Hugh Gimber, estratega de mercados globales de JP Morgan Asset Management, ha sido un rostro omnipresente en las jornadas celebradas esta semana por la entidad en Londres, donde combinó su papel de ponente con el de presentador, y a las que fue invitado CincoDías. En un entorno bursátil todavía muy dependiente de los movimientos de la Administración Trump, Gimber reconoce que están multiplicando los contactos con los clientes, apuesta por la Bolsa británica por su carácter defensivo, y cree que los activos alternativos ganarán terreno en las carteras de inversión.
Pregunta. ¿Qué han aprendido los inversores de estos cuatro meses de Donald Trump?
Respuesta. Varias cosas. Primero, que esta administración es más tolerante con la volatilidad económica y del mercado de lo que muchos habrían anticipado en enero. Si volvemos al comienzo del año, el consenso general era que la economía frenaría la toma de decisiones de esta administración. Lo que hemos visto, en cambio, es un gobierno que ha presionado en las decisiones arancelarias con más fuerza de lo que muchos, incluido yo mismo, hubiéramos esperado. Pero también creo que lo que hemos aprendido es que no es inmune en absoluto a la volatilidad de los mercados y de la economía, ni tampoco a la presión dentro del propio Partido Republicano. Uno de los datos que seguimos muy de cerca son las encuestas de la Universidad de Michigan, porque dividen a los encuestados entre votantes demócratas y republicanos. Lo más interesante últimamente es que la gente del partido en el poder muestra un sentimiento más positivo acerca de la economía que el otro grupo. Pero lo que ha sido realmente notable es que todos los encuestados han comenzado a moderar sus expectativas futuras sobre la economía, lo cual sienta las bases de muchos de los cambios de rumbo que hemos visto.
P. Suele decirse que las crisis generan oportunidades. ¿Cuáles ve en este escenario de incertidumbre radical?
R. Desde una perspectiva sectorial, la opción más sencilla son las compañías con una menor cantidad de ingresos procedentes del exterior, porque generalmente son las más resistentes a los aranceles. Es el caso de las firmas de servicios públicos [electricidad, gas, telecomunicaciones…], que generan una gran cantidad de ingresos a nivel nacional y tienden a estar mejor aisladas de las oscilaciones comerciales que, por ejemplo, las de consumo, cuya facturación a menudo depende más del exterior. Lo más difícil hoy en día es que muchos sectores claramente defensivos ya han experimentado una recuperación muy fuerte, y por tanto, te piden pagar mucho por esa seguridad. Lo que buscamos es asegurarnos de que las carteras estén muy bien diversificadas regionalmente, y de un modo bastante diferente a los últimos 10 a 15 años, cuando ha habido una gran asignación a activos estadounidenses, que ha sido, de lejos, la estrategia más rentable.
P. ¿Hay formas de protegerse?
R. Buscamos exponernos más a la resiliencia de los dividendos. En el entorno macro en el que nos encontramos, las empresas nos están diciendo que van a reducir el capex. Eso es malo para el crecimiento, pero es bueno para los balances, porque los enmascara. En lugar de seguir adelante con el gasto en I+D, creo que habrá la tentación de decir: “Bueno, en este entorno incierto voy a reasignar parte del capital que antes dedicaba a invertir y contratar y, en su lugar, simplemente voy a devolvérselo a los accionistas”.
P. ¿Cómo es la relación con los clientes en este entorno tan revuelto?
R. Diría que hablamos con ellos más que nunca. Nuestro trabajo es intentar simplificar el mundo. Y por eso estamos teniendo una gran cantidad de discusiones con clientes que están reflexionando, no sobre los próximos dos o tres meses, porque seamos sinceros, nadie puede predecir el próximo giro en la narrativa comercial, sino más bien en cómo repercute lo que sucede hoy en las decisiones a largo plazo. En 2025 es más difícil diversificar, porque hay un espectro mucho más amplio de riesgos que el mero shock de crecimiento, que fue el riesgo dominante en la década de 2010. Ese es probablemente uno de los temas más recurrentes en nuestras conversaciones con los clientes hoy, dónde buscar diversificación, y es la razón por la cual los activos alternativos [private equity, inmobiliario o hedge funds, entre otros] también se están convirtiendo en una parte mucho más importante de esas discusiones.
P. ¿Ha sido una sorpresa el buen comportamiento del mercado en Europa?
R. Comenzamos el año anticipando una fuerte aceleración del gasto fiscal, pero lo acordado ha superado con creces mis expectativas. Lo más importante es que viene de Alemania, que antes era el contable de Europa, con un gobierno centrado en mantener una política fiscal muy prudente. El hecho de que el canciller Friedrich Merz eligiera las palabras, “haremos lo que sea necesario en materia de gasto de defensa” [emulando las de Draghi en plena crisis del euro], es muy simbólico. Fue una señal intencionada para decir que su gobierno ha repensado completamente la política fiscal como herramienta. Y esto es un cambio generacional, que explica en gran medida los buenos resultados que observamos en los primeros tres meses de este año. Desde entonces, obviamente, Europa se ha visto atrapada en las oscilaciones del mercado relacionadas con los aranceles, que son malos para los activos de riesgo en todas partes, así que no lo veo como una debilidad propia, porque se trata de un fenómeno global.
P. La ausencia de tecnológicas de gran tamaño ha sido tradicionalmente una de las desventajas de Europa, pero ahora hay dudas sobre las valoraciones de los siete magníficos.
R. Hemos disfrutado usando la expresión siete magníficos los últimos años, pero podría decirse que hoy en día es un término cada vez más inútil. Porque cuando se desglosan las empresas dentro de ese grupo, hay diferencias significativas en su lugar en la cadena de valor de la inteligencia artificial. Por ejemplo, la irrupción de DeepSeek beneficia a las más expuestas al software [Apple, Microsoft, Alphabet o Meta], pero ha provocado retrocesos importantes en el sector de los semiconductores [donde Nvidia es líder]. Aun así, las expectativas de beneficios siguen siendo muy elevadas: cinco de los siete magníficos han visto mejoradas sus proyecciones de ganancias para los próximos 12 meses desde principios de año. Y eso en un entorno con un crecimiento económico global más débil.
P. ¿Qué mercados pueden hacerlo bien más allá del europeo?
R. Creo que el Reino Unido está bien posicionado, si me permiten sacarlo del ámbito europeo. Y eso se debe principalmente a su naturaleza defensiva. Ha aceptado muy rápidamente los cambios en el comercio, y se ha comportado como si no hubiese sucedido nada. Si usted dejó su escritorio el 1 de abril, regresa hoy y mira el mercado, diría: “no hay nada que ver aquí”. Otro es Japón, cuya economía se está recuperando de forma saludable y la inflación ha vuelto a su nivel objetivo. La cuestión es que estamos viendo grandes incrementos salariales, y si bien eso es una buena noticia para el crecimiento interno, también puede empujar al Banco de Japón a aumentar los tipos de interés más rápidamente, en mi opinión, de lo que el mercado está descontando actualmente. Si suben en Japón y bajan en el resto del mundo, eso conduciría a un fortalecimiento del yen, lo cual sería problemático para el mercado de valores japonés, porque tiene un gran sesgo hacia los beneficios en el extranjero, y una divisa fuerte devalúa esos ingresos del exterior al convertirlos en yenes. Tengo más confianza en las perspectivas tanto para la Europa continental como para el Reino Unido que si miro hacia más al este.
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