Es la era del Unicaja Málaga, otra vez campeón europeo después de batir al Galatasaray en la final de la Liga de Campeones de la FIBA. Los muchachos capitaneados por Alberto Díaz y entrenados por Ibon Navarro levantaron al cielo de Atenas su segundo título seguido en esta competición, el cuarto este curso y el sexto para su palmarés en las tres últimas temporadas en el mejor ciclo de su historia: dos Copas, dos Champions, una Supercopa y una Intercontinental. Y un baloncesto de autor, atractivo, enérgico, imparable. El éxito redondea la hegemonía española en este torneo (seis coronas en nueve ediciones) que aparece en el horizonte como una de las vías de acceso a la futura NBA europea. En esa élite del continente vive hoy asentado el campeón Unicaja.

Un puñado de faltas cometidas (dos de Kravish en 56 segundos) y dos minutos y medio sin anotar habían empinado el inicio para los hombres de verde y morado. El tapón lo quitó de un manotazo el explosivo Carter y el Unicaja encadenó 10 puntos del tirón (4-10). El cocinero Perry continuó con la receta de castigar los errores del rival con un palmeo y un triple y arrimaron el hombro Alberto Díaz, elegido el mejor defensor de la competición, y Dylan Osetkowski, en el quinteto ideal. El base español apretó las tuercas en la zaga, muy inteligente para provocar dos faltas del ataque rival, y el ala-pívot alemán aportó en la producción ofensiva. El conjunto de Ibon Navarro agarró fuerte el volante a partir de esa defensa que muerde y de la rotación en una plantilla equilibrada que permite mantener siempre altas las revoluciones aunque bailen las piezas. El encuentro era duro de pelar y en el barro sabe manejarse muy bien el equipo de Málaga: 13-19 al final del primer cuarto.

Nadie regateará una milésima ni un milímetro de entrega mientras Alberto Díaz esté al mando de las operaciones. Si el capitán se deja el alma, cómo no seguirle. Cummings cayó en la trampa del base con otra falta en ataque ganada para la causa por el internacional. Los porcentajes de tiro del conjunto turco no le permitían competir contra el campeón y tampoco era capaz de frenar la concesión de lanzamientos cómodos de su oponente. Si acaso respiraban gracias a los rebotes de Young. La película parecía controlada para el Unicaja hasta que cierta permisividad cerca del tablero propio y una secuencia de ataques precipitados permitieron un remonte inesperado (26-26). Curiosamente en ese momento el partido se detuvo porque un gato saltó a la pista. Cosas que pasan en Grecia. El choque desembocó en el descanso con el Unicaja un paso por delante (31-37) por la rebelión de Tyson Pérez y tres tiros libres de Carter. Ibon Navarro se desgañitaba pidiendo más defensa y en la grada no perdían detalle su colega Ergin Ataman, entrenador del Panathinaikos, y Juancho Hernangómez, una de las estrellas de los reyes vigentes de la Euroliga.

Perry fue un relámpago al responder a la primera canasta de Blumbergs en la reanudación. Si se trata de intercambiar golpes, el Unicaja tiene pies y manos para cualquier combate. Cummings seguía enchufado desde el triple y Osetkowski tampoco quería quedarse atrás en el tiro de media distancia (40-43). Perry se lastimó en un vuelo a canasta y regresó al ring Alberto Díaz, decisivo en el primer tramo. Entre el base y Taylor robaron a cuatro manos un balón que acabó en la cuarta falta de Cummings, una bofetada para el Galatasaray. Era el momento de otro acelerón del Unicaja, solidario para compartir el balón como resumió una combinación preciosa entre Kravish y Osetkowski. El Galatasaray reaccionó con la puntería de Wallace. No había dicho su última palabra el equipo turco pese a patinar en el tiro libre. La última pausa llegó con el choque aún en el aire (49-56).

Acción individual de Wallace, otra de Carter. Y un mate estratosférico de Tyson Pérez a dos manos en un rebote que valía oro. Regresaron entonces Perry y Cummings, los dos directores de juego, para dar las últimas pedaladas. Izundu emergía en la zona y Wallace se multiplicaba para fabricarse sus propias canastas. La réplica la firmó el tirador Kalinoski para conceder al conjunto de Ibon Navarro una estupenda renta (56-66) a falta de poco más de cinco minutos. El título se encontraba ya en la defensa que el equipo español hiciera de su parcela y ahí se habían acabado las oportunidades para el contrario. No aflojó ni un momento el Unicaja mientras en Atenas sus aficionados se elevaban entre la multitud. “Siempre seré tu bandera, siempre te llevo conmigo… vuela el Carpena y Málaga sueña…”, cantaba la feliz hinchada del Unicaja. De nuevo campeones europeos en un ciclo que parece no tener fin.



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