El Reino Unido se convirtió este jueves en el primer país con el que Estados Unidos alcanza un acuerdo comercial, que llega cinco semanas después del ataque arancelario lanzado por Donald Trump a decenas de sus socios. El anuncio lo hicieron el presidente Donald Trump y el primer ministro Keir Starmer en una comparecencia transatlántica conjunta.
Primero habló Trump desde el Despacho Oval, y a continuación este se detuvo a escuchar con satisfacción las palabras de Starmer, que intervino mediante una conexión telefónica desde Solihull (Reino Unido), donde visitaba una fábrica de coches. El primer ministro laborista se felicitó porque el acuerdo, “increíblemente importante”, llegue precisamente el mismo día, “y casi a la misma hora” en la que hace 80 años Winston Churchill anunció la rendición de los aliados que puso fin a la Segunda Guerra Mundial en Europa.
Los detalles del pacto aún no están claros (“se escribirán en las próximas semanas”, dijo Trump), pese a lo cual los líderes ambos países países lo calificaron de “histórico” y de “muy beneficioso para las dos partes”. Lo que se sabe es que queda en vigor el arancel universal del 10% a las importaciones británicas impuesto el pasado 2 de abril, aunque las tasas a los coches bajan del 25 al 10% hasta una cuota de 10.000 unidades anuales, y las del acero y aluminio (del 25% también) desaparecen.
Los dos países han firmado también un acceso “recíproco” al mercado del vacuno. Los ganaderos británicos podrán exportar, libres de aranceles, 13.000 toneladas de carne, aunque no hay cambios sobre las trabas impuestas por Londres a la producción hormonada proveniente de Estados Unidos. Los aranceles al etanol también se esfuman.

A la pregunta de si esos términos pueden tomarse como un precedente para futuros pactos, Trump contestó que otros países saldrán pero parados. “El Reino Unido nos ha tratado siempre con un gran respeto. El suelo del 10% será probablemente el más bajo”, aclaró.
Starmer, que se refirió repetidamente a Trump por su nombre de pila para subrayar la aparente sintonía entre ambos, dijo: “Al final, como dices, Donald, la seguridad económica es seguridad nacional. Hemos sido aliados muy cercanos durante tantos años, manteniendo la paz gracias a esa estrecha amistad, y ahora le sumamos este acuerdo comercial y económico. Quiero agradecerte tu liderazgo, Donald”. Después, el primer ministro cortó la conexión para ofrecer su conferencia de prensa. Entre los compromisos adquiridos por Londres figura la compra de aviones Boeing por valor de 10.000 millones de dólares.
Durante la madrugada, fue el propio Trump el que avanzó la inminencia del pacto en un mensaje su red social, Truth. Lo definió como “completo e integral” y dijo que “consolidará la relación” bilateral “durante mucho tiempo”. También, que será “el primero de muchos”.
Trump exageró al emplear las palabras “completo e integral”; también al decir que ese pacto se esperaba desde hace “25 años”. “Pensamos que fuera muy complicado, y ha resultado muy simple al final”, agregó. El pasado 2 de abril, que bautizó como el “Día de la Liberación”, Trump anunció aranceles para decenas de países. Castigado por los mercados y acosado por los efectos de sus medidas en la deuda pública, el presidente de Estados Unidos acabó levantando esos gravámenes y dio 90 días en los que alcanzar acuerdos bilaterales con decenas de socios, que hasta este jueves no habían dado ningún fruto. Los mensajes de Trump en redes sociales bastaron para que los mercados abrieran con alzas por la confianza en que su guerra comercial no escalará más.
Entre las decenas de países que esperan su turno para fijar nuevos términos para su relación con Washington, el Reino Unido está lejos de ser uno de los más difíciles. Frente a otros socios como la Unión Europea o China, que recibieron gravámenes más severos, Londres se llevó el arancel universal básico del 10%, al tiempo que le caían las tasas del 25% a los coches y el acero y el aluminio. El nuevo pacto no toca ese 10%, pero sí ofrece un alivio al resto de las tasas. A cambio, los británicos abrirán el acceso a la carne de vacuno, las aves de corral, el etanol, los refrescos, los cereales y otros productos.
Fuera quedan, por ejemplo, los estándares de alimentación, que son históricamente uno de los puntos de mayor fricción entre ambos socios. En su conferencia de prensa, Starmer vinculó el hecho de que ese extremo este ausente del nuevo pacto tiene que ver con que el Reino Unido espera alcanzar un acuerdo comercial con la Unión Europea a finales de este mes. El primer ministro afirmó que no cree que el Reino Unido tenga que elegir entre Estados Unidos y la UE. “Creo sinceramente que podemos tener una buena relación y un buen acuerdo con ambos al mismo tiempo”, declaró Starmer.
El acuerdo supone una victoria política para Starmer y proporciona un alivio a la Administración de Trump, que anda necesitado de firmar pactos con decenas de países que se están haciendo esperar. La Casa Blanca lleva semanas negociando, y se daba por hecho que antes, esta misma semana, llegarían los acuerdos con Japón, India o Corea del Sur. Entre tanto, este sábado, se espera el primer contacto entre funcionarios estadounidenses y chinos para establecer nuevos términos arancelarios entre ambas potencias, que han escalado sus gravámenes hasta el 145% impuesto por Estados Unidos a las importaciones chinas (por el 125% con el que Pekín tasa los productos de su contraparte).
Principal socio
Estados Unidos es el principal socio comercial del Reino Unido, que exporta un volumen de unos 200.000 millones de libras anuales (unos 235.000 millones de euros), lo que lo convierte en el cuarto de la lista para Estados Unidos. En esa relación tienen un gran peso de los vehículos y la industria farmacéutica. El mercado estadounidense es el destino de referencia de la automoción británica, por lo que cabe calificar el pacto como una victoria estratégica para Londres. Reino Unido es el cuarto socio para
Según el Instituto Nacional de Investigación Social y Económica (NIESR, en sus siglas en inglés), uno de los grupos de estudio de referencia en el Reino Unido, la ofensiva arancelaria de Trump podría reducir el crecimiento británico en un 2,5% en solo tres años. De ahí la trascendencia económica de cualquier concesión que pueda obtener el Ejecutivo de Starmer, que tiene, además, un notable interés político en allanar las relaciones con la administración norteamericana.
El primer ministro británico aspira a actuar como puente diplomático entre Estados Unidos y Europa, aprovechando los tradicionales vínculos trasatlánticos y su vocación de estrechar lazos con la UE, una vez suturadas las heridas más profundas del Brexit. Estar entre los primeros países a los que Washington otorga excepciones pone al Reino Unido en una posición privilegiada en el nuevo escenario de realineamiento de fuerzas desencadenado tras el regreso de Trump. Y supone un triunfo importante ante los suyos para Starmer, que visitó La Casa Blanca en febrero con una carta del rey Carlos III de Inglaterra en la que invitaba al presidente de Estados Unidos a una segunda visita de Estado.
Además, esta misma semana Londres anunció un acuerdo comercial con India, el pacto de mayor alcance logrado por el Gobierno británico tras la salida de la UE. Así, entre uno y otro, el premier puede reivindicar que ha materializado dos de las aspiraciones más codiciadas por los sucesivos ejecutivos británicos. Y, adicionalmente, puede disfrutar de argumentos para contrarrestar las críticas por su campaña para atraer a Trump, una estrategia muy cuestionada, incluso dentro de su propio partido.
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