A río revuelto, ganancia de pescadores. Lo dice el refrán y lo confirman los expertos en el ámbito militar. Los profesionales de las Fuerzas Armadas españolas que optan por desvincularse de ellas y continuar su carrera profesional en el sector privado no dejan de aumentar, igual que el número de quienes solicitan compatibilizar sus funciones públicas con las privadas o de aquellos que, una vez jubilados, se pasan a la empresa. Aunque no hay datos de este trasvase ni el Ministerio de Defensa ha respondido a la solicitud de información de este periódico, los militares están de moda. Cada vez más.
Y ya no solo porque aumenten las compañías que los reclaman a sus filas en un mundo que se ha vuelto tan complejo; el Estado también necesitará más efectivos tras el incremento del presupuesto de Defensa hasta el 2% del PIB este año; de hecho, la mayor partida de la inversión anunciada será destinada al personal (con 7.500 soldados nuevos).
Las Fuerzas Armadas pueden tener hasta 140.000 efectivos por ley; ahora son más de 116.000 personas las que las conforman, según el coronel recién jubilado José Pardo de Santayana, profesor asociado del Ceseden. “Y no se cubren las plazas que salen”, señala, al tiempo que considera necesario incrementar la reserva (hoy con unos 13.000 miembros).
Las fuentes consultadas hablan de una tendencia, que no es nueva, aunque sí se deja sentir cada vez en más compañías. Gonzalo Sánchez Urbón, general retirado que preside el Círculo Ave Fénix, una asociación compuesta por 160 militares, guardias civiles y policías que trabajan en el ámbito civil y que pretende ayudar a quienes abandonan el servicio activo por fecha, edad o por voluntad propia en su salto a la empresa privada, asegura que en los tres años de vida de la entidad sin ánimo de lucro ha contribuido a la colocación de entre 40 y 50 militares. “Se está incrementando el interés por contratar militares. Las empresas nos piden perfiles, es una marea que poco a poco va subiendo”, explica.
Donde mayor incidencia ha tenido tradicionalmente el cambio de las botas a los zapatos ha sido en las compañías del sector de Defensa, tales como Indra, Escribano (ambas han contratado recientemente a generales), Navantia, Airbus o Sener. No hay que olvidar que pueden compatibilizar su servicio activo con 20 horas semanales de trabajo privado.
Sin embargo, en los últimos años organizaciones de otros sectores se han sumado al fichaje de militares. Amazon es el caso más representativo. La compañía de Jeff Bezos tiene un programa específico para contratarlos por el cual ha reclutado a 45.000 veteranos de las Fuerzas Armadas en todo el mundo (España incluida, aunque la empresa no ofrece datos). La multinacional valora especialmente cualidades como su liderazgo, creatividad e iniciativa y su capacidad para innovar. Tiene exmilitares en muchas de sus áreas como gerentes de operaciones, responsables de equipo y especialistas en logística, indica por correo electrónico. Cuando el programa Military Hiring llegó a España, se enfocó en el reclutamiento de capitanes.
Ninguna otra empresa cuenta con más exmilitares en España, indica Gonzalo Sánchez. Por eso, para Rafael López, director de Surplus Formación (especialista en la capacitación de estos profesionales), el punto de inflexión en la contratación privada lo marcó Amazon antes de la guerra de Ucrania y luego otras empresas logísticas chinas como Temu o Aliexpress siguieron sus pasos.
De Amazon a Oesía
La consultora tecnológica Oesía se considera la empresa española con más exmilitares en plantilla tras Amazon, con una veintena. “Son personas que no quieren retirarse del mundo laboral, que se quedan antes de los 50 años en la reserva o se retiran muy jóvenes y buscan el siguiente paso”, explica su directora de talento y cultura, Eva Cornide. La firma cuenta con generales, comandantes, almirantes y también con personal de tropa, aunque menos, que ocupan desde posiciones administrativas, de gestión o técnicas hasta direcciones estratégicas. Los incorpora contratados como a los demás empleados.
En Mapfre el director de seguridad es un exmilitar que ya ha reclutado a más de 15 miembros de las Fuerzas Armadas. También compañías como Telefónica buscan a estos profesionales. Y otras como DSV, S2 Grupo, GAHN, GAM o Cobra cuentan con ellos.
“Aportan, además de su conocimiento y experiencia técnica, gran capacidad de adaptación y sacan trabajo de manera inmediata pues están acostumbrados a cambiar de destino y a liderar proyectos”, indica Carlota Sánchez-Cuenca, secretaria general de Aesmide (Asociación de Empresas Contratistas con las Administraciones Públicas), que cree además que muchos están familiarizados con el diseño de planes estratégicos y son muy flexibles, organizados y reflexivos. Son personas con vocación de servicio, que conocen las relaciones internacionales y muy comprometidas, dice. Por ello suelen ir a puestos de asesoría, de relaciones internacionales o encargarse de proyectos para los fondos de Defensa europeos.
Firmas logísticas, de seguridad y ciberseguridad, telecomunicaciones y transporte por carretera son las más interesadas en reclutar profesionales de las Fuerzas Armadas, además de empresas especializadas en transmisiones o en castrametación (montaje de campamentos) e ingeniería rápida, señala Rafael López, quien añade que si anteriormente eran los oficiales de alto rango los más demandados, hoy son los suboficiales y el personal de tropa (que ha de abandonar el Ejército a los 45 años para pasar a la reserva). “Se van a probar a la empresa privada porque la diferencia salarial es muy grande o porque necesitan complementar sus sueldos”, sostiene. Un cabo puede ganar entre 1.300 y 1.400 euros mensuales, cuando en el ámbito privado se le ofrecen 2.000 euros, ejemplifica.
El salto de las botas a los zapatos
La carrera militar está regulada en una ley de 2007 en la que se fijan las particularidades que rigen la vida de estos profesionales, que no son pocas. Para empezar, el personal de tropa no tiene carácter permanente y debe abandonar las Fuerzas Armadas a los 45 años y pasar a la reserva o desvincularse (a no ser que realice un examen para conseguirla, que es el más demandado en Surplus Formación, tal y como indica su director, Rafael López, con unas 1.000 plazas anuales). Otra de sus singularidades es que, si se opta por la promoción, cada ascenso en el escalafón tiene un periodo establecido de permanencia en el cargo, lo que puede provocar que muchos oficiales y suboficiales lleguen a la edad de reserva (algo así como la prejubilación para el resto de los trabajadores) antes que los demás profesionales. Por ambos motivos es habitual que los miembros de los ejércitos busquen continuidad en la empresa privada. Ya sea para proseguir la vida laboral o para complementar sus ingresos, que suelen ser bajos. De hecho, el Gobierno ha anunciado que va a destinar una partida importante de su inversión en Defensa para elevarlos.
De ahí que los militares en servicio puedan compaginar su actividad con el ámbito civil no solo cuando pasan a la reserva o se retiran. Para ello deben solicitar la compatibilidad ante el Ministerio de Defensa. Eso sí, deben abstenerse de prestar servicios en empresas relacionadas con el puesto de trabajo que hayan ejercido en los dos últimos años en las Fuerzas Armadas y el empleo privado no ha de superar las 20 horas semanales.
Los militares pueden ser contratados, actuar como autónomos o montar su propia empresa. Y están obligados a jubilarse de las Fuerzas Armadas forzosamente a los 65 años, si bien muchos agotan antes los periodos fijados para su mandato y pasan a la reserva. Como es el caso del general retirado Gonzalo Sánchez Urbón, que le correspondió hacerlo a los 57 años y ocupó destino en la reserva (sin mando, en las oficinas) durante tres años. «De los 60 a los 65 años hubiera estado en mi casa si GAHN LGC no me hubiera ofrecido poner en marcha su departamento internacional», señala. Ya ha superado por tres años la edad de jubilación y continúa prestando servicios en la compañía logística cuyo 10% de la plantilla está formado por militares, explica. Y compagina este puesto con la presidencia altruista del Círculo Ave Fénix.
En Estados Unidos se puede entrar y salir del ejército y la empresa sin problemas, algo a lo que aspiran los militares españoles. Pedro García Cifo, director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar del Ministerio de Defensa, señalaba en una jornada organizada en marzo por el Círculo, que este modelo flexible facilitaría el trabajo en las Fuerzas Armadas y en las organizaciones empresariales.
Una oportunidad en los consejos
Desde hace dos o tres años las empresas tienen una inquietud enorme por los asuntos de geoestrategia, algo que se ha acelerado con la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU, señala José Ignacio Jiménez, socio de Talengo, que opina que todavía no hay militares que puedan desentrañar temas complejos en los consejos de administración de las grandes cotizadas españolas. “Los militares son profesionales formados y con gran experiencia en el Estado Mayor o en la OTAN y no figuran en los consejos de administración en un momento clave para aportar valor a las compañías. Es una gran oportunidad”, dice. “Les tenemos infrautilizados, tanto en los consejos como en las direcciones corporativas; no como sucede en EE UU, donde son muy reconocidos y se les integra en la empresa”. “Las oportunidades para las empresas van a crecer seguro porque se va a invertir mucho en Defensa y el vínculo entre los Estados y las corporaciones es muy cercano y fundamental en estos momentos”, sostiene el coronel jubilado José Pardo de Santayana.
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