Las bombas israelíes, que en los últimos días no han dado ni un atisbo de tregua a los hambrientos y exhaustos habitantes de Gaza, han seguido cayendo en la madrugada de este viernes sobre el arrasado territorio palestino. Nuevos ataques israelíes han matado al menos a 50 personas en el norte de la Franja, según los servicios de Defensa Divil del territorio, pocas horas antes de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, concluya una visita a Oriente Próximo que ha dejado fuera a Israel. “Estamos mirando a Gaza, vamos a ocuparnos de eso. Mucha gente se está muriendo de hambre”, ha dicho Trump antes de abandonar Emiratos Árabes Unidos, según recoge Reuters. Luego ha concluido: “Están pasando muchas cosas malas [en la Franja].
“Los bombardeos de esta noche han sido terribles, violentísimos”, explica desde Gaza una palestina que se identifica con su nombre de pila, Fidaa. “Las bombas caían por todas partes durante toda la noche”, cuenta. La mujer, que reside en la capital de Gaza, confirma que los ataques se han centrado, como aseguran los servicios de Defensa Civil, en la localidad de Beit Lahia, en el ya reducido a ruinas campo de refugiados de Yabalia y en el noreste del territorio.
Mientras, la cifra de muertos en los ataques de la víspera ha aumentado hasta alcanzar los 136, según el Ministerio de Sanidad de la Franja. Desde el pasado martes, los ataques israelíes han matado en Gaza a más de 250 personas, la mayoría mujeres y niños, una cifra que probablemente es inferior a la real, pues diferentes testimonios desde el enclave asediado indican que muchas víctimas siguen bajo los escombros de los edificios derrumbados.
El recrudecimiento de estos ataques que, según medios palestinos, incluyen fuego de artillería, bombardeos aéreos y desde buques militares podría ser el preludio de una nueva ofensiva terrestre en Gaza que permita a Israel “conquistar” y retener por la fuerza militar nuevas áreas de su territorio, tal y como anunció el día 5 el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Ese anuncio ha llegado cuando la situación de los gazatíes es tan catastrófica que incluso el más férreo aliado de Israel, Estados Unidos, ha empezado a mostrar inquietud, dos meses y medio después de que el Gobierno de Benjamín Netanyahu prohibiera totalmente la entrada de alimentos y otros suministros básicos en la Franja. Así lo indican las declaraciones del presidente Trump.
Su secretario de Estado, Marco Rubio, había dicho ya la víspera que su país está “preocupado” por lo que sucede en Gaza. Eso sí, sin apartarse ni un ápice del discurso oficial israelí que suele reproducir Washington y que atribuye toda la responsabilidad de esa situación a Hamás, el grupo islamista palestino cuyos militantes mataron a 1.200 personas en Israel y secuestraron a 251 el 7 de octubre de 2023.
La respuesta israelí a aquel ataque fue desencadenar la ofensiva e invasión militar de Gaza que ya dura 19 meses y que esta semana ha franqueado el siniestro umbral de 53.000 muertos, la mayoría mujeres y niños. El Tribunal Internacional de Justicia está investigando como posible genocidio lo que las organizaciones humanitarias definen como un injustificable “castigo colectivo”.
Exhaustos y hambrientos
Las señales que apuntan a que Netanyahu podría lanzar en los próximos días u horas esa nueva ofensiva terrestre sobre Gaza se multiplican. Tres días antes de ese anuncio del día 5, el ejército israelí empezó de nuevo a llamar a filas a miles de reservistas, un refuerzo necesario para ampliar ese enésimo ataque que, de producirse, conllevará un nuevo desplazamiento masivo de palestinos, en esta ocasión a una zona reducida al sur de la segunda ciudad de Gaza, Jan Yunis, una de las localidades más castigadas por los bombardeos esta semana. Solo el jueves murieron allí más de 50 personas, de nuevo, en gran parte mujeres y niños.
La mayoría de gazatíes se encuentra ahora al norte de esa localidad. Durante el efímero alto el fuego con Hamás, que Israel rompió el 18 de marzo para no tener que negociar el fin de su agresión a Gaza, muchos gazatíes habían vuelto a sus casas allí, especialmente a la capital, Ciudad de Gaza, donde residían antes de octubre de 2023, casi 600.000 de los más de 2,2 millones de palestinos del territorio.
En ese primer mes de la ofensiva israelí, el ejército ordenó el desalojo de la mitad del norte del territorio, antes de lanzar su campaña terrestre y cuando ya bombardeaba sin respiro, como sucede estos días, a la población. Después han seguido innumerables desplazamientos. Hay gazatíes que han huido más de una docena de veces.
Testimonios recogidos este viernes por medios palestinos indican que ese enésimo desplazamiento masivo de civiles, que hace presagiar la entrada de más tropas terrestres, ya ha empezado. Esta noche, según esos medios, miles de personas han sido obligadas a abandonar de nuevo sus casas en medio de una total oscuridad —Israel cortó el fluido eléctrico de Gaza nada más empezar su ofensiva hace 19 meses— sin comida ni agua. Otras, según ha constado un periodista de Associated Press, han huido del campo de refugiados de Yabalia y de Beit Lahia, escenario de varios de los bombardeos de la madrugada.
La diferencia entre el primer desplazamiento masivo de la población de Gaza en octubre de 2023, los que lo siguieron y el que podría haber empezado ya es, sin embargo, abismal. Tras 19 meses de bombardeos, invasión terrestre, huidas sucesivas, más de 53.000 muertos y 120.000 heridos, los palestinos de la Franja están exhaustos.
Y hambrientos. Familias como las de Fidaa solo tienen ya “harina y arroz” para comer, relata esta madre de seis hijos. Y hasta eso se está agotando. Otros no tienen ni siquiera esas fuentes de hidratos de carbono —las proteínas se han convertido en un lujo inaccesible—. Desde que Israel impuso su bloqueo total de la ayuda humanitaria, el 2 de marzo, 57 niños han muerto por desnutrición, según el Ministerio de Sanidad de la Franja.
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