Es curioso: aún no está plenamente descartado el Madrid en la Liga y tiene ese nuevo Mundial de Clubes por delante, pero hay una sensación general de recogida. Florentino, a cerros tapados, como hace tantas cosas, tantea sustituto para Ancelotti y éste, más a las claras, busca un destino final en la selección de Brasil, el único equipo del mundo que compite en fulgor histórico con el Madrid. Y lo ha hecho peor, pues se han conocido encuentros con enviados brasileños en Londres y en Madrid. Mal. Delatan una desconexión mental de una tarea inacabada que aún podría concluir bien.

¿Es imposible para el Madrid ganar ese día? Estuvo muy cerca de hacerlo en Sevilla, y aunque ahora se va a ver peor de defensas que nunca, va a pillar al Barça con un pie en la Champions, y con sus figuras descansadas y proclives a un último esfuerzo salvador.

Ayer Ancelotti dijo que por respeto al Madrid no va a comentar nada hasta el día 25. Pero es tarde, una vez que se ha estado viendo con enviados de Brasil. Y por detrás desliza que pidió a Walker en enero, que le hubiera ido de perlas al equipo. Por su parte, Florentino ha acompañado sus movimientos taimados en busca de sustituto con ese tipo de comentarios despectivos que difunde habitualmente en su palco contra el entrenador de turno y que van empapando como una lluvia fina a la sociedad madridista: que si Güler, que si Modric, que si Endrick, que si se trabaja poco…

El bueno de Ancelotti se apañó el curso pasado para ganar la Liga y la Champions a pesar de grandes agujeros en la plantilla, no reparados porque el campo se ha comido más dinero del esperado y mientras no se insonorice, que ya veremos si es posible, no va a rentar lo que se esperaba. Y como el curso pasado salió bien, Florentino pensó que ahora, con Mbappé, sería más fácil la pirueta. Y al tiempo se ha degradado el ambiente en torno al modo de conducir la preparación física y a las consignas de nutrición de los jugadores, provocando enfrentamientos soterrados entre la gente del entrenador y el club.

Así que este año hemos visto a un Ancelotti de peor talante del que le suponíamos, con gestos en la banda o en palabras en las salas de prensa desconocidos antes en él. Y hasta se le notó cierto hartazgo con el club cuando en el juicio de Hacienda declaró que se había limitado a hacer lo que le ha recomendado la entidad.

Ahora tiene ese apretón con Hacienda, pero también un año más firmado con el Madrid, hasta junio de 2026, y con todo el derecho podría exigir el importe antes de marcharse si la ruptura nace del club. Éste, por su parte, vería poco razonable que reclamara ese dinero después de haberse contratado ya para un nuevo proyecto. De ahí que Ancelotti haya dicho siempre: “Mi salida del Madrid no la fijaré yo sino el club”. Mensaje doble: la afición lo entiende como una declaración de amor y fidelidad, pero a Florentino le está diciendo ‘da tú el primer paso’.

Llegó el desamor y es una lástima. Fue bonito mientras duró, pero no sé si esta salida va a ser tan fácil como aquello de “devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo demás…”. Pero sería bueno que ambas partes consiguieran aparentarlo.

Han sido unos últimos años buenos, superando aquella primera separación, que también dejó sus resquemores. Ancelotti se había quejado en sus memorias de las presiones de Florentino para que pusiera a Bale, pero luego, pelillos a la mar, se ofreció él mismo para regresar al club en un momento de desconcierto por la salida inesperada de Zidane, y el resultado fue un periodo magnífico, memorable. Sería feo un mal final, un cruce de reproches entre dos partes que han colaborado con tanto éxito.



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