El viento enloquece a las nubes, cúmulos, nimbos, estratos, cirros juguetones que despistan a los meteorólogos, y el pelotón, otra nube una bandada animada, también enloquece, y se rompe en abanicos, en grupúsculos nerviosos, caídas, gritos, frenazos, por las tierras altas de Huesca, desde el Barbastro del Opus y los viñedos de Somontano, el Vero y el Cinca, hasta Huesca capital, los Pirineos perfilados detrás, solo silos y torres de iglesia rompiendo la horizontalidad del paisaje, y una holandesa, reina de los vientos, delante de todas. En Holanda no hay montañas, hay viento, y las ciclistas y los ciclistas se hacen fuertes pedaleando contra el viento sobre los diques, como Femke Gerritse, de Hertogenbosch, como El Bosco, que acelera en los toboganes de Garrén para ganarle la meta volante a la venerable Marianne Vos, la compatriota que todas quieren ser, y, ayudada por su compañera en el SD Worx Anna van der Breggen, otra venerada veterana, también esprinta más rápida que Vos en la meta final.

Con las bonificaciones, Gerritse, que cumplirá 24 años dentro de una semana, más clasicómana que etapista, BMX y ciclocross en su formación, arrebata el maillot rojo a Letizia Paternoster.

Como las nubes que se reagrupan pasado el viento, como el pelotón que vuelve a ser uno, cercando a las veloces Vos, Paternoster y Gerritse en la general, las favoritas Van der Breggen, Mavi García, Kasia Niewiadoma y Demi Vollering se aproximan en la general, que empezará a cambiar de color el jueves, con la llegada a las lagunas de Neila, la montaña que bendice todos los años al ganador de la Vuelta a Burgos. Hay cuentas pendientes en el aire, el recuerdo del pasado Tour: la desidia de Van der Breggen, directora entonces del SD Worx, a la hora de defender el liderato de su Vollering; la pelea final de esta con la polaca Niewiadoma en Alpe d’Huez, que se constituyó en el mejor momento del ciclismo en el 24…

Antes de afrontarlas el jueves, aperitivo, y el sábado, plato principal en el Alto de Cotobello, en las montañas asturianas, el pelotón del viento ascenderá el miércoles el Moncayo, donde nace el cierzo que enfría las manos y calienta los corazones, ¿quién teme bombas entonces?, en la segunda jornada aragonesa.



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