Los Gobiernos de España y Portugal, en un escrito conjunto, han reclamado este miércoles a la Comisión Europea un “compromiso político y financiero firme” para que el sistema eléctrico de la península Ibérica pueda estar más interconectado con el resto del continente a través de Francia. El país vecino lleva años bloqueando el aumento de esta infraestructura. De hecho, en la carta, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, España y Portugal pedirán esta tarde una reunión a cuatro bandas —en la que además de Madrid y Lisboa participen Bruselas y París— para que el Elíseo dé su brazo a torcer.

Aunque ambos países llevan más de una década con esta reclamación, el apagón masivo del 28 de abril ha avivado la urgencia. “El evento afectó fuertemente a toda la península Ibérica y mostró la importancia de la interconectividad dentro del sistema eléctrico europeo en situaciones críticas”, apunta el escrito. “Consideramos que es imprescindible reiterar —ahora con mayor urgencia— el imperativo de actuar con decisión”.

La misiva dirigida al comisario europeo de Energía, el danés Dan Jørgensen, está firmada por la vicepresidenta tercera del Ejecutivo español y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Sara Aagesen, y la ministra portuguesa de Medio Ambiente y Energía, Maria da Graça Carvalho. Este frente común se acordó el lunes para presionar a la Comisión y a Francia para que la interconexión eléctrica con el resto del continente se incremente. La alianza, adelantada por EL PAÍS, se ha materializado en esta carta y en otra, en el mismo sentido, que se enviará al ministro francés de Energía, Marc Ferracci.

Ambas ministras lamentan que “a pesar de los avances de los últimos años, la península Ibérica sigue siendo una isla energética”, por lo que reclaman que el aumento de la capacidad de transmisión “debe figurar entre las máximas prioridades, no solo para España y Portugal, sino para la Unión Europea en su conjunto”.

Seguridad de suministro y precio

Que se incremente el número de cables pirenaicos no solo beneficiaría a la seguridad de suministro de España y Portugal, sino también al resto de la UE porque, al permitir “la plena explotación del potencial renovable en el suroeste de Europa”, se abarataría automáticamente la factura para millones de consumidores al norte de los Pirineos.

“Completar las interconexiones eléctricas para la Península Ibérica ya no es una opción: es una responsabilidad compartida para el futuro energético de Europa”, subrayan Aagesen y Graça Carvalho, que apelan a extender el “mercado único, también en el sector de la energía”.

Al margen de las causas que provocaron la caída abrupta del suministro, las titulares de Energía de los Ejecutivos español y luso han insistido en una reivindicación que va camino de convertirse en histórica: el aumento de esa interconexión eléctrica pirenaica, la única que enlaza con el resto de la UE, que continúa muy lejos de los objetivos comunitarios y cuya ampliación Francia lleva años bloqueando. La ministra portuguesa se reúne este miércoles en Bruselas con el comisario europeo y le entregará en mano el escrito, tal y como adelantó este diario.

El comisario europeo de Energía y Vivienda, Dan Jorgensen, el 15 de mayo en Bruselas.

La ministra lusa le reprochó a Francia, en una reciente entrevista con EL PAÍS, que no agilizara las interconexiones “porque tiene mucha nuclear”. Esta fuente de energía es notablemente más cara que la eólica y la fotovoltaica ibéricas, por lo que la competitividad de la poderosa nuclear francesa (en manos de una empresa pública, la renacionalizada EDF, titular del segundo mayor parque de reactores del planeta) podría verse directamente afectada por el avance de las renovables desde el sur. Es lo que París quiere evitar a toda costa, aunque eso implique privar a sus empresas y familias de energía limpia y barata en su día a día.

“Estamos ante barreras al mercado interno, que es el pilar de la construcción europea, y Francia, al no apoyar la rapidez con la que pretendíamos construir estas interconexiones, está colocando barreras al mercado interno”, se quejaba, hace poco más de una semana, la titular lusa de Energía.

En la misma línea, Aagesen afirmó en otra entrevista con este periódico que tras el traumático cero eléctrico del 28 de abril —inédito hasta entonces en España y uno de los mayores de la historia del Viejo Continente— había llegado “el momento de que Francia sea consciente de que las interconexiones tienen que llegar sí o sí”. “Europa debe dar certezas de que esa interconexión va a seguir avanzando con diligencia”, subrayó también la vicepresidenta española.

La vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, este martes en el pleno del Senado.

La interconexión pirenaica entre la Península y el resto de Europa tiene en estos momentos una capacidad del 2,8% de la potencia de generación eléctrica instalada en el sistema, la métrica que se utiliza en este tipo de infraestructuras críticas. La Comisión Europea exige a los Estados miembros una interconexión eléctrica con sus vecinos de al menos 10% desde 2020 y del 15% a partir de 2030.

Cuando esté lista la ampliación en marcha en el golfo de Vizcaya —en 2028, con el calendario actual en la mano, bastante más tarde de lo inicialmente previsto— subirá hasta alrededor del 5%. Incluso entonces, la suma de los cables que enlazan la Península y Francia seguirá lejos del objetivo comunitario.

Reducir vertidos

Una mayor interconexión no solo es fundamental desde el punto de vista económico —al ayudar a reducir los picos de precios en ambos mercados— y ecológico —al reducir los vertidos de electricidad verde cuando la generación es mayor que la demanda—, sino también en clave de seguridad de suministro. Aunque nadie se atreve a afirmar categóricamente que el apagón no se habría producido con más interconexiones, los especialistas coinciden en que, con una mayor interconexión, ese riesgo se habría mitigado.

Aunque la dirección histórica de los intercambios eléctricos entre España y Francia —cuyo primer cable se inauguró hace más de cuatro décadas, con una ampliación posterior en 2015— ha sido en sentido norte, con la entrada de grandes sumas de electricidad nuclear gala en la Península, las tornas han cambiado en los últimos años. En 2022, en plena crisis energética, un problema de corrosión en las tuberías obligó a parar la mitad de los reactores galos, y España y Portugal fueron fundamentales para asegurar el suministro de electricidad en la segunda mayor economía de los Veintisiete. Sin ese aporte extra, París lo habría tenido mucho más difícil.

A vueltas con las oscilaciones

El apagón vino precedido, como reconoció el ente que agrupa a los operadores eléctricos europeos (Entso-E) de una serie de oscilaciones ya no solo en la red española sino en la del Viejo Continente en su conjunto. En la nueva cronología de lo sucedido, aportada este miércoles por Aagesen ante el Senado, la vicepresidenta ha calificado de “anómala” la primera de ellas, cuyo origen sigue siendo desconocido.

“Media hora antes del cero eléctrico, los agentes observan al menos dos períodos de oscilaciones, con variables dentro del sistema, pero también interárea, fuera de nuestras fronteras, más allá de los Pirineos se detecta que esas oscilaciones llegan al sistema europeo”, ha subrayado Aagesen. El primer episodio tarda casi cinco minutos en “amortiguarse”. El segundo, menos de un cuarto de hora antes del apagón y que el Ejecutivo califica de “habitual”, dura “algo más de tres minutos”.



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