Hace algunos días se dieron a conocer las cifras oportunas (preliminares) sobre el crecimiento del PIB en México correspondientes al primer trimestre de 2025. Dado que en el último trimestre de 2024 la economía mexicana había presentado una contracción, se temía que este fuera el segundo trimestre consecutivo con una caída en la actividad económica. Si esto hubiera ocurrido, se habría confirmado lo que algunos medios y analistas han denominado como “recesión técnica”. Sin embargo, el resultado fue menos malo de lo que se anticipaba y la economía mexicana mostró un crecimiento trimestral de 0.2%, que es un valor muy bajo, pero al menos es positivo.

Este resultado fue celebrado por las autoridades económicas, quienes incluso llegaron a afirmar que habíamos evitado la recesión y que se mantenía la fase de expansión de la economía. La realidad, sin embargo, no es tan favorable. Un análisis más cuidadoso de los indicadores revela que la economía mexicana ya parece encontrarse en fase recesiva y que esta habría comenzado en los últimos meses de 2024. Veamos algunas cifras.

De entrada, el dato positivo del crecimiento del primer trimestre de 2025 oculta un elemento importante: lo que en realidad salvó a México de la llamada “recesión técnica” fue el sector primario, que fue el único sector que realmente creció en el periodo. Además, hay que considerar que el crecimiento de este sector fue extraordinario, ya que ocurrió prácticamente un rebote en su crecimiento, el cual había sido de -8.5% en el último trimestre de 2024, mientras que ahora creció en 8.1% en el primer trimestre de 2025. Por su parte, el sector secundario (que incluye minería, construcción y a la industria manufacturera) se contrajo por segundo trimestre consecutivo (-0.3%), lo que básicamente confirmaría la recesión en este amplio sector de la economía. Finalmente, el sector terciario, que incluye a servicios como el comercio y el transporte, entre otros, se estancó y tuvo un crecimiento nulo.

Una segunda consideración es que, a pesar del crecimiento positivo del primer trimestre del año, la producción nacional de ese trimestre sigue estando por debajo de lo que se produjo en el tercer trimestre del 2024. Esto quiere decir que la recuperación del primer trimestre de 2025 fue más débil que la caída observada en el cuarto trimestre de 2024. Así, el punto más alto en la producción nacional se observó entre julio y septiembre de 2024, por lo que estaríamos en presencia de un punto de inflexión (turning point), el cual habría ocurrido a partir de octubre de 2024. Un evento de esta naturaleza es justo lo que se utiliza en la definición clásica para identificar el inicio de un ciclo recesivo en una economía.

Veamos ahora lo que revelan las cifras mensuales. Para ello, la medida más útil es el Indicador Coincidente del Sistema de Indicadores Cíclicos del INEGI. El Indicador Coincidente es un índice compuesto que resume y sintetiza la información que proviene de seis variables de frecuencia mensual: el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), el Indicador de la Actividad Industrial, el Índice de Ingresos por Suministro de Bienes y Servicios al Por Menor, los Trabajadores Permanentes en el IMSS, la Tasa de Desocupación Urbana y las Importaciones Totales. Se ha identificado que estas variables en su conjunto capturan muy bien la dinámica contemporánea (de allí el nombre de Coincidente) de la economía. Pues bien, el pasado 6 de mayo se dio a conocer la estimación más reciente de este indicador. Así, con información disponible hasta febrero de este año, el Indicador Coincidente lleva ya más de 15 meses continuos con caídas, lo que es un claro reflejo de la desaceleración económica. Estas caídas provienen de disminuciones continuas en al menos 4 de sus componentes: el IGAE, la actividad industrial, los empleos permanentes en el IMSS y el índice de ingresos al por menor. Por su parte, el componente de importaciones lleva 10 meses continuos con valores negativos. El único componente que no parece estar reflejando esta misma dinámica es el de la tasa de desocupación urbana.

Ahora bien, el hecho de que el Indicador Coincidente esté cayendo no necesariamente implica que estemos en recesión. Esto se debe a que el indicador en realidad trata de capturar el dinamismo de la economía, por lo que su interpretación es más parecida a la de una desaceleración del crecimiento. Sin embargo, el indicador coincidente también contiene un umbral que nos informa si la economía ya está entrando en una fase de desaceleración de tal magnitud que sus niveles de actividad ya están por debajo de su tendencia de largo plazo. De acuerdo con el reporte más reciente, cinco de los seis componentes del Indicador Coincidente ya se encuentran por debajo de dicho umbral, lo que revela una desaceleración generalizada, continua y duradera.

Es precisamente este hecho lo que se aproxima más a la definición clásica de una recesión, es decir, “una disminución significativa de la actividad económica, extendida a toda la economía, que dura más de unos pocos meses y que normalmente se refleja en la producción, el empleo, los ingresos reales y otros indicadores. Una recesión comienza cuando la economía alcanza un punto máximo de actividad y termina cuando alcanza su mínimo.” El hecho de que el Indicador Coincidente y la mayoría de sus componentes se encuentren cayendo y por debajo de su tendencia de largo plazo, sugiere que la economía mexicana no logró esquivar la recesión. Por el contrario, es muy probable que ya estemos en ella y que lo mejor sea comenzar a tomar decisiones que nos permitan salir lo más pronto posible de esta situación.



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