Elon Musk se despide de ustedes. El hombre más rico del mundo anunció este miércoles en su cuenta de X que deja definitivamente sus funciones en la Casa Blanca, donde recibió del presidente Donald Trump el encargo de adelgazar la administración al frente de algo llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE son sus siglas en inglés).
El adiós llega un día después de que se publicara el avance de una entrevista concedida a la CBS en la que el magnate critica a Trump. En ella, Musk se dice decepcionado por “enorme gasto público” que traerá la ley fiscal que tramitan los republicanos en el Congreso con el apoyo del presidente. Este ha fiado el éxito de su agenda a que salga adelante esa norma, que ha bautizado, siempre fiel a su particular lenguaje, como la “gran y hermosa ley”.
“Creo que puede ser grande, y que puede ser hermosa, pero dudo que pueda ser las dos cosas al mismo tiempo”, afirma Musk en el clip de la entrevista hecho público este martes, antes de su emisión el próximo fin de semana. “Es una opinión personal”.
A las pocas horas, unas horas en las que a Trump le preguntaron por esas declaraciones y se mostró contrariado con ellas, el dueño de Tesla y de Space X, entre otras empresas, escribió en X, red social de la que también es propietario: “Al finalizar mi mandato como Empleado Especial del Gobierno, quiero agradecer al presidente @realDonaldTrump la oportunidad de reducir el gasto innecesario. La misión del @DOGE se fortalecerá con el tiempo a medida que se convierta en una forma de vida en todo el gobierno”.
Un funcionario de La Casa Blanca confirmó después de ese mensaje que la “salida” de Musk de Washington tiene efectos desde “la noche del miércoles”.
Con ese mensaje, se pone fin a una de las incursiones en política más extravagantes de la historia de Estados Unidos. Oficialmente, esa historia empezó el día de la toma de posesión de Trump, con Musk haciendo hasta en dos ocasiones algo que pareció el saludo nazi ante una cancha de baloncesto llena hasta los topes de fervorosos simpatizantes del nuevo presidente.
El magnate −que se arrimó al candidato republicano en el verano anterior, después de que este sobreviviera a un intento de asesinato en Pensilvania, y luego contribuyó a su campaña con una cantidad récord de más de 260 millones de dólares− se puso inmediatamente al frente del DOGE. Antes de la victoria electoral, Musk aseguró que a los mandos de esa “motosierra del gasto público” sería capaz de ahorrarle a los contribuyente dos billones de dólares.
Luego ajustó su promesa a un recorte de un billón. Cuando a finales de abril Musk empezó a despedirse de sus atribuciones en Washington, poco después de que Trump superara la marca simbólica de sus primeros cien días en la Casa Blanca, se calculaba que el DOGE había encontrado unos 160.000 millones de dólares de “desperdicio, fraude y abuso”, una cifra muy inferior a los primeros objetivos.
El empresario entró en la Administración de Trump en calidad “empleado gubernamental especial”, un cargo creado por el Congreso en 1962 que permite al Gobierno o al poder legislativo contratar trabajadores temporales para tareas específicas, supere que estas tengan fecha de caducidad.
Entre las condiciones de sus contratos figura el límite de trabajar “por un máximo de 130 días en un período de 365 días [un año]”, según se puede leer en la web de la Oficina de Ética Gubernamental. El plazo terminaba para Musk el viernes próximo.
El final del DOGE está fijado en el decreto con el que Trump le dio carta de naturaleza para el 4 de julio de 2026, cuando Estados Unidos celebrará su 250º aniversario.
La ley que Musk criticó este martes es un proyecto de más de 1.000 páginas. Incluye grandes rebajas de impuestos que no se verán compensadas con los recortes en sanidad y ayudas alimentarias que incorpora. Algunos análisis independientes calculan que contribuirá a aumentar la deuda en más de tres billones de dólares a lo largo de la próxima década. Y eso, por razones obvias, va en contra del espíritu del DOGE.
La norma fue aprobada por un solo voto de diferencia en la Cámara de Representantes. Ahora se tramita en el Senado, donde algunos senadores republicanos han manifestado su preocupación por el impacto que tendrá en el déficit y la deuda. En caso de introducirse enmiendas, tendrá que volver a ser aprobada en la Cámara Baja.
Comentarios