio Oberto y compañía, que resultaron piezas clave en la arquitectura de sus equipos. “Fueron pioneros del baloncesto internacional, exploraron en profundidad el juego internacional mucho antes que la mayoría de los equipos”, recordaba Adam Silver, comisionado de la NBA, refiriéndose también a R.C. Buford, al gran aliado de Popovich en los despachos.

“Por Tim Duncan”, brindaba siempre el entrenador en sus cenas, ya fueran personales o de trabajo. El exentrenador siempre mantuvo un perfil humilde y modesto ante los logros de sus equipos, trasladando el mérito a sus jugadores. “Lo que aprendes es que no eres tan importante como te crees”, solía decir el técnico. El pívot de las Islas Vírgenes fue uno de sus mayores aliados, y también brillaron David Robinson y Kawhi Leonard a lo largo de su dinastía prolongada. Por su programa de éxito pasaron también iconos europeos como Pau Gasol y Ettore Messina, aunque ellos no pudieron culminar con títulos ese capítulo de su trayectoria.
“Nos divertimos mucho luchando contra las adversidades, me enseñaste mucho y estoy orgulloso y honrado de poder llamarte amigo”, escribía Messina al conocer la retirada definitiva de Coach Pop. “Fue un honor aprender a través de tu conocimiento y amor por el baloncesto. Estoy contento de que sigas con los Spurs haciendo lo que más te gusta, entrenador”, apuntaba por su lado Gasol. “Él fue mi mentor, quien se pasó miles de horas conmigo, y sé que le encanta entrenar. Por eso me duele un poco el corazón, pero sé que seguirá haciéndolo genial en su nuevo papel”, comentaba Becky Hammon, la primera mujer que ejerció de entrenadora principal en la NBA.
Aunque él ya no estará presente en los banquillos, entre la veintena de entrenadores jefes y medio centenar de asistentes que ha impulsado en su fructífera escuela de talentos, Popovich ha formado a tipos como Steve Kerr e Ime Udoka. Se mire por donde se mire, la huella eterna del técnico seguirá presente en la Liga estadounidense.
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