Torneo SWIFT, Bruselas 1987. Participan casi todos los mejores del mundo en ese momento, incluidos Gari Kaspárov y Anatoli Kárpov. En los habituales corrillos de jugadores, acompañantes, periodistas, etc., el gran maestro británico James Plaskett muestra un final artístico que nadie logró resolver hasta que, varios días más tarde, lo hizo el excampeón del mundo Mijaíl Tal. La obra de arte no era de Plaskett, quien se limitó a hacer justicia y dar la publicidad que merecía a su verdadero autor, el neerlandés Gijs van Breukelen.

 El reto es muy exigente incluso para las computadoras más potentes de hoy porque el patrón (la clave de la solución) está muy escondido. Una vez hallado, todo tiene una lógica aplastante, pero trufada con gran belleza.



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