Madrid era un hervidero la noche del 15 de mayo. Mientras San Isidro llenaba de chulapos las calles del centro más castizo, en Colón -la milla de oro nocturna madrileña-, uno de los hombres más ricos del mundo vivía su propia fiesta. Jeff Bezos, multimillonario fundador de Amazon, eligió para su despedida de soltero una ruta de varios locales en apenas 800 metros cuadrados que sirve para dejar claro por qué esta zona es el nuevo triángulo del lujo y la llamada sofisticación nocturna en la capital.
El recorrido de Bezos fue digno del mejor guía turístico de la noche madrileña: cenó en Ten con Ten, bajó a La Destilería y terminó la noche en Blondie Club. Al día siguiente, viernes 16, pasó por Castellana 8 y acabó en la discoteca Gunilla. Todo dentro de un área de menos de un kilómetro cuadrado en el Paseo de la Castellana. El triángulo de las discotecas de lujo de Colón. Muchas de ellas, recién abiertas, ya se han consolidado como los nuevos templos del ocio sofisticado madrileño.
En Ten con Ten, restaurante del tándem Sandro Silva y Marta Seco, confirman a EL PAÍS la visita del empresario. Aunque declinan dar muchos detalles porque parte de lo que ofrecen estos negocios a muchos de sus famosos clientes es discreción, en la mesa de Bezos y sus acompañantes desfilaron platos como el tartar de salmón con caviar, rollitos de pato, ceviche calderón y risotto con trufa. Bezos, con su icónica camiseta negra y una sonrisa en la cara, compartió mesa con amigos y estuvo rodeado de otros comensales que no tardaron en subir fotos a redes sociales. “No puedo creer que esté cenando con Jeff Bezos”, se puede leer en algunas de las publicaciones que se hicieron en el lugar. Este local, junto a La Destilería, forma parte del Grupo Paraguas, uno de los gigantes de la alta restauración madrileña.
Reservados a precio medio de 1.000 euros
Luego se desplazaron a La Destilería, la coctelería secreta de Amazónico. Allí empezó la parte líquida de la noche. Desde ahí, el grupo cruzó a Blondie Club, una de las últimas inauguraciones en Recoletos. En su interior, todo está pensado para no romper el hechizo de la noche madrileña. Bezos y los suyos ocuparon uno de los reservados más caros del local, según fuentes del propio negocio.
El viernes, la ruta continuó en Castellana 8, un club dividido en ocho espacios que mezcla coctelería, un piano bar y una habitación con música electrónica. “En Madrid no hay nada parecido. Es un sitio para perderse”, señalan fuentes de la sala, que en una entrevista a este periódico confirma también la presencia de Bezos en el lugar.
El cierre fue en Gunilla, otro de los locales que han reformulado el concepto de club en la capital. “Fue un grupo grande y muy divertido, unas diez o doce personas. No pararon de bailar y saltar en los sofás al ritmo de la música”, relatan fuentes desde la sala, que aseguran que no tenían reserva y que llegaron sin previo aviso, lo que no impidió que ocuparan uno de los espacios más exclusivos, justo detrás del DJ. “Pasaron desapercibidos hasta la salida. No fue una noche especialmente larga, pero sí muy intensa. Había mucha complicidad entre ellos. El consumo fue el habitual para ese tipo de mesa”, apuntan las mismas fuentes. Simon P., relaciones públicas en la zona, lo resume así: “Gunilla es sitio de gente guapa. Aquí se viene a ligar, a dejarse ver, a hacer postureo. Está de moda”.
Bajo la luz tenue de las barras más exclusivas de Madrid, una noche de copas se convierte en un ejercicio de estatus: en Ten con Ten el ticket medio ronda los 80 euros, aunque hay quien eleva la apuesta hasta el caviar de 300 euros; en Gunilla, una botella de champán puede llegar a 12.500 euros y las de whisky o ginebra a 7.000 euros, mientras un reservado VIP para ocho personas arranca en 1.000 euros; en Castellana 8 —solo accesible con QR—, las botellas emblemáticas oscilan en torno a los 300 euros; y en Blondie Club, el Macallan Reflexión se paga a 5.500 euros, el tequila Clase Azul Extra Añejo a 6.300 euros y el Louis Roederer Cristal Matusalem cuesta 12.500 euros, sin tarifa pública para los reservados, dejando al descubierto que, en la noche madrileña, el lujo no tiene precio fijo.
Mientras la novia de Bezos, Lauren Sánchez, celebraba su despedida en París con estrellas como Kim Kardashian, el magnate prefirió Madrid. En junio se casará con ella en Venecia. Su conexión con España es íntima: tiene familia en Valladolid y ya se le ha visto otras veces en el centro de la capital comprando capas tradicionales, según ha quedado retratado en los medios de comunicación.
Esta breve ruta, que ya se consolida como el triángulo dorado de Colón, atrae a visitantes internacionales con altas exigencias. Una fuente de uno de los locales visitados por Bezos lo resume así: “Buscan más que salir: quieren experiencias exclusivas y sofisticadas. Sentirse uno más en la pista de baile”.
Desde el Grupo Sounds, responsables de Castellana 8, creen haber dado con la fórmula del éxito: concentrar toda la experiencia en un solo lugar. “No se trata solo de un bar o una discoteca, sino de moverse por distintos ambientes sin salir del mismo edificio”, explican. Desde un piano bar con vistas hasta una sala roja donde la noche cambia de ritmo, cada rincón tiene su propia personalidad. “La clave está en que cada espacio cuente algo distinto”, añaden.
Cada medianoche, decenas de personas elegantemente vestidas esperan su turno para entrar a estos locales. Simon P., de 30 años, conoce el ritmo desde dentro. “La seguridad está pensada para este tipo de clientela. No es raro ver caras de famosos paseando por aquí. El plan habitual: cenar en Giselle y terminar bailando en Gunilla”, cuenta.
En Madrid hay más de 1.500 locales dedicados al ocio nocturno. Y la cifra no deja de crecer. Desde la pandemia, la noche se transformó. Ya no se trata solo de salir a beber o bailar: ahora se busca algo más completo. Gastronomía, música y espectáculo, todo en un mismo sitio. Así lo explican desde Noche Madrid, donde aseguran que esta evolución también responde al cambio generacional. La edad media del público que sale ha subido. Ya no sorprende ver a personas de más de 30, 40 o incluso 60 años, como el propio Bezos, disfrutando de planes que combinan cena, show y baile en un solo espacio. “Es el modelo que triunfa en las grandes ciudades del mundo”, resumen desde Noche Madrid.
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