El reportaje fotográfico es uno de los imprescindibles en cualquier boda. Para mí es esencial. Aunque no fui totalmente consciente hasta que mi pareja organizó una fiesta sorpresa por mi 30 cumpleaños y al día siguiente no teníamos ni una foto, solo un vídeo con mi cara de sorpresa al llegar al lugar… Este artículo es un extracto de ‘De Boda’, el boletín de ‘S Moda’ en primera persona sobre cómo se organiza un enlace. Si quieres recibirlo, puedes apuntarte gratis aquí.
La fotografía no podía faltar en nuestra boda y teníamos dos cosas claras:
- Dos fotógrafos/as profesionales. Por una parte, me parece fundamental que sean dos personas, porque te aseguras que todo lo que pasa estará en el reportaje. Y, por otra, que sean profesionales porque en una boda todo es impredecible y necesitas a personas preparadas para improvisar y adaptarse en todo momento. Si ya os habéis casado lo sabréis, pero si todavía no: pasan muchas cosas y todas muy rápido.
- Una boda al día. Hay fotógrafos que ya son marcas tan grandes que hacen más de una boda el mismo día y para eso tienen que contratar a otras personas. Nosotros preferimos evitar esta opción porque queremos conocer a las personas que van a estar el día de la boda, queremos que sea como tener cerca a un amigo más.

Ahora me gustaría hablarte como futura novia, pero también como fotógrafa, porque he trabajado durante varios años haciendo reportajes de boda. Ahí aprendí muchísimo de lo que quería y lo que no y me gustaría compartirlo contigo, por si te da pistas. Voy a hacerlo acompañada por lo que he aprendido de otros profesionales con décadas de experiencia en la materia y en otros ámbitos fotográficos como la moda o el fotoperiodismo. Son dos parejas: Nuria y Javi, Boquerón á Feira, y Hugo y Vega, Ferrer & Mayor.
Quiero comenzar con una reflexión que hace Nuria y Javi sobre la fotografía de bodas, porque todavía hay muchas personas que la consideran “algo un poco casposo o poco natural. Pero actualmente se encuentran profesionales provenientes de muchos ámbitos que tienen una visión muy creativa y con muchísima sensibilidad”. Dejando esto claro, empezamos:
Sí a los retratos de familia
No tienen por qué ser los antiguos retratos estáticos, hay otras formas de hacerlo. Mi recomendación es que no dejes pasar la oportunidad. Aunque hay un pero: el tiempo que les dedicas.
Nuria y Javi cuentan que muchas parejas se suelen arrepentir “de haber estado mucho tiempo haciéndose fotos de grupo”. Por eso es importante hablar de ello antes con tus fotógrafos, para que te aconsejen, como hace Boquerón á feira, cuál es la mejor forma de hacerlo “para poder tener un buen recuerdo con la familia, pero que al mismo tiempo no sea algo eterno que te robe parte de la boda”.
En la otra cara de la moneda está quien después se arrepiente “de no hacerse una foto con sus abuelitas y abuelitos. Una foto, sin intencionalidad artística, simple y sencilla, que sirva de testimonio”, aseguran Hugo y Vega.
“En la boda de Marta y Arnau, en el Pirineo Oscense, decía el padre de Arnau cómo habitábamos en los cuerpos que nuestros ancestros nos prestan. Yo, cada día soy más mi abuelo. ¿Qué tal un bonito homenaje en forma de fotografía con nuestros abuelos? Ellos se emocionan y nosotros, nos emocionaremos”, explica Hugo.

Sí a retratos de pareja: rápidos y cerca
No hace falta que sea mucho tiempo ni que te vayas a un lugar lejano. Vale con unos minutos (de ahí la importancia de profesionales entrenados), que además dan tregua para estar un momento a solas con tu pareja entre tanto ajetreo (créeme, lo vais a necesitar).
Y ahora, lo polémico, ¿posados? Nadie quiere posar, claro que no. “Es uno de los miedos que más se repite cuando hacemos las reuniones con las parejas”, confiesan Nuria y Javi, que creen que “hay una falsa idea de que para tener fotos de pareja el día de la boda tienes que posar, pero por suerte hay trucos para poder dejar a la pareja ser ellos mismos y que al mismo tiempo se refleje la naturalidad y la complicidad”.

Sí a tener feeling con los fotógrafos
Porque “van a pasarse todo el día a tu lado, si te sientes cómodo/a, te olvidas de la cámara y se puede conseguir un resultado natural”, aseguran Nuria y Javi. Tanto es así que se convierten en un invitado más de la boda, incluso en ocasiones, en amigos. Hugo y Vega recuerdan estas anécdotas tan bonitas con algunas de sus parejas:
“Que Birte (una novia) venga a invitarnos a su licor alemán mientras cenamos, se siente y brinde con nosotros es reflejo de una conexión que amamos. Gosia (una novia del sur de Francia), vestida de novia, precioso blanco impoluto, nos ofrece agua durante el cóctel en el jardín del castillo, al no tener nosotros, deja a todos y todo en su boda y corre a la cocina y nos llena una jarra. Vanessa y Chadwick (una pareja en Texas) nos dan su casa y su cama los días que pasamos allí, acudimos a su cafetería favorita en las mañanas”.

No a las fotos mientras se come
Tener a los fotógrafos entre las mesas mientras se está comiendo es molesto para los invitados, pero además las imágenes que salen de ahí no valen para mucho… porque a nadie le gusta una foto con los carrillos llenos o abriendo la boca para comer… Mira, ahí sí defiendo que se saquen los móviles para hacerse un selfie o foto de grupo. Pero bajo ningún concepto hacer fotos grupales en las mesas, mucho menos levantando a la gente de los platos…
Sí a contarles todo a los fotógrafos
Desde quién es imprescindible en la boda (para que ellos estén especialmente pendientes de esas personas) hasta las sorpresas que les dará algún invitado. En este caso, el truco es darle el contacto de los fotógrafos/as a alguien de vuestro entorno para que pueda avisar (ayuda muchísimo tener esa información de antemano: un toro mecánico tras el baile, la actuación de una prima violinista…). También es importante preguntar a los fotógrafos/as cómo trabajan, aunque haya conceptos que no entendamos, es probable que ahí surjan cuestiones que queramos matizar o hacer de otra forma.

Sí al reportaje en los preparativos
Surgen imágenes preciosas con los familiares o amigos que nos acompañan en este momento. Sé que puede parecer invasivo, y en realidad lo es, por eso es esencial tener la conexión de la que hemos hablado antes. Y no hablo de posados, hablo del fotógrafo/a como reportero, que va captando los gestos e instantes que van sucediéndose.

No a los móviles
(Ni a poner un QR para crear una carpeta de fotos compartida. Ese anuncio que tanto me invade en cualquier reel de Instagram… Qué pesadilla, por favor). Para eso están los fotógrafos de la boda, para capturar todo lo que pase. ¿Para qué necesitas cien fotografías movidas y mal encuadradas cuanto antes?, ¿para compartir en redes sociales? Nosotros no queremos que las fotografías estén repletas de móviles…
Para evitar que se metan en medio de momentos como la entrada o salida de las parejas en la ceremonia, lo mejor sería avisar previamente a los invitados de que no saquen el móvil, que estén tranquilos, que habrá fotos. “La gente muchas veces se olvida de que ya hay alguien que está haciendo ese trabajo y al que la pareja ha contratado, por lo que es fácil que surjan espontáneos queriendo grabar ese momento y se metan delante de la cámara”, aseguran Nuria y Javi. Su consejo es que las parejas avisen previamente a los invitados de que dejen “el móvil en el bolsillo y disfruten el momento” porque “sin darse cuenta, están estropeando el recuerdo que tendrá esa persona, tanto si tapan la visión al fotógrafo/a como si salen de fondo 50 manos con el móvil en alto”.
“Cuando apartas el móvil de tu mano, y lo aparcas en cualquier lugar, empiezas a percibir y a sentir con más intensidad. El abrazo de tu mejor amiga, la novia. La música que suena en la ceremonia, el sermón del cura moderno, o el silencio de un beso furtivo”, nos recuerdan Hugo y Vega.

No a fiarse solo de lo que ves en redes, porque no es toda la realidad
“Para elegir fotógrafo/a es importante poder ver una boda completa de esa persona y no dejarse llevar sólo por las fotos de RRSS. Tener fotos buenas sueltas no es lo mismo que saber contar una boda de principio a fin o saber hacer una buena edición de todo el material de una boda”, explican Nuria y Javi. Si veis una boda entera veréis todas las fotografías, si están mal encuadradas, por ejemplo, si hay demasiadas imágenes de detalles y pocas de personas o del revés… Es decir, podréis haceros una idea más cercana de lo que será el reportaje de vuestra boda.

Sí a pagar por un buen trabajo y firmar un contrato
Hay cosas en las que no pensamos cuando vemos el presupuesto que nos envía el fotógrafo/a y muchas veces escucho lo caro que es su servicio y no estoy de acuerdo. No son solo las 12 o 14 horas de trabajo el día de la boda con equipos pesados y caros, “estás pagando la profesionalidad que han adquirido esas personas a lo largo de sus vidas con sus estudios y diversas formaciones, el buen equipo fotográfico que facilita también un mejor resultado, todas las horas posteriores de postproducción (edición y retoque), los programas de edición para trabajar y galerías online en las que se entrega la boda. También se paga la seguridad de tener el trabajo por duplicado en discos externos y en la nube”, listan Nuria y Javi. Además, por supuesto, del IVA, IRPF y el pago de autónomos.
Sobre el contrato, es importante firmarlo, porque es un salvoconducto para ambas partes. En él se detalla la reserva de la fecha y qué se hace en caso de cancelación (por ejemplo, problemas médicos o familiares), la protección de datos o los plazos de entrega del material, entre otras cláusulas. A mí me da mucha tranquilidad, ¿no crees?
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