Son varios quienes han comparado la entrega de la carta de Sheinbaum con sus mandamientos a la militancia de Morena con el episodio bíblico de Moisés al bajar del Sinaí. Se le ve como un momento fundacional del claudismo, un cambio total que se llevará a cabo a partir de los nuevos mandamientos de la presidenta que, de manera similar a los mejores relatos de la historia, un nuevo rumbo a la marcha del pueblo que lidera. Se entiende que entre la fanaticada siempre hay excesos cuando se exaltan los atributos del líder. El problema es creer que realmente se está en un momento fundacional. Poco le duró el gusto de la entrega de las tablas de la ley morenista. Sheinbaum ahora ha tendido que contemplar cómo su grey sigue entregada a la adoración del becerro de oro, los bailes orgiásticos y la conducta desenfrenada. Antes de partir a la tierra prometida, tendrán qué hacer el recuento de los daños. Como sabemos todos, Moisés no llegó a pisar la tierra prometida, solamente la pudo contemplar desde lejos.
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