“El mundo es muy grande. Hay continentes arriba y abajo, y la gente como vosotros puede ir de un lugar a otro. Para muchos como yo, sin embargo, el mundo es muy pequeño y reducido. Nunca nos dejan ir donde tenemos que ir y donde necesitamos ir”, se lamenta Ibrahima Balde.
Esta misma semana ha tenido respuesta oficial del Ministerio del Interior del Reino Unido: no podrá viajar a Londres para asistir al estreno de la adaptación teatral de sus premiadas memorias, Hermanito, que escribió conjuntamente con el periodista, bertzolari (improvisador de poemas en vasco) y activista voluntario de ayuda a los inmigrantes Amets Arzallus.
El teatro Jermyn Street había gestionado durante meses la solicitud de visado del autor, para que pudiera estar presente en la primera presentación del próximo martes. La respuesta del Gobierno británico, como un jarro de agua fría, llegó el miércoles. “No hemos quedado satisfechos de que haya podido demostrar que sus circunstancias son realmente las declaradas, o de que tenga intención de abandonar el Reino Unido después de su visita”, decía la nota, con el tono burocrático y despersonalizado habitual en este tipo de comunicaciones. “Cualquier petición futura de visado al Reino Unido será tomada en consideración de acuerdo a sus méritos individuales, pero en su caso es muy probable que vuelva a ser rechazada a no ser que cambien las circunstancias. No hay derecho a recurrir esta decisión”, remataba.
Ibrahima iba a residir, durante su estancia en Londres, en el domicilio de la dramaturga Timberlake Wertenbaker, que ha traducido al inglés el libro (Little Brother) y ha realizado la adaptación teatral. Un fascinante giro de guion hizo que la autora, que había pasado meses de su infancia en el País Vasco Francés y se impuso a sí misma la tarea, durante la pandemia, de aprender euskera, diera con un ejemplar de Hermanito (la primera edición fue en vasco) y quedara seducida por el relato.
Wertenbaker ha escrito teatro para la Royal Shakespeare Company, y llegó a recibir seis nominaciones a los premios Tony por su obra Our Country´s Good (Por el Bien de Nuestro País). Es toda una institución, respetada por sus obras de contenido político y social.
“Estamos absolutamente decepcionados con la decisión del Ministerio del Interior”, ha expresado la dirección del teatro Jermyn Street, que ha reclamado al Gobierno que se replantee su postura. “El libro [de Ibrahima] ha sido una fuente de inspiración por todo el mundo y le llevó incluso a reunirse con el Papa Francisco”, señalan.
En su nota de protesta, los responsables del teatro ponen el dedo en la llaga, al resaltar la vertiente política que implica una decisión tan escandalosa. El Gobierno laborista de Keir Starmer ha endurecido sus leyes migratorias, y su retórica contra los recién llegados, en su intento por frenar la amenaza electoral de la derecha populista y xenófoba de Nigel Farage, de un modo que ha desatado las alarmas entre miembros de la propia formación política y entre organizaciones humanitarias.
“La denegación de un visado a un escritor de tal magnitud sustrae a la audiencia británica una conexión cultural importante. Es una decisión que no puede abstraerse del actual debate político sobre la migración y de la retórica que lo rodea”, dice el teatro.

Traducido a múltiples idiomas, recomendado en múltiples ocasiones por el fallecido Papa Francisco para entender el drama de la inmigración, el libro cuenta el terrible viaje de Balde (Guinea-Conakri, 31 años) en busca de su desaparecido hermano pequeño, para acabar recalando en Madrid, donde hoy trabaja en un taller mecánico de reparación de camiones.
Antes de morir, su padre le pidió que cuidara de su hermano pequeño, que había emprendido por su cuenta el viaje hacia Libia, como miles de africanos, con la intención de cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa. Nunca lo encontró, pero durante cuatro años atravesó Malí, Argelia, Libia, y vivió experiencias duras, casi insoportables.
Fue en en la estación de tren y autobuses de Irún, dispuesto ya a cruzar a Francia, cuando conoció al voluntario, y más tarde amigo del alma, que le ayudaría a contar su historia. Arzallus comenzó a elaborar un dosier con la historia personal de Balde, para ayudarle a preparar su solicitud de asilo. “Sufrió un auténtico calvario durante su viaje. Violencias y situaciones que ni siquiera se pueden contar. Y nunca encontró al hermano. Quedó desorientado, sin saber que hacer. Era imposible volver a su país. Así acabó en Europa. Así le conocí yo”, cuanta el activista vasco, que mantiene una férrea amistad con Balde, a pesar de que viven ahora a cientos de kilómetros de distancia.
El guineano llegó a España en 2018. Tras una primera denegación de asilo, vivió cuatro años en situación irregular, hasta que obtuvo el “arraigo social”, la autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales que concede el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. De momento, respira tranquilo hasta abril de 2026.
Ambos iban a viajar juntos a Londres y a celebrar su éxito. El miércoles, el periodista tuvo que llamar a su amigo para contarle la mala noticia. La frustación al otro lado de la línea, recuerda, era dolorosa. “Ibrahima tiene un contrato indefinido en Madrid. Yo, como bertzolari improvisador, no tengo un contrato indefinido, ni seguridad laboral alguna. Yo podré ir a Londres y él no. El criterio está claro, ¿no?“, explica. ”Tengo la sensación de que sigue perdido en el desierto. Esta vez no es el africano. Es el desierto europeo de la burocracia, del que nunca podrá salir».
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