El Sevilla puso fin a una racha de ocho partidos sin ganar con un triunfo que sella prácticamente su salvación y que condena virtualmente al descenso a Las Palmas (será matemático si gana el Alavés). Un gol de García Pascual salvó al Sevilla y la afición olvidó la mala temporada para volcarse con su equipo durante el intenso y emotivo desarrollo del partido. Un alargue de once minutos lleno de dramatismo donde Las Palmas se volcó, de manera infructuosa, sobre la meta de Nyland. Apenas sufrió el Sevilla, que supo cerrar la victoria para desconsuelo de Las Palmas, un equipo muy limitado y que no crearle peligro a un rival también bastante angustiado. La queja de la afición solo llegó después del pitido final de Martínez Munuera. Se vivió una gran tensión entonces con protestas hacia el consejo de administración del conjunto andaluz. Antes de la bronca, Joaquín Caparrós, que por fin obtuvo un triunfo tras cuatro choques en el banquillo, lo celebró con la grada.

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Ørjan Nyland, Kike Salas (Ramón Martínez, min. 43), Juanlu Sánchez, Loïc Badé, José Ángel Carmona, Djibril Sow (Saúl Ñíguez, min. 75), Dodi Lukébakio, Albert Sambi Lokonga (Nemanja Gudelj, min. 58), Lucien Agoumé, Suso y García Pascual (Leandro Antonetti, min. 73)

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Dinko Horkas, Mika Mármol, Viti Rozada (Marvin Park, min. 81), Juan Herzog, Álex Suárez (Javi Muñoz, min. 69), Alberto Moleiro (Jaime Mata, min. 81), Sandro Ramírez, Stefan Bajcetic (Dário Essugo, min. 50), José Campaña (Manu Fuster, min. 69), Oliver McBurnie y Adnan Januzaj (Marc Cardona, min. 69)

Goles
1-0 min. 51: García Pascual

Arbitro Juan Martínez Munuera

Tarjetas amarillas
Lucien Agoume (min. 6), Mika Mármol (min. 23), Suso (min. 54), Juanlu Sanchez (min. 55), Saúl (min. 75), Javi Muñoz (min. 82), Campaña (min. 84), Marc Cardona (min. 86), Mata (min. 93), Oliver McBurnie (min. 94), Gudelj (min. 94), Loic Bade (min. 101)

Acostumbrado a jugar finales europeas en este mes de mayo, al Sevilla le tocaba jugar otro tipo de final, ahora por el descenso. Quién lo iba a decir hace apenas dos años. Si final era para el Sevilla, también lo era para Las Palmas, que se jugaba, de verdad, su última bala. En medio de una crispación social de enormes dimensiones, con un asalto a la ciudad deportiva el pasado sábado por parte de los ultras y amenazas a sus dirigentes toda la semana, la afición decidió hacer una tregua en este trascendente choque. Eso sí, el presidente, José María del Nido Carrasco, no acudió al estadio en el autobús del equipo como es habitual. Lo tuvieron que meter en el Pizjuán por la puerta de atrás. Y es que los ánimos están desbocados en el Sevilla. Nervión fue una piña desde el momento en el que sus jugadores se conjuraron en el centro del campo justo antes del inicio del choque. Los silbidos se dejaron para el final. Y la bronca.

Caparrós arriesgó colocando a jugadores que venían de lesión, caso de Sow y Lokonga, dejando fuera a Saúl, mientras que Diego Martínez empleó un once muy ofensivo. Los dos técnicos se las tuvieron en un inicio tenso.

Tocó mejor Las Palmas ante un Sevilla con mucho miedo. La afición no se rindió y gracias a su empuje los andaluces pudieron hilvanar alguna jugada. Sambi disparó alto en el minuto 27 y los andaluces dieron alguna señal de vida. El propio Sambi se encontró luego con el meta Horkas. Fue la mejor ocasión del Sevilla en el primer acto. Las Palmas, de buen toque, no tiró con peligro ni una vez, pero mantenía el 0-0 en el marcador.

Caparrós metió a Lukébakio en la derecha, donde es más efectivo. El belga provocó una falta en el minuto 50. La sacó Suso y marcó García Pascual, un delantero del filial destinado a salvar al equipo andaluz. Diego Martínez lo intentó con numerosos cambios, pero su equipo no carburaba. Martínez Munuera anuló un gol Mcburnie por falta a Nyland y el partido, y la vida, se le escapó a Las Palmas. Todo, con el Sevilla achicando y perdiendo tiempo en un final con once minutos de alargue con tintes de dramatismo. Muy a lo Caparrós, que por fin ganó su primer partido en el banquillo para sellar de manera virtual la salvación tras una campaña muy dura. A Las Palmas le queda un duro camino por delante.



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