Hace tres años, el rapero cubano Eliexer Márquez Duany, El Funky, subía vestido de blanco al escenario de los Latin Grammy en una algarabía compartida con los reconocidos músicos Yotuel Romero, Descemer Bueno, Alexander Delgado y Randy Malcom, luego de que un jurado anunciara los títulos de Mejor Canción Urbana y Mejor Canción del Año para Patria y Vida, el tema que se convirtió en himno de la mayor protesta antisistema que inundó las calles de Cuba en 2021. El Funky había aterrizado en la ciudad de Miami solo unos días antes de la gran gala, tras la invitación extendida por la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación. En el aeropuerto de La Habana, donde fue custodiado por agentes cubanos hasta que abordó el avión, al músico le advirtieron que solo le permitían la salida del país con la condición de que no volviera. Tres años después de ese viaje que parecía no tener retorno, el gobierno de Estados Unidos le ha notificado al músico que tiene 30 días para que se vaya al mismo lugar del que, en la práctica, escapó.
“Saber que pude salir de ese infierno y solo pensar en que pueda regresar me hace sentir bastante mal”, dijo El Funky a El PAÍS. “La noticia me ha chocado mucho, yo espero sentir el apoyo de los cubanos anticomunistas en el exilio, y espero que esto se solucione lo antes posible”.
El documento enviado al rapero por el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) el pasado 30 de abril comunica que su solicitud de Residencia Permanente —tras aplicar a la llamada Ley de Ajuste Cubano que por décadas ha garantizado la legalidad de los emigrantes de la isla— fue rechazada a causa de antecedentes penales. La condena a la que hacen referencia es una en Cuba de un año y tres meses de prisión por la supuesta posesión de marihuana, una práctica por la que muchos en la isla han terminado cumpliendo largas condenas y una excusa de la que, en ocasiones, el gobierno ha echado mano para deshacerse de personas que le son molestas.

El exponente de hip hop cubano underground, que estaría enfrentando una deportación, fue parte de un movimiento artístico disidente que en los últimos tiempos se enfrentó al gobierno de La Habana. Otros conocidos artistas como el rapero Maykel Osorbo —autor también del tema Patria y Vida— o Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro, permanecen en cárceles cubanas cumpliendo condenas de cinco y ocho años de privación de libertad, respectivamente.
Por eso ahora El Funky cree que un regreso a Cuba sería una especie de “suicidio”. “Lo más importante es que esto pone mi vida en riesgo”, dijo el rapero a este periódico. “Mi vida corre peligro. Me podrían fabricar un delito, y si estoy pasando por esta situación es por un delito también creado por la dictadura. Creo que las autoridades de Estados Unidos necesitan estudiar mi caso y darse cuenta del gran daño que me quieren hacer a mi”.
Cuando llegó a vivir a Estados Unidos, el rapero insistió públicamente en que, una vez en “tierras de libertad”, quería concentrarse en seguir haciendo música. “Yo vine aquí a enfocarme en mi arte, es lo que hago”, dijo entonces. Hoy la noticia de la posible devolución de El Funky a Cuba ha despertado no solo un mar de solidaridad entre la comunidad exiliada, sino expresiones de desconcierto y rechazo ante una decisión que lo ubicaría en situación de peligro. Otras canciones suyas como Warrior, dedicada a los presos políticos cubanos, o Paro Nacional, tienen letras abiertamente en contra del gobierno de Miguel Díaz-Canel, por lo que El funky no sería recibido como un deportado más.
No obstante, el músico no es el único opositor cubano que correría el riesgo de ser devuelto, en medio de la ola de deportaciones que la administración de Donald Trump lleva a cabo desde enero. El activista y periodista independiente Lázaro Yuri Valle Roca, quien llegó al país el 5 de junio de 2024 junto a su esposa como beneficiarios del programa de parole humanitario del gobierno de Joe Biden, teme, como muchos otros paroleados, ser deportado en medio de la cancelación del programa y sus beneficios.
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